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La relación entre la presidenta de México, Claudia Sheinbaum y Donald Trump, comenzó marcada por una combinación de tensiones diplomáticas y gestos de apertura al diálogo. Desde su primer acercamiento tras la victoria del republicano, ambos líderes han intercambiado posturas sobre temas espinosos como migración, comercio y el tráfico de drogas, en medio de polémicas declaraciones que han encendido el debate público.
Este lunes 20 de enero, Trump tomará protesta como el presidente número 47 de Estados Unidos, en un evento al que no invitó a su homóloga mexicana.
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Primeras tensiones entre las amenazas y cordialidad
Tras su elección, Trump revitalizó su retórica enérgica sobre México, incluyendo amenazas de aranceles del 25%, designar cárteles como organizaciones terroristas y cerrar fronteras para detener la migración. En respuesta, Sheinbaum destacó la necesidad de cooperación y respeto mutuo, subrayando que México no aceptará injerencias ni medidas que atenten contra su soberanía.
“México es libre, soberano e independiente; colaboramos, pero nunca nos subordinamos”, afirmó la mandataria.
La relación inició con gestos de cordialidad. Sheinbaum felicitó a Trump por su triunfo electoral, confiando en una agenda bilateral basada en diálogo y respeto. Trump, por su parte, describió a la presidenta como “una mujer amable” y destacó su disposición al diálogo. Sin embargo, surgieron tensiones más adelante en conversaciones sobre migración y comercio. Trump aseguró que Sheinbaum había aceptado cerrar fronteras, lo que ella desmintió categóricamente, reiterando que México no respalda esa postura.
Fentanilo, T-MEC, aranceles, temas espinosos
En temas de seguridad, Trump expresó preocupación por el tráfico de fentanilo y la violencia relacionada con el narcotráfico. Sheinbaum respondió señalando los esfuerzos de su gobierno para combatir estos problemas y atribuyendo la crisis del fentanilo en Estados Unidos a un problema de consumo interno. También subrayó que los migrantes mexicanos contribuyen significativamente a ambas economías, enfatizando la importancia de mantener una relación respetuosa.
En el ámbito comercial, Sheinbaum descartó una “guerra arancelaria” y señaló que las conversaciones giraban en torno a soluciones conjuntas. La presidenta ha apostado por la estabilidad y colaboración derivadas del T-MEC, destacando la integración económica como una fortaleza mutua.
«América Mexicana» y el «Golfo de América»
La última controversia surgió cuando Trump propuso renombrar el Golfo de México como «Golfo de América», lo que generó una respuesta sarcástica por parte de Sheinbaum, quien sugirió renombrar a Estados Unidos como «América Mexicana». Aunque el comentario fue recibido con humor en algunos sectores, evidenció la sensibilidad de las relaciones bilaterales en materia de soberanía e identidad nacional.
«Obviamente el Golfo de México es reconocido por Naciones Unidas. ¿Por qué no llamamos América Mexicana a Estados Unidos? ¿Se oye bonito, no?», declaró Sheinbaum, haciendo alusión a un antiguo mapamundi en el que América del Norte llevaba ese nombre.
«No pasa nada»: Sheinbaum
Esta semana, Sheinbaum confirmó que no recibió la invitación oficial para asisitir a la toma de posesión de Donald Trump. «No, pero no pasa nada, no pasa nada, está ahí el embajador de México en Estados Unidos, no hay problema».
A pesar de las diferencias, Sheinbaum ha manifestado su intención de mantener una relación cordial con Trump, confiando en el diálogo como herramienta para resolver las discrepancias. «México es un país libre, soberano e independiente. Siempre enfrentaremos cualquier problemática con unidad y firmeza», aseguró la mandataria durante un evento público en el Zócalo de Ciudad de México al cumplir 100 días en el poder el pasado 12 de enero.
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