El coste de corregir la economía de los excesos del «ciclo bolivariano» - Venezuela
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El coste de corregir la economía de los excesos del «ciclo bolivariano»

Publicado: octubre 20, 2025, 6:30 am

Vienen tiempos de recortes económicos y los bolivianos han optado por la fórmula que parece menos dolorosa al elegir a Rodrigo Paz , de centroderecha, como nuevo presidente del país, con el 54,5% de los votos. Jorge Quiroga , que con un apoyo del 45,5% perdió su cuarto intento presidencial tras haber dirigido Bolivia en 2001-2002, apostaba, desde la derecha, por soluciones más drásticas. Está por ver que Paz pueda darle la vuelta a la grave situación del país, en su peor crisis en cuarenta años, sin recurrir a medidas avanzadas por su oponente (llamar a la puerta del Fondo Monetario Internacional, por ejemplo, puede ser irremediable), pero de momento se asegura un arranque socialmente tranquilo en esta transición desde los veinte años del Movimiento al Socialismo (MAS), formación de izquierda que situó como presidentes a Evo Morales (2006-2019) y Luis Arce (2020-2025). A Paz le toca corregir los excesos del «ciclo bolivariano». Durante los años del superciclo de las materias primas (desde comienzos de siglo hasta mediados de la década pasada) los gobiernos del llamado Socialismo del Siglo XXI realizaron un gran gasto público sin cultivar debidamente las fuentes económicas. Han sido los gobiernos que han venido detrás los que han tenido que aplicar los recortes requeridos por el empeoramiento económico: así ocurrió con Macri y ahora Milei en Argentina; con Moreno, Lasso y ahora Noboa en Ecuador, y algún día tocará hacer en Venezuela. A Macri y a Lasso su moderación no les fue bien, y la tardanza en resultados dio paso al descontento social. No sabemos lo que ocurrirá con Milei, con políticas más duras y mejoras más rápidas, pero en una progresión positiva que quizá se ha encallado. En Bolivia, Rodrigo Paz se estrenará al menos con un apoyo parlamentario mayor que el tuvieron esos otros presidentes mencionados. Al haber ganado la primera vuelta, momento en que también tuvieron lugar las elecciones legislativas, el Partido Demócrata Cristiano de Paz logró 49 diputados, que con los 26 de Unidad, liderados por el empresario Samuel Doria , superan la mayoría absoluta en una Cámara Baja de 130 asientos. Doria quedó en tercer lugar en la primera vuelta presidencial y prometió su apoyo a Paz para la segunda; ahora ha expresado su compromiso a conformar la mayoría oficialista. Aunque los 39 diputados de Libre, de Jorge Quiroga , tendrán que ejercer de oposición, se supone que pueden sumarse también en la aprobación de ciertos paquetes económicos. Parecida situación ocurre en el Senado, donde el PDC tiene 16 puestos, Unidad 7 y Libre 12, de un total de 36. La izquierda ha sido prácticamente borrada de las dos cámaras (se ha quedado sin senadores y solo 11 diputados), lo que puede llevar a sectores más extremos a intentar hacer política desde la calle. Puede ser el caso de la Alianza Popular de Andrónico Rodríguez , joven pupilo de Morales, quien intenta recoger la bandera de este, y del propio Morales, que s e resiste a entender que su tiempo político ya pasó . El expresidente promovió el voto nulo en la primera vuelta presidencial, donde cosechó el 19,8%; en la segunda el voto nulo bajó ligeramente a 17,1%, demostrando que Morales sigue teniendo adeptos, por más que claramente insuficientes para encabezar una renovación de la izquierda. El triunfo de Rodrigo Paz en las áreas en las que solía vencer el MAS (Quiroga solo ha vencido en tres de los nueve departamentos, entre ellos el de Santa Cruz) supone un cierto aval de partida. En La Paz obtuvo el 65% de los votos y se acercó a esa cifra en Cochabamba, mostrando que ha contado ampliamente con el voto indígena que en su día alimentó al MAS. La retirada o recorte sustancial del subsidio a los carburantes (ayudas estatales que los bolivianos juzgan obligatorias debido a las reservas de hidrocarburos, sobre todo de gas, que tiene el país) será la primera piedra de toque del nuevo gobierno. Se trata de un asunto socialmente muy sensible, como se ha visto en otros países de la región ( ahora ocurre en Ecuador, cuyo gobierno se ve confrontado por protestas callejeras ). Solo en 2024, Bolivia empleó 2.000 millones de dólares (casi el 4% de PIB) a esos subsidios, complicando un cuadro macroeconómico ya muy negativo.

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