Publicado: octubre 20, 2025, 6:30 am
Virginia Giuffre se quitó la vida en su casa de Neergabby, en Australia, donde residía desde hacía tiempo, el pasado abril. Tenía 41 años y dejaba huérfanos de madre a sus tres hijos y viudo a su esposo, Robert, con quien había contraído matrimonio en 2002. Pero lo cierto, como explicó en su momento su familia, es que llevaba desde su adolescencia sufriendo las consecuencias de las «agresiones sexuales» y de haber sido parte de una trama de «trata sexual» por parte de Jeffrey Epstein y el príncipe Andrés. El primero también se suicidó en su celda; el segundo ha tomado una decisión prácticamente obligado por su hermano, el rey Carlos III de Inglaterra.
Después de todos los escándalos que han protagonizado en las últimas semanas tanto él como su exesposa, Sarah Ferguson —ambos dijeron haber cortado todo contacto con Epstein tras salir a la luz los escándalos en 2019, cuando se suicidó, pero varios correos electrónicos les han desmentido—, y de que se publicase a principios de este octubre un nuevo libro que le volvía a involucrar directamente con los casos de pedofilia del magnate y banquero, el hermano pequeño del monarca tomaba la decisión este fin de semana de renunciar a todos sus títulos para evitar que su nombre siga manchando a la monarquía británica y a Buckingham Palace.
«Tras conversar con el rey y con mi familia cercana, hemos llegado a la conclusión de que las continuas acusaciones contra mí distraen del trabajo de Su Majestad y de la Familia Real», afirmaba el príncipe Andrés, añadiendo que, «como siempre», iba a anteponer su deber a su familia y a su país: «Por lo tanto, no usaré más ni mi título ni los honores que me han sido conferidos. Me reitero y niego rotundamente las acusaciones en mi contra». El único que conserva el que fuera duque de York es el título de príncipe, dado que proviene de nacimiento al ser el tercer hijo de la reina Isabel II.
Su renuncia no ha dejado indiferente a nadie y ya han comenzado las reacciones. La más esperada, quizá por lo que significa dentro de un organigrama tan hermético como el de La Firma, máxime cuando del príncipe Andrés se ha dicho que se sentía «impune», ha sido la de la familia Giuffre. Su hermano, Sky Roberts, en declaraciones a la BBC pocas horas después del comunicado, no ha podido ser más explícito. «Hoy hemos derramado muchas lágrimas, tanto de alegría como de tristeza», ha afirmado.
«En casi todos los sentidos, esto le ha acabado dando la razón a Virginia», ha continuado Roberts, que ha descrito a su hermana como «una heroína estadounidense e internacional». «Todos estos años de duro trabajo por fin van a ver su recompensa. Estos monstruos no podrán escapar de lo que hicieron. El mundo verá cómo la verdad saldrá a la luz, la misma que, desde el principio, ella estaba diciendo. Y este es un momento en el que todos en la familia estamos muy orgullosos de ella», ha declarado, «aunque también estemos muy tristes porque tendría que ser ella quien estuviera aquí sentada hablando con ustedes esta noche».
Por si fuera poco, Roberts ha pedido que el caso de su hermana no se cierre con esta pequeña victoria, sino que ha añadido que seguirán luchando en su nombre, proponiendo incluso poder reunirse con Carlos III para pedirle que le retire a su hermano incluso el título de príncipe y con el parlamento británico para «presentarles las pruebas» que tienen para «seguir haciendo oír la voz de Virginia».
Y todo ello, además, en vísperas de que se publique y llegue a las librerías las memorias póstumas de Virginia, que terminó a finales de 2024, seis meses antes de fallecer, y en el que, según cuentan, detalla incluso con pormenores escabrosos el infierno que vivió siendo una adolescente por culpa de Epstein, su mano derecha, Ghislaine Maxwell, y el príncipe Andrés, siendo obligada a unirse a la red de tráfico sexual que controlaban los dos primeros y acusando al royal de haberla forzado sexualmente cuando tenía 17 años, señalando que se trata de un hombre «pretencioso» que se jactaba de violarla como si fuera «su derecho de nacimiento».
Por otro lado, están las reacciones dentro de la propia familia real británica. Es vox populi que desde Buckingham Palace se está buscando con ahínco allanar el máximo camino posible a las princesas Beatriz y Eugenia de York, desmarcándolas y disociándolas de la imagen que tiene la ciudadanía de sus padres, ya que tanto el actual monarca como su hijo y heredero, el príncipe Guillermo, quieren tenerlas cerca para que sean miembros activos de La Firma, toda vez que se considera que, una vez cambie de nuevo el trono, y sin el príncipe Harry, la corona se quedará corta de efectivos para todos los eventos y actos protocolarios.
Después del anterior escándalo de Andrés, acerca de su amistad con un espía chino que le estaba ayudando a conseguir trabajo, gracias a su agenda de contactos, para mantener a flote su nivel de vida, Guillermo y su esposa, Kate Middleton, tomaron la decisión de mantener contacto cero con su tío, e incluso en el funeral de la duquesa de Kent los testigos afirmaron cómo el primogénito del monarca le hizo el vacío al entonces todavía duque de York.
En cuanto a las princesas Eugenia y Beatriz, todo hace pensar que tendrán que esperar un tiempo prudencial para volver a retomar su agenda pública para evitar que su imagen quede manchada por las polémicas conexiones de sus progenitores. De hecho, como explican desde Hello!, este pasado fin de semana ambas royals estaban dentro de una exclusiva lista de invitados para el baile del Pink Ball, un evento que promueve anualmente el Museo Británico y que pretende convertirse en uno de los más importantes de Reino Unido, habiendo acudido este año nombres como Naomi Campbell, Janet Jackson o Lady Kitty Spencer, sobrina de Lady Di.
Sin embargo, según ha podido saber el citado medio, las hermanas, en el último momento, declinaron la invitación y no asistieron, lo que obviamente ha llevado a pensar que el motivo, dado que fueron las dos y no solo una de ellas, ha sido la renuncia de su padre a sus títulos, a lo que hay que esperar las nuevas revelaciones que lleguen en los próximos meses y para las que la familia real británica, a buen seguro, está preparando un plan para evitar que Beatriz y Eugenia se vena salpicadas.
