Publicado: febrero 11, 2025, 2:55 am
La historia de la ciencia está repleta de rivalidades apasionantes, pero pocas han tenido un impacto tan duradero en nuestra vida cotidiana como la que enfrentó a Thomas Edison (1847-1931) y Nikola Tesla (1856-1943) a finales del siglo XIX. Esta disputa, conocida como ‘la guerra de las corrientes’, no solo definió cómo iluminamos nuestros hogares, sino que marcó el rumbo del desarrollo tecnológico moderno. Para entender esta fascinante historia debemos retroceder hasta 1884, cuando un brillante ingeniero serbio llamado Nikola Tesla desembarcó en Nueva York con apenas cuatro centavos en el bolsillo y una carta de recomendación para trabajar con el ya entonces famoso Thomas Edison. El joven Tesla, que había estudiado ingeniería eléctrica en Austria, llegaba con grandes ideas sobre la corriente alterna (AC) y la esperanza de revolucionar el mundo de la electricidad. Edison, por su parte, ya era un inventor consagrado y había establecido su imperio empresarial basado en la corriente continua (DC). Su sistema de distribución eléctrica alimentaba las bombillas que él mismo había perfeccionado y para el año en que se conocieron las calles de Manhattan ya brillaban con la luz de Edison. Sin embargo, su sistema tenía una importante limitación: la corriente continua solo podía transmitirse eficientemente a distancias cortas, requiriendo costosas estaciones generadoras cada pocos kilómetros. El encuentro entre ambos genios fue breve pero significativo. Tesla trabajó para Edison durante apenas seis meses, tiempo durante el cual el veterano inventor desestimó las ideas del joven sobre la corriente alterna, considerándolas poco prácticas y potencialmente peligrosas. La ruptura llegó cuando Edison supuestamente se negoció a pagar a Tesla una asignación prometida de 50.000 dólares para mejorar sus generadores de corriente continua, diciéndole que había sido «una broma americana», que el extranjero no había entendido. Este desencuentro marcó el inicio de una de las rivalidades más intensas de la historia de la ciencia. Tesla, respaldado por el empresario George Westinghouse, comenzó a desarrollar su propio sistema de distribución eléctrica basado en la corriente alterna. La AC tenía una ventaja fundamental: mediante transformadores su voltaje podía aumentarse para la transmisión a larga distancia y luego reducirse para su uso doméstico, permitiendo llevar electricidad a lugares mucho más alejados de las centrales generadoras. Edison, viendo amenazado su imperio de la corriente continua, inició una feroz campaña de desprestigio contra la corriente alterna. En lo que podría considerarse uno de los primeros casos de desinformación tecnológica, organizar demostraciones públicas donde electrocutaba animales con corriente alterna para ‘demostrar’ su peligrosidad. Incluso llegó a colaborar en el desarrollo de la primera silla eléctrica , asegurándose de que utilizara corriente alterna, en un intento de asociar el sistema de Tesla con la muerte. La batalla alcanzó su punto culminante en 1893, durante la Exposición Mundial de Chicago. Westinghouse y Tesla ganaron el contrato para iluminar la feria, creando un espectáculo deslumbrante que demostró la superioridad técnica y económica de la corriente alterna. La imagen de millas de bombillas iluminando la ‘Ciudad Blanca’ de la exposición cautivó la imaginación del público y marcó el principio del fin para el sistema de corriente continua de Edison. El golpe definitivo llegaría poco después, cuando la hidroeléctrica de las cataratas del Niágara comenzó a generar electricidad utilizando el sistema de corriente alterna de Tesla. Este proyecto demostró definitivamente la viabilidad de la transmisión eléctrica a larga distancia y desarrolló el estándar que seguimos utilizando hoy en día. La ironía de esta historia es que ambos inventores tenían razón en parte. La corriente alterna demostró ser la mejor opción para la transmisión y distribución de electricidad a gran escala, pero la corriente continua encontró su lugar en las aplicaciones de baja potencia. De hecho, hoy en día, con el auge de la electrónica digital y las energías renovables, la corriente continua está viviendo un renacimiento. Nuestros dispositivos móviles, ordenadores y paneles solares funcionan con CC, aunque la red eléctrica que los alimenta sigue utilizando el sistema AC de Tesla. Tesla murió en 1943 en la habitación de un hotel de Nueva York, solo y prácticamente en la pobreza, a pesar de haber revolucionado la forma en que se consumía la electricidad. Edison, por su parte, siguió siendo un inventor prolífico y un exitoso empresario, hasta su muerte en 1931. La empresa que fundó (General Electric) acabaría adoptando la corriente alterna, reconociendo su superioridad técnica. Así que ya sabe, la próxima vez que pulse un interruptor recuerde que detrás de ese simple gesto hay una historia de genialidad, competencia y perseverancia que cambió el mundo para siempre.