Publicado: mayo 15, 2025, 7:30 am
Libia sigue viviendo en el caos. Lo saben bien los nueve españoles que este miércoles quedaron recluidos en un hotel de Trípoli (antes de ser evacuados a la embajada española) por la violencia entre las milicias que asola esta semana la capital del país. Han pasado casi catorce años desde la muerte de Muamar el Gadafi y cinco desde el supuesto final de la Guerra Civil (2014-2020), pero Libia sigue siendo hoy un Estado fallido.
Los nueve españoles forman parte de una delegación de una veintena de españoles, encabezada por la Cámara de Comercio de Tarragona, que llegó el lunes a Trípoli. La embajada española confirmó que están todos bien y que, protegidos por la policía diplomática, esperan a ser repatriados cuando las condiciones de seguridad lo permitan, informa RTVE.
La capital de Libia vive esta semana violentos enfrentamientos entre diferentes facciones armadas que amenazan con hacer tambalear más la ya inestable Libia. Los combates se concentraron en el barrio de Abu Salim, antiguo foco de resistencia pro Gadafi y bastión de la poderosa milicia Aparato de Apoyo a la Estabilidad (SSA). Ya van seis muertos, según el Centro de Medicina de Emergencia y Apoyo de Libia.
En los enfrentamientos hubo disparos y explosiones de artillería pesada. La situación obligó a las autoridades a declarar el estado de emergencia. Se evacuaron áreas cercanas a los aeropuertos, varias aerolíneas desviaron sus vuelos y se suspendió la actividad en los centros educativos. El Ministerio del Interior llamó a los ciudadanos a extremar las precauciones y a no salir de casa.
Han pasado casi catorce años desde la muerte de Muamar el Gadafi y cinco desde el supuesto final de la Guerra Civil (2014-2020), pero Libia sigue siendo hoy un Estado fallido
La misión de las Naciones Unidas en el país, UNSMIL, pidió urgentemente un alto el fuego y advirtió que «los ataques contra civiles o bienes civiles pueden constituir crímenes de guerra».
La muerte de ‘Gheniwa’ y el Gobierno de Unidad
En la lucha entre grupos armados del lunes murió Abdel Ghani al Kikli, conocido como ‘Gheniwa’, jefe de la SSA. No se conocen las circunstancias, pero medios locales apuntan a un posible sabotaje. La muerte de Al Kikli podría haber llevado a una escalada de la violencia, según apuntan estos medios.
Al día siguiente, una brigada afiliada al primer ministro Abdelhamid Dbeiba tomó el control del cuartel general de SSA. El Gobierno de Unidad Nacional de Libia (GUN), apoyado por Naciones Unidas, anunció que tomaba el control del sur de Trípoli.
El jefe del GUN anunció una restructuración de cargos y aparatos de seguridad y seguidamente sus fuerzas se desplegaron en varios distritos de Trípoli. También tomaron el control de la Agencia Antiinmigración Ilegal y avanzaron hacia las cárceles de Al Jadidah y Al Ruwaimi.
Se supo que de la primera de esas prisiones se habían fugado varios delincuentes tras violentos enfrentamientos. Según la UNSMIL, la mayoría de los prófugos son presos muy peligrosos con delitos de sangre (en las milicias hay muchos jóvenes acusados de violaciones de los derechos humanos). «Si estos enfrentamientos violentos continúan, conducirán a consecuencias terribles y catastróficas que amenazan la seguridad y la estabilidad de la ciudad de Trípoli y de toda Libia», alertó la agencia de la ONU.
Anteriormente, trece miembros del Parlamento expresaron «su profunda preocupación» por la escalada militar y advirtieron de sus repercusiones en la estabilidad del país. «Grupos armados han convertido Trípoli en un campo de batalla para el control de las instituciones estatales y de los fondos del pueblo», lamentaron en un comunicado conjunto. Estos intercambios de fuego reflejan «el fracaso del proceso de consenso político», consideran los diputados.
Milicias y grupos armados cuasi criminales
El problema de Libia es de autoridad, la que escasea en un país que, tras la muerte de Gadafi y la Guerra Civil, que en teoría finalizó en 2020, ha quedado en un paisaje de reinos de taifas. La integración de las milicias libias en los aparatos de seguridad oficiales no termina de garantizar la estabilidad, asegura EFE, pese a que en febrero de 2024 el GUN anunció la expulsión de los principales grupos armados del centro de la capital.
Tras la guerra, donde intervino la OTAN, en Libia quedaron una multitud de grupos armados, cuasi criminales, que rivalizan y se traicionan. El GUN ha intentado captar a muchos de ellos afiliándolos al Estado. En esa labor, ha conseguido reducir el mapa de milicias pero no la influencia que han demostrado algunos de sus líderes, como era el caso de Al Kikli.
La rivalidad entre las milicias ha traído de cabeza al Gobierno de Dbebiba. De todas ellas, el SSA (creada por decreto presidencial en 2021) ejercía una amplia influencia a través del control de la economía política. La escalada de este lunes y la muerte de Al Kikli apuntan a una nueva reconfiguración de las fuerzas bajo control del GUN.
Otro actor importante es el mariscal Jalifa Haftar, que controla el este y sur del país. Él consiguió integrar la mayoría de grupos armados de la zona oriental en el llamado Ejército Nacional Libio (ENL), que posee cierta homogeneidad. Haftar estaba en Moscú el pasado 8 de mayo, donde fue recibido por el secretario de Consejo de Seguridad de Rusia y exministro de Defensa, Serguéi Shoigú.