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Así están las cosas en el mundo, si Donald Trump, dentro de su discurso agresivo, parece hacer un ligero guiño a México en materia comercial, de inmediato reacciona el tipo de cambio y baja notablemente en minutos.
Eso es precisamente lo que hay que tomar como la variable principal de estos tiempos, la incertidumbre que provocan las decisiones políticas.
No sólo las de Donald Trump, que tienen alcances globales, sino también las políticas autoritarias internas que, desde que se constituyó de forma artificial y tramposa una mayoría calificada en el Congreso, han sembrado también la desconfianza. Y como esa inseguridad se cruza con todo, hay que relacionarla con los niveles actuales de inflación en México.
Gran noticia saber que el Índice Nacional de Precios al Consumidor mantuvo en la primera quincena de este mes de enero una tendencia descendente y que, de acuerdo con datos del Inegi, se ubica en 3.69% anual, lo que se ajusta a la famosa cantaleta de la meta de 3.0% más, menos un punto porcentual.
De la mano del otro dato inflacionario crucial de un índice subyacente en 3.72% anual hasta la primera quincena de enero, aunque ahí sí se le note un chipote en su tendencia a la baja.
El punto es que habría dos formas de leer los niveles inflacionarios actuales.
Uno, el de las campanas al vuelo y el de justificar que a partir de ahora tienen que bajar de forma acelerada las tasas de interés pues ya se cumplió con la meta desinflacionaria.
Y, entonces sí, como acaba de decir Donald Trump en el Foro Económico Mundial de Davos, exigir que el banco central baje inmediatamente las tasas de interés en todo el mundo.
Hasta ahora, la incompleta Junta de Gobierno del Banco de México se apresta a consumar ese camino de un descenso de medio punto porcentual de la tasa referente, porque eso es lo que quisiera ver, sin duda, la Secretaría de Hacienda.
Pero hay otra forma de leer los datos inflacionarios actuales y esa es con la precaución de entender que la golondrina de un dato bajo de inflación todavía no hace un verano de estabilidad en los precios.
Persisten muchos factores internos como los desbalances financieros, las presiones por los incrementos salariales o hasta la inseguridad.
Además de que Donald Trump, ese que ayer dijo que todo requetebién con México en materia comercial, es el mismo que mañana puede decir lo contrario y provocar una depreciación cambiaria y aplicar aranceles comerciales que alimenten la alta inflación.
El Banco de México, con su órgano de gobierno incompleto, ya mandó el mensaje de que lo suyo es ser una blanca paloma y aprovechar el margen entre la inflación y la tasa referente, y de paso con el nivel de tasas en Estados Unidos.
No está mal en la medida en que no se muestren débiles, abiertos de capa, a no poner atención a las señales que flotan en el ambiente y que dicen que los buenos datos inflacionarios de hoy no son todavía un triunfo y que pueden girar las cosas justo hacia el lado negativo que nadie quisiera ver.
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