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El 'efecto lavadora'… o cómo los aranceles de Trump pueden volverse en contra de EEUU

Publicado: marzo 6, 2025, 10:30 am

Dice Donald Trump que los productos extranjeros (los no estadounidenses) «están en una situación muy mala» porque «no se inspeccionan. Pueden estar muy sucios y ser repugnantes cuando llegan y perjudican a nuestros agricultores estadounidenses«. Una razón de más para poner aranceles a los productos que llegan de fuera de Estados Unidos, piensa el presidente y así lo ha dicho en su primer discurso ante el Senado y la Cámara de Representantes desde que regreso a la Casa Blanca.

Trump se ha referido a todo y también a esos aranceles para combatir el producto foráneo. Han entrado en vigor los del 25% a México y Canadá, así como el incremento a los de China del 10 al 20%. Después de que las autoridades chinas y canadienses hayan anunciado medidas en represalia, el mandatario ha anunciado que impondrá aranceles recíprocos a partir del 2 de abril.

Pero, ¿es la cuenta tan sencilla? Trump pone aranceles a las mercancías que llegan de los puertos chinos o de los vecinos canadienses y mexicanos y entonces los norteamericanos comprarán más productos made in USA, lo que beneficiara a sus empresas y afianzará el empleo. Negocio redondo y todo el país contento.

La realidad es mucho más compleja y el asunto, estas políticas proteccionistas, han sido analizadas sobradamente por los economistas y por la historia. Imponer aranceles por sistema perjudica al país que exporta, sí, pero finalmente también al país que los impone, esto es, a sus empresas y a sus consumidores.

De entrada porque la economía de EEUU está estrechamente vinculada con las de los tres países señalados, dos por vecinos, al norte y al sur, y la tercera por su volumen (China es la fábrica del mundo). Entre México, Canadá y China representaron en 2024 más del 40% de las importaciones que hicieron las empresas estadounidenses.

Coches más caros con seguridad

La industria automotriz norteamericana es un buen ejemplo y se puede ver muy afectada. Marcas cono Audi, BMW, Ford, General Motors y Honda venden vehículos en los tres países de América del Norte. Muchas de las piezas de esos coches cruzan las fronteras mexicana y/o canadiense varias veces antes de que el automóvil esté ensamblado. «Probablemente no haya ningún vehículo en el mercado actual que no se vea afectado de alguna forma o manera por los aranceles», asegura a CNN Peter Nagle, economista especializado en automoción de S&P Global Mobility.

Según un análisis del Anderson Economic Group (AEG), un think tank con sede en Michigan, los costes de producción de los vehículos fabricados en EEUU subirán entre 3.500 y 12.000 dólares por turismo. Este sobrecoste podría hacer inviable producir determinados modelos, especialmente aquellos con paquetes opcionales más baratos. «Los productores dejarán de fabricar algunos modelos», explica Patrick Anderson, de AEG. Como consecuencia, es posible que haya recortes en la producción y, por lo tanto, en el empleo.

El efecto de querer lavar ‘made in USA’

No hay que irse muy lejos para ver cómo la historia demuestra que los aranceles son una fórmula desaconsejable. El propio Trump, en su primer mandato (2016-2020), aprobó impuestos a las importaciones y el resultado, según investigaciones académicas, fue que terminaron perjudicando a las empresas de EEUU y a sus consumidores, que acabaron pagando precios más altos. Además, el Estado no recaudó más, sino al contrario, porque pese a cobrar más al país exportador se recaudó menos a través de impuestos individuales y corporativos.

Le han llamado «efecto lavadora» porque este caso ilustra muy bien lo que puede pasar cuando una nación decide imponer aranceles a las economías foráneas. En 2018, Trump decidió que había que hacer la colada de manera más patriótica y aplicó un impuesto a las lavadoras extranjeras, que estaban resultando mucho más baratas y que consideró competencia desleal.

El resultado de la medida fue malo para los hogares estadounidenses porque tuvieron que pagar más al adquirir una lavadora. A consecuencia del arancel, el precio de este electrodoméstico subió un 12%, como reveló una investigación elaborada por tres reconocidos economistas, Aaron Flaaen, Ali Hortacsu y Felix Tintelnot.

«Aunque se crearon algunos empleos, los consumidores pagaron un costo muy alto«, asegura Tintelnot, profesor de la Universidad de Duke (EEUU). Su estudio también mostró que, por cada empleo creado en la industria local de lavadoras, los estadounidenses en su conjunto pagaron aproximadamente 820.000 dólares adicionales. «No fue un buen negocio para ellos», le ha dicho el economista a la BBC.

De momento, dos de las principales cadenas de electrodomésticos de EEUU, Best Buy y Target, ya han anunciado que los aranceles impuestos a México, Canadá y China les van a obligar a subir los precios y no sólo de las lavadoras. En palabras de Inga Fechner, experta en comercio global de ING, «al final los consumidores cargan con el costo del conflicto comercial».

Lo pagarán consumidores… de todo el mundo

El «efecto lavadora» demuestra que aunque el arancel puede ofrecer protección a ciertas industrias, los costos se trasladan al consumidor final. Es decir, ese impuesto añadido generan un coste adicional para los consumidores del país que lo impone. Otro estudio, este del Peterson Institute for International Economics, ha observado cómo las tarifas aplicadas desde 2017 fueron transferidas en su totalidad a los ciudadanos de EEUU.

El problema puede hacerse mayor hasta derivar en una guerra comercial mundial. Más allá de lo que pase en Boston, Dallas o San Francisco, los economistas coinciden en que estas medidas amenazan con desencadenar una guerra comercial que podría afectar a la economía mundial. Los aranceles que la Casa Blanca defiende para México, Canadá, China y en breve para la Unión Europea (están por concretarse) pueden desatar un efecto dominó en las economías de todo el mundo y finalmente en el bolsillo de los consumidores de cualquier país.

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