Publicado: febrero 10, 2025, 8:15 am
Hace apenas unos días, se procedía, en Lisboa, a la apertura del testamento de Karim Al Hussaini, el Aga Khan IV, quien falleció a los 88 años a principios de este mismo febrero. En el mismo se estipulaba que su primer hijo varón, el príncipe Rahim Al-Hussaini, era nombrado Aga Khan V y, por ende, 50º imán de los «[musulmanes chiitas] ismailíes que viven en más de 35 países», como han explicado desde su fundación. Esta larga dinastía de reyes —sin reino alguno—, que afirman descender del profeta Mahoma y que rigen espiritualmente la vida de los entre 12 y 15 millones de personas de su culto, encontraba así una nueva cabeza visible, que además ha resultado ser una de las personas no solo más ricas, sino también más herméticas del mundo.
La saga, por tanto, continúa sin sorpresas. El Aga Khan IV ha decidido seguir con la tradición y su hijo, que ya trabajaba codo a codo con él y que estaba muy involucrado en los negocios familiares, le sucederá. No podía, dado que el imanato únicamente lo heredan varones, nombrar a su primogénita, Zahra, si bien es cierto que Rahim ha estado preparándose casi desde su nacimiento para este momento.
Su padre, amigo íntimo del rey Juan Carlos I —dado que estudiaron juntos en el internado de los marianistas en Friburgo, en Alemania—, y de la reina Isabel II de Inglaterra, que llegaba a brindarle le brindaba honores propios de un jefe de Estado en sus vistas a Buckingham, le cede además el control de la inmensa fortuna familiar, muy difícil de estimar, pero que se calcula en miles de millones de dólares.
A sus 53 años, Rahim Al-Hussaini, ha sido siempre un hombre con una clara tendencia a seguir los pasos de su padre. Nacido en Ginebra, en Suiza, en 1971, se crio junto a sus hermanos —además de Zahra tiene otros dos: Hussain, fotógrafo de naturaleza y Aly, director de fotografía— y su madre, la modelo británica Sarah Croker Poole, que adoptó el título de Begum («Princesa») Salima tras su matrimonio en 1969, entre los Alpes, París, Saint-Mortiz (los inviernos) y Cerdeña (los veranos). Su padre se acabaría divorciando en 1995 para posteriormente casarse de nuevo con la cantante alemana Gabriele Thyssen, la Begum Inaara.
Está acostumbrado, por tanto, a tratar desde joven con la aristocracia y la realeza europea y a ser la mano derecha de su padre. Por ello no fueron extrañas sus decisiones vitales para sus estudios: primero, cursó Literatura en la prestigiosa Universidad de Brown, en Estados Unidos, y más tarde, en 2006, complementó su formación con un programa de Dirección Empresarial cursado en Barcelona y que entraba dentro del IESE, la business school de la Universidad de Navarra.
Desde entonces, ha ocupado diversos puestos de responsabilidad en la AKDN, la Aga Kahn Development Network, una red de diversas instituciones creada en 1967 y con la que la familia intenta contribuir al desarrollo de los países más desfavorecidos de África y Asia, ya que posee un presupuesto anual de alrededor de mil millones de dólares, así como una significativa presencia en todo el mundo. Esta labor, además, la complementa con la que tiene dentro de la Fundación Aga Khan, donde supervisa y ejecuta planes de común orientados a la preservación del medio ambiente y a la lucha contra el cambio climático.
Asimismo, no ha querido jamás estar a la sombra de su padre, de ahí que hace 15 años se decidiese a montar un campus de estudios islámicos, así como fue indispensable su ayuda para que el príncipe Guillermo de Inglaterra llevase a cabo su proyecto más ambicioso: el premio Earthshot. De su padre, además, también hereda la tarea de gestionar hospitales, universidades y la continuidad del Premio Aga Khan de Arquitectura.
Por otro lado, en su vida personal Rahim encontró el amor en la supermodelo estadounidense Kendra Spears, a quien se le solía comparar con Cindy Crawford por un lunar justo encima del labio superior. Con ella, que abandonaría su meteórica carrera en las pasarelas al conocerle después de que los presentara Naomi Campbell, se casó en 2013, en una espectacular ceremonia a orillas del lago de Ginebra, en el castillo de Bellerive, pasando ella a ser la princesa Salwa en cuanto se convirtió al Islam.
Tras la boda, a la que asistió la Infanta Cristina —gran amiga de su hermana y que trabaja de hecho en la Fundación Aga Khan— y que tuvo lugar a los pocos meses de empezar a salir, llegarían sus dos hijos, nacidos en 2015 y 201: los príncipes Irfan y Sinan, ambos candidatos a ser a heredar el título y ser Aga Khan en el futuro. Según medios británicos, sin embargo, la pareja se divorció en 2022, sin dar ningún comunicado ni explicar las razones. No era la primera vez en la familia, eso sí, que alguien se casaba con una modelo o una modelo y acababa en divorcio: su abuelo ya se casó, en segundas nupcias, con Rita Hayworth.