Publicado: diciembre 18, 2025, 5:30 am
Los genes de tus compañeros de piso podrían estar influyendo en las bacterias que viven en tu intestino, y viceversa,. Así lo sugiere un estudio publicado en ‘ Nature Communications ‘ que, a partir del análisis de más de 4.000 ratas, demuestra que la composición del microbioma intestinal no depende solo de la genética individual, sino también de la de los animales con los que se convive. La investigación revela una nueva forma de interacción entre genética y vida social: el intercambio de microbios comensales. Aunque los genes no se transmiten entre individuos, las bacterias intestinales sí lo hacen, especialmente mediante el contacto social estrecho. Algunos genes favorecen determinadas bacterias y estas pueden propagarse entre compañeros, extendiendo así los efectos genéticos más allá del propio organismo. «No es magia, sino el resultado de influencias genéticas que se extienden a otros a través del contacto social», explica Amelie Baud, investigadora del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona y autora principal del estudio.«Nuestros resultados muestran que no solo importan nuestros propios genes». El equipo del CRG y de la Universidad de California en San Diego trabajó con ratas criadas en condiciones controladas. Todos los animales seguían la misma dieta, pero procedían de cuatro cohortes distintas, alojadas en instalaciones diferentes de Estados Unidos, lo que permitió comprobar qué efectos genéticos se mantenían pese a los cambios de entorno. El análisis conjunto de datos genéticos y del microbioma permitió identificar tres regiones del genoma que influyen de manera consistente en la abundancia de determinadas bacterias intestinales. La asociación más sólida se observó entre el gen St6galnac1, implicado en la adición de azúcares al moco intestinal, y la bacteria Paraprevotella, que probablemente se alimenta de esos azúcares. Otras dos regiones se relacionaron con genes de mucina, clave en la capa protectora del intestino, y con el gen Pip, que codifica una molécula antibacteriana. El tamaño del estudio permitió además cuantificar, por primera vez, qué parte del microbioma se explica por los propios genes y cuál por los genes de los compañeros de convivencia. Los resultados muestran que, en algunas bacterias, los efectos genéticos directos e indirectos se combinan y se transmiten socialmente. Al incluir estos efectos en los modelos estadísticos, la influencia genética total aumentó entre cuatro y ocho veces. Según los autores, este mecanismo podría tener implicaciones relevantes para la salud humana . El gen de rata St6galnac1 está relacionado funcionalmente con el gen humano ST6GAL1, previamente vinculado a Paraprevotella. Esto sugiere que la forma en que el intestino se recubre de azúcares puede determinar qué microbios prosperan, un proceso potencialmente compartido entre especies. Si estos efectos se confirman en humanos, los genes podrían influir no solo en la salud de un individuo, sino también en la de quienes le rodean, a través del microbioma compartido.
