Juan Lerma, director del Centro Internacional de Neurociencias Cajal (CINC), ha presentado su dimisión tras discrepancias con la actual presidencia del CSIC sobre un ambicioso proyecto para crear un gran centro de neurociencias independiente en el Centro de Investigaciones Interdisciplinares de Alcalá (Ci2A), un gran edificio que ha cambiado de manos varias veces y que será inaugurado el próximo 18 de febrero. La organización que actualmente preside Eloísa del Pino ha decidido que el edificio se dedique a usos de servicio, dejando fuera los objetivos científicos de Lerma. «Es lamentable. Se ha perdido una oportunidad de oro», ha dicho Lerma a este periódico. El megaedificio de Alcalá, de unos 30.000 metros cuadrados dedicados a espacios de investigación, está situado en las instalaciones del CSIC en el campus de la Universidad de Alcalá de Henares. Además del CINC, está destinado a acoger el Instituto Cajal (IC), el Instituto de Química Orgánica General (IQOG) y el Instituto de Química Médica (IQM). Fue creado originalmente para albergar un instituto de medicina biomolecular, pero el proyecto se olvidó debido a la crisis económica. Incluso estuvo cedido a la Guardia Civil hasta que en 2018 el CSIC, con Rosa Menéndez a la cabeza, lo reclamó de vuelta «y nos pusimos en marcha para crear un centro de neurociencias con visión internacional muy importante y con captación de fondos privados», explica Lerma. «La idea era hacer un centro con gobernanza propia, tipo CNIO, no un centro tipo del CSIC, para agilizar la gobernanza tan rígida que depende de la administración general del Estado. Y eso hemos seguido trabajando, pero desde que cambió la presidencia del CSIC en 2022 esta orientación cambia y la nueva presidencia deja de lado el centro científico», señala el investigador. «Pero me entero de que el Ci2A se va inaugurar y nos encontramos en una situación en la que el CINC está completamente dejado de lado por la potenciación de este centro de servicios. A ese edificio se va a trasladar el Instituto Cajal, que se pensó inicialmente que se integraría en el centro, y con eso yo veo inviable la generación de un centro de investigaciones de las características que se planteó en origen y que fue capaz de captar tantos fondos para ponerlo en marcha. Yo creo que el proyecto se ha desvirtuado y eso me lleva a dimitir», admite. El proyecto contaba con 31 millones de euros, 16 millones del Fondo Europeo de Desarrollo Regional de fondos (FEDER) y 15 millones de los fondos de recuperación y resiliencia de Comisión Europea. «Era una oportunidad de oro de hacer algo muy grande, muy importante, que creo que se ha perdido. Seguramente las autoridades del CSIC discrepan, pero es mi modo de ver y por eso presento mi dimisión», repite.