Publicado: octubre 18, 2025, 11:19 pm
La tendencia hacia modelos de construcción más naturales y sostenibles está poniendo de relieve el uso del corcho como material en la edificación (en aislamiento, suelos y decoración). Aunque no es nuevo, pues ya lo empleaban los árabes para aislamiento térmico de las viviendas: levantaban paredes colocando capas alternas de piedra y pedazos de corcho del grueso de un ladrillo; unían estos materiales con tierra o arcilla amasada. Raquel García Mateos, ingeniera industrial del Instituto del Corcho, la Madera y el Carbón Vegetal (Iprocor), entidad adscrita al Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (Cicytex), explica sus propiedades: «En cualquier construcción, la característica más importante de este producto es el aislamiento, tanto acústico, como térmico. En ambientes interiores también puede generar una sensación de confort». Otra de sus bondades es la capacidad antivibratoria. En las bancadas de los cimientos se pueden colocar unas planchas de corcho con mayor densidad de la normal. Encima de esta base se sitúan los paneles o los forjados de hormigón. Con eso se logra la amortiguación del edificio. García Mateos ha participado en la elaboración del Manual de materiales naturales en construcción, donde se recorren las posibilidades del corcho en las propuestas constructivas. Técnicos del Cicytex también han realizado una revisión de las bibliotecas de materiales de las herramientas informáticas para la certificación energética de los edificios y han incorporado materiales naturales y reciclados no incluidos en los programas o mal situados. Entre ellos el corcho, que ha sido caracterizado en las actividades del proyecto hispano-luso LIFE ReNatural NZEB, con el propósito de que el personal relacionado con el sector de la construcción pueda implementarlos en el diseño o rehabilitación de edificios. «El principal problema del sector es la producción —indica García Mateos—. Entre la sequía provocada por el cambio climático y enfermedades como la seca, la cantidad del material conseguido del alcornoque se está reduciendo y además es de peor calidad». El ingeniero de montes del Iprocor Ramón Santiago Beltrán aclara que uno de los motivos de la utilización del corcho en construcción, su bajo precio, ha variado en los últimos años: «Los problemas de suministro se deben a que existe bastante demanda del tapón, que pueden pagar un precio alto. También influye el impacto medioambiental». Las soluciones constructivas son el segundo destino por orden de importancia dentro del sector, a mucha distancia de la industria taponera. La Península Ibérica concentra la mayoría de la producción mundial del corcho, con Portugal a la cabeza (55%). España cuenta con el 25% gracias a sus más de 500.000 hectáreas de alcornocales, que originan más de 62.000 toneladas anuales. Según Santiago Beltrán, «la industria lusa nos lleva ventaja en las manufacturas para construcciones». Entre las principales investigaciones de Cicitex sobre este material se encuentra un proyecto para producir hidrógeno verde con residuos del producto. Un ático en la ciudad de Barcelona ha combinado materiales naturales en el que destaca el corcho visto, como el techo recubierto con paneles. Es un proyecto de Sigla Studio, fundado por Bernat Riera y Sergi Puig. Remarca el arquitecto Riera que la importancia del corcho en la construcción se debe a «una necesidad, porque no solo se trata de ser responsables y de utilizar materiales que no sean tóxicos sino también que contribuyan a generar inercia térmica en los edificios y al buen funcionamiento de todo el conjunto». «Era un ático que al estar muy expuesto tenía mucha superficie de contacto con el exterior. Por eso se procuró minimizar la diferencia de temperatura entre interior y exterior, conseguir mayor inercia térmica y una mayor envolvente. Gracias a nuestra intervención, aislamos todas las paredes perimetrales, aparte del techo, y mejoró el certificado energético», detalla el cofundador de Sigla Studio. La eficiencia energética que se logra es otro de los pluses. En su vivienda, un piso antiguo en la zona del Ensanche, también ha utilizado el corcho como aislante: «Aquí no está expuesto. Lo he empleado en la fachada de delante y la de detrás con corcho y gasto muy poco». En su despacho del estudio lo utiliza como aislante en la pared. Estima Riera que «lo más sostenible es intervenir lo menos posible; la buena arquitectura consiste en materiales que duran y que con el tiempo no necesitan mantenimiento, como el corcho». «Lo puedes poner directamente en el exterior y es totalmente resistente», añade. Y menciona como ejemplo dos casas en la Costa Brava, cerca del mar, proyecto de Emiliano López & Mónica Rivera Arquitectos, que superaron la complicación de la sal en las fachadas que despinta fácilmente las construcciones. A Sigla Studio le gusta que sus proyectos unan la funcionalidad y la parte estética. «Es una doble ventaja, porque aparte de sus propiedades aporta calidez», subraya. La empresa proveedora del material es Barnacork, que ofrece soluciones para la construcción, la industria, el diseño o la náutica. Lo que no sirve para tapones se tritura y se aglomera. Tres son las formas en que se presentan las soluciones constructivas con el corcho de materia prima: planchas, rollos y granulados. A veces se usan aditivos para que los granos queden unidos. Su papel como aislante todavía está lejos de otros materiales como lana de roca, lana de vidrio, el poliuretano o el poliestireno. Francisco Javier Seguranyes Guillot, gerente fundador de La Sureda Cork, fabricante dedicado a la venta mayorista, repasa la tipología de productos: «Al aglomerado expandido popularmente se le conoce como corcho negro. No es que sea negro, ni que se haya pintado. Ha cogido el color por el proceso de fabricación. Gracias al vapor aumenta el volumen de los granos, pero quedan vacíos por dentro, lo que mejora el aislamiento. En este caso no lleva ningún aditivo. Se autoglomera en bloques por la acción de su propia resina, la suberina. Posteriormente se corta en planchas». Los demás aglomerados, que son para corchos decorativos, planchas aislantes, revestimientos de paredes o pavimentos para el suelo sí llevan aglutinantes químicos. Las aplicaciones del corcho en construcción son diversas: parqué, tarima flotante… O incluso en céspedes artificiales, relata: «Antes se hacía con granulado de caucho, pero se apuesta trabajar con elementos más ecológicos». Otra solución constructiva es el corcho proyectado. «Consiste en dar un revestimiento a superficies —dice Seguranyes — empleando una mezcla de resinas base agua con granulado fino de corcho. Normalmente se utiliza para aislamiento en exteriores de edificios». «Resulta difícil hacer un aislamiento sin levantar paredes. En vez de usar una pintura normal, se puede proyectar granulado de corcho en emulsión con una resina que tiene adherencia e impermeabiliza. Así no hay filtraciones de agua. Quedan unos espesores de unos 3 o 4 milímetros», apunta. El granulado de corcho también es material incluido en la fabricación del mortero, pero en este caso la compañía solo lo fabrica y lo suministra. La posterior producción corre a cargo de los constructores. Según Seguranyes, es ideal «en lugares que no tienen mucha carga de peso; el granulado de corcho tiene una densidad bastante ligera respecto a la grava o a la arena; además con un poder aislante térmico importante». Versatil, acogedor y práctico, el corcho se ha destapado definitivamente como una alternativa al alza en la revolución de los biomateriales en la construcción.