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Iga Swiatek atraviesa un cierre de año con turbulencias: no pudo refrendar su posición como la tenista número 1 del ranking mundial, falló en la defensa del título de las WTA Finals y, por si fuera poco, fue suspendida un mes por dopaje.
Todas estas situaciones están generando un fuerte impacto a su alrededor, desde lo emocional hasta lo económico y organizacional.
En una entrevista con la televisión de su país, la pentacampeona de nivel Grand Slam detalló sus primeras sensaciones al ser notificada por dar positivo a trimetazidina hace algunos días, al término de la temporada 2024 de la Asociación Femenil de Tenis (WTA).
“Lloré mucho. Cuando se nos notifica algo a los jugadores normalmente nos llega un correo electrónico, así que pensé que sería una notificación común, pero resultó ser mucho más serio”, narró la jugadora que, a sus 23 años, ya está en el top 10 de tenistas femeniles con mayores ingresos de la historia.
“Tuve una reacción muy violenta, una mezcla de incomprensión y pánico (…) No pude leer el correo hasta el final porque ya estaba bañada en lágrimas. Dijeron que mi reacción había sido como si alguien hubiera muerto. Me alegro de no haber estado sola en ese momento”.
Fue a finales de noviembre cuando la Agencia Internacional para la Integridad en el Tenis (ITIA) reveló la suspensión para Iga Swiatek, después de algunos meses de proceso de investigación. La prueba de orina que dio positivo a trimetazidina fue a principios de agosto, durante el Abierto WTA 1000 de Cincinnati, en Estados Unidos.
La polaca fue suspendida por primera vez del 22 de septiembre al 4 de octubre, por lo que no pudo participar en tres torneos del WTA Tour: el Abierto de Corea (nivel WTA 500), el Abierto de China y el Abierto de Wuhan (estos últimos, de nivel 1000).
Al final, la ITIA señaló que el nivel de culpa de la cuatro veces campeona de Roland Garros se encuentra dentro del rango más bajo de la escala del Código Mundial Antidopaje, cuya definición oficial es “Sin culpa o negligencia significativa”.
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A pesar de ello, y de que la propia WTA escribió un comunicado de apoyo, Iga Swiatek definió con un fuerte impacto emocional todo lo que vivió respecto al dopaje, considerando que es una jugadora ajena a los escándalos.
El segundo impacto fue en su cartera, pues relata que recurrió a la contratación de un abogado de Estados Unidos, especialista en este tipo de situaciones, para encontrar una solución pronta y sin afectar su promisoria carrera.
“Me ayudó el haber ganado ya mucho dinero y poder gastarlo en mi defensa sin siquiera pestañear. Sé que muchos deportistas no tienen estas oportunidades y creo que esto es algo que puede frenarlos, porque yo pagué por todo el proceso y gasté unos 90,000 dólares”.
Y es que, de acuerdo con el sitio oficial de la WTA, Iga Swiatek tiene un premio económico acumulado de 33,141,991 dólares a lo largo de su carrera profesional, que comenzó en 2016.
Es un premio que proviene de los 22 títulos de singles que ha conseguido, sobre todo los cinco de Grand Slam (cuatro de Roland Garros y uno de US Open), las WTA Finals 2023 en Cancún y una decena de trofeos WTA 1000, que son los que mayores bolsas reparten.
Por otra parte, toda la situación de dopaje provocó que Swiatek decidiera cambiar a un elemento de su staff, aunque más apegado a la parte de imagen que a lo deportivo.
Sustituyó a su jefa de prensa y relaciones públicas, Paula Wolecka, quien tenía poco más de tres años en dicho cargo. Fue reemplazada por Daria Sulgostowska, egresada de la Universidad de Varsovia y con recientes funciones dentro de la Asociación Polaca de Tenis (PZT, por sus siglas en polaco).
Previamente, Iga Swiatek había decidido cambiar de entrenador. Sustituyó al polaco Tomasz Wiktorowski, con quien trabajó durante tres años, por el belga Wim Fisette, quien ha trabajado con jugadoras top como Naomi Osaka y Victoria Azarenka.
El último torneo en el que Iga Swiatek compitió fue en las Finales 2024 de la Billie Jean King Cup, donde su país, Polonia, fue eliminado por Italia en semifinales. Rumbo a la temporada 2025, su nombre ya aparece en la lista de entrada del Australian Open, el primer Grand Slam (en enero).
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