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Desarme interior

Publicado: enero 2, 2025, 5:20 am

El poder blando del yo en la era de los datos.

Ante el rearme mundial, desarme interior. Es una idea de Año Nuevo. Parece que anuncian una nueva guerra fría. O la misma. Ante la obligación de ir armados hasta los dientes, propongo dulcificar el interior.

Aunque ahora no existe la vida interior, o existe en microsegundos intermitentes… el yo, al estar en todas partes (cada cual es Dios para sí, y por eso tanto estrés: ser Dios da mucha ansiedad): en la era de la individualidad neoliberal el yo es responsable de todo, de su propia felicidad, de triunfar/fracasar, de actualizarse en las redes y de la salud del planeta, uff): se comprende que el yo, que lo ha sido todo en estas décadas, rebaje un poco sus ambiciones. Ese yo se medía con el mundo entero y eso no hay quien lo aguante, demasiada presión.

El yo aislado no existe (y cuando asoma está agobiado), así que este llamamiento 2025 a rechazar la guerra fría, el rearme y adoptar la paz interior se refiere al yo social, que es el único comprobable y el más práctico. Cada cual es él o ella y los demás. Él, ella, ello y los demás. Las circunstancias de Ortega son los demás, que suelen coincidir con los cercanos, los círculos concéntricos, hasta famosos de las teles, los deportes, la cultura y las redes: nuestros oráculos, nuestros temas.

Las circunstancias son la Historia que se nos come cada día con las primeras noticias: la inflación, el advenimiento de Trump -¡la segunda venida, ay mama!-, el rearme mundial, la dependencia de China, las guerras próximas y lejanas, el cambio climático, la guerra fría… las alertas de Aemet.

En esos ámbitos de la apisonadora de la Historia poco podemos hacer, nos llevan a empujones, la FED, el Banco Central Europeo, ¡los múltiples gobiernos de proximidad! Las regulaciones de la Unión Europea, que nos protege tanto como nos bloquea… los multidecretos de Sánchez. La Historia diaria nos dicta hasta el más mínimo gesto: el registro en un hotel, el espionaje de Google y el resto de corporaciones digitales. La incipiente asombrosa IA.

Todo incita a la reclusión, la desconexión y el rearme. Pero es imposible. El dedo va solo, el dedo va al móvil o a la tablet sin atender a razones. Embebidos y empotrados en la vorágine, sumergidos en el maëlstrom (torbellino marino en el Ártico) o mainstream, da igual, el yo se ha disuelto (gracias a Dios) en los demás. Los infinitos demás, con sus yoes tan zarandeados como el nuestro, sus yoes urgidos a actuar… a responsabilizarse del mundo.

La contrapartida de esta responsabilidad es que ahora cada cual cuenta, cada gesto de un yo disperso y engullido por el resto queda registrado y significa algo en la estadística general del mundo, de este día y este año. Cada opinión, cada clic, cada toque en el cristal mágico, va al universo compartido de los datos. En realidad nunca habíamos tenido tanto poder.

En la contradicción del mundo paradójico de Alicia en 2025, sometidos y vapuleados, los yoes se aligeran un poco, engullidos por el mainstream, y a la vez todos somos decisivos, nuestro dedo insignificante influye infintesimalmente pero a todas horas, mil veces cada día, incluso las pulsaciones del sueño, si llevas pulsera sensorial, importan para la marcha del mundo.

Algo (o casi todo) perdemos. Algo (o casi todo) ganamos en cada milésima. En este contexto de lógica borrosa, de maravillas y atrocidades, de hambre y tardeo, de crédito y lujo mantero, en este submundo inédito cada gesto influye en el futuro, que es dentro de un rato.

La idea es aprovechar el poder residual del ego ya muy laminado para rechazar la guerra fría y el rearme infinito, para ejercer la paz: en cada clic y la paz en el espacio analógico, en la antigua vida física de sonrisas y lágrimas y abrazos y canciones compartidas. La fiesta es con los demás, el sufrir es compartido.

Todo incita a armarse hasta los dientes (sobre todo los dientes, brackets, alambres, implantes, tornillos), al rearme interior, al acatamiento y adoración al santo misil. Ante el rearme universal la paz interior, que es paz con los

demás. Y el gesto, la noticia que no pinchamos, influye en el mundo y hace futuro, que es dentro de nada. Gracias.

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