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El año cero de un modelo menos optativo y más competencial

Publicado: mayo 26, 2025, 9:54 am

Pocos aspectos despiertan tanta tensión entre los estudiantes de segundo de bachillerato como las pruebas de acceso a la Universidad. Este año, los exámenes que popularmente se conocen como Selectividad y que hasta ahora se denominaban oficialmente EBAU o EVAU, recuperan su antigua denominación de PAU . Y aunque el nombre parece llevar implícito grandes cambios, los expertos transmiten un mensaje de tranquilidad y subrayan la consigna de que no serán tan relevantes. Aunque se habla de un nuevo modelo, la estructura general de la prueba se mantiene prácticamente igual a la del año pasado. Este año, el ajuste más significativo está en la incorporación de preguntas de carácter competencial. Según lo establecido por el Ministerio de Educación, al menos un 25% de las preguntas deberán evaluar competencias. Es decir, no solo conocimientos teóricos, sino la capacidad del alumnado para aplicarlos en contextos reales. En palabras de Jorge Pérez Serrano, vicerrector de Estudios de Grado y Acceso de la Universidad de Alcalá (UAH), esto no implica una revolución: «No va a haber grandes diferencias. Solo que un cuarto de las preguntas será competenciales. Y eso, en muchas materias, ya se hacía de forma natural». El vicerrector insiste también en otro punto clave: el 60% de la nota final con la que un estudiante accede a la universidad procede del Bachillerato. La PAU solo aporta el 40% restante. «A veces se carga mucho peso sobre la prueba. Parece que todo depende de ella, pero no es así». La palabra competencia ha pasado de los planes educativos al lenguaje habitual de profesores y coordinadores. Pero, ¿qué significa en la práctica y cómo se traduce eso en un examen? En materias como Historia, Lengua, Química o Biología, las preguntas competenciales suelen consistir en contextualizar un conocimiento: presentar un problema real o una situación y pedir al alumno que lo resuelva aplicando lo aprendido. La realidad es que muchas de las asignaturas ya incluyen esas competencias en la práctica, aunque no siempre con un formato explícito, resume Luis Alberto Carrión del IES Guadalerzas de Los Yébenes y armonizador de la asignatura de Griego. «En asignaturas como latín o griego, por ejemplo, se lleva evaluando competencias desde siempre: traducir, analizar, explicar…». La intención, en teoría, es avanzar hacia un modelo menos memorístico y más relacionado con la comprensión y la transferencia de conocimientos. Sin embargo, quienes llevan décadas preparando al alumnado para esta prueba insisten en que este cambio es más superficial que profundo. Uno de los objetivos actuales es limitar la elección de preguntas —modelo que se amplió con motivo del Covid— para asegurar que todos los estudiantes demuestren haber adquirido un mínimo común de competencias. Es decir, que no haya estudiantes que, por evitar ciertas preguntas, puedan aprobar sin haber tocado competencias clave, explica Jesús Manuel Molero García, coordinador técnico de las pruebas de acceso a la universidad (PAU) de la UCLM. Por eso, este año se intenta reducir esa optatividad, pero sin eliminarla del todo. La clave está en establecer unos mínimos de competencias que deben evaluarse en todos los casos. El papel del profesorado en este proceso es clave. «Durante todo el curso, los docentes han estado informados de los modelos y criterios de evaluación. Incluso se realizan reuniones específicas en cada distrito universitario para compartir esa información con los centros de Bachillerato», continúa explicando Luis Alberto Carrión. Otro de los aspectos reforzados este año es la atención a la corrección formal del examen. La Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), en su última reunión en Bilbao, acordó que los errores gramaticales, ortográficos o de presentación podrán restar hasta un 10% de la nota en las materias generales, y hasta un 15% en las lenguas extranjeras. Esto ya se venía aplicando de forma desigual entre comunidades, pero ahora se formaliza como parte del esfuerzo por armonizar criterios entre los 17 distritos universitarios del país. Más allá de los ajustes técnicos, hay algo que todas las voces académicas coinciden en subrayar: la selectividad no es una trampa ni un obstáculo insalvable. Si un estudiante ha seguido el curso con normalidad, sabrá enfrentarse a la PAU sin problemas, señalan todos los expertos consultados. Y añaden un dato que no siempre se visibiliza: la tasa de aprobados supera el 93 %. Esto demuestra que el sistema no está pensado para excluir, sino para ordenar. Por eso, desde las universidades se insiste también en la transparencia. Los contenidos que entran en cada materia están publicados desde octubre, y los docentes han trabajado con ellos durante todo el curso. Incluso se han hecho modelos de examen para que el alumnado se familiarice con el formato. Los exámenes siguen siendo similares a los de años anteriores, y quienes han preparado bien el curso no deberían tener sorpresas. Por eso, el mejor consejo para los estudiantes sigue siendo el de siempre: saberse bien el temario, practicar con modelos de examen y, sobre todo, confiar en lo aprendido.

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