Según datos que revela la Organización de Consumidores y Usuarios de España (OCU) el presupuesto navideño este año cae un 8 por ciento con respecto al año pasado. Aun así, la temporada festiva trae consigo una presión cultural con la que nos sentimos obligados a cumplir con ciertas expectativas, generando en muchos casos cuadros de ansiedad y mucha frustración.
En opinión de la psicóloga Lara Ferreiro, «este fenómeno tiene implicaciones significativas en la salud mental de las personas, que en algunos casos temen no cumplir con lo que se espera de nosotros, con sensación de insuficiencia y la aparición de pensamientos negativos como ‘no estoy dando lo suficiente’ o ‘no puedo permitírmelo’. Esto sucede porque medimos el amor por los otros en función de la cantidad (y calidad) de los regalos con los que les agasajamos».
Gastar mucho y cometer excesos, un bucle infinito
Como explica Ferreiro, «sentimos la obligación de gastar mucho dinero en comprar comida, que además sube su precio en estos tiempos. Si no lo planificamos, es habitual que se nos estropee parte de ella, y eso provoca enfado y frustración también. Es un bucle infinito».
Y añade: «La sobrecarga mental que acompaña a la falta de planificación, tanto de compra de regalos como de comidas, también frustra. Estamos invadidos de estímulos por todas partes, que en muchas personas puede resultar invasivo al no ser capaces de sobreponerse a los mil mensajes consumistas».
Esto les sucede, según la experta, de manera especial a las Personas Altamente Sensibles (PAS) porque son especialmente vulnerables a la ansiedad que provocan tantos mensajes. «A esa ansiedad se suman ataques de pánico y, en los casos más graves, trastornos depresivos, agorafobia (pánico a los espacios con aglomeraciones) y claustrofobia (miedo a estar en lugares cerrados)».
Así afectan las compras navideñas a nuestro cerebro
Las compras navideñas, sobre todo las que generan sensación de logro (encontrar el regalo ‘perfecto’ o aprovechar una oferta), activan el sistema de recompensa del cerebro, liberando dopamina (hormona del placer). «Esta liberación genera una sensación temporal de placer y satisfacción. La dopamina crea un circuito de refuerzo, y provoca que las personas deseen repetir ese tipo de conductas una y otra vez para experimentar la misma gratificación. El cerebro se vuelve adicto al consumismo».
Por otro lado, «el estrés por gastar más de lo que nos podemos permitir o la presión de tomar decisiones arriesgadas como pedir un préstamo para comprar regalos, activa el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal. Esta circunstancia libera cortisol, la hormona del estrés, que en niveles elevados puede causar ansiedad, fatiga y dificultades para la toma de decisiones, bloqueo».
Pero es que, además, «las decisiones constantes durante las compras (qué comprar, cuánto gastar) agotan los recursos cognitivos de la mente, y dificultan que podamos mantener el autocontrol, aumentando la probabilidad de la adicción». Es entonces cuando se puede generar un conflicto entre las capacidades económicas reales y el deseo de cumplir con expectativas sociales. «Este conflicto puede causarnos una disonancia cognitiva, una incomodidad psicológica que surge cuando las acciones no se alinean con los valores personales, como querer ahorrar pero sentirse obligados a gastar».
Trastornos y fobias que pueden desencadenar tantas compras
Los casos de estrés, ansiedad y depresión se disparan en Navidad, ya que el 60 por ciento de los adultos tiende a sufrir este tipo de trastornos en esta época. Según los últimos estudios, lo que más ansiedad genera son los gastos derivados de las compras y los compromisos sociales. El 70 por ciento afirma que son las compras navideñas la principal fuente de preocupación y frustración; y enero es el mes de más solicitudes en terapia del año.
«El ‘Síndrome de la Navidad’, también conocido como depresión blanca o ‘blues de Navidad’, se refiere a los sentimientos de melancolía, estrés, tristeza, y ansiedad, que muchos experimentan en esta época del año. Las causas que producen este síndrome, aunque están agravadas por el consumismo, también se deben a otro tipo de problemas como la soledad y tristeza por el recuerdo de seres queridos fallecidos».
Asociados con estas fiestas surge el ‘Síndrome de la silla vacía’, duelo sin cerrar por quienes nos faltan; la doronofobia o miedo a abrir los regalos por ansiedad irracional; o la selafobia o pánico a las luces de Navidad.
Claves para reducir el impacto negativo de las compras navideñas
La psicóloga Lara Ferreiro nos recomienda tener presentes unas pautas a la hora de enfrentarse a las compras, para ‘no morir en el intento’. «Hay que establecer un presupuesto realista, planificar con suficiente antelación haciendo listados y adelantando las compras».
Otra sugerencia interesante es «considerar alternativas creativas optando por regalos personalizados e, incluso, hechos por nosotros mismos, mucho más especiales. También debemos dedicar tiempo al autocuidado, practicar meditación, hacer ejercicio… y por supuesto aprender a establecer límites y saber decir ‘no’ cuando sea necesario sin sentirnos culpables. Yo propongo dejar de compararnos con los demás y redefinir nuestras propias expectativas», concluye la psicóloga.