Publicado: agosto 13, 2025, 4:00 am
Como México no hay dos, ¿habrá otro país en el mundo en el que exista una distinción entre contrabando “legal” o “técnico” y contrabando “bronco”?
El contrabando técnico utiliza papeles y se vale de la simulación o falsificación de documentos. Implica la introducción de mercancías que omiten parcial o totalmente el pago de contribuciones o cuotas compensatorias. El contrabando bronco sucede al introducir mercancías sin pasar por aduanas. Al hacerlo así, se hace más difícil la identificación o rastreo de las mercancías. Hablamos mucho últimamente del contrabando de gasolina, pero volvamos a los clásicos: la ropa y el calzado.
¿Qué tanto impacto tendrá el anuncio de Economía de imponer una tarifa mínima de 25% al calzado importado a través del programa de maquiladoras? La industria del calzado había pedido al Gobierno mexicano que tomara cartas en el asunto porque en los últimos tres años ingresaron a México 40 millones de pares de zapatos de origen asiático, amparados por el programa IMMEX (de la industria maquiladora).
Es difícil poner en perspectiva estos 40 millones, pero vale un dato: en México se comercializan aproximadamente 300 millones de pares de zapatos cada año. De estos, 120 millones se producen en México y el resto es importado, principalmente de Asia.
De este universo de zapatos, tomar medidas en contra de los 40 millones que entran a través del programa Maquiladora es una medida que podemos llamar emblemática: responde a un planteamiento que había hecho la industria y se trata de resolver un problema que había crecido de una forma muy acelerada.
Según las cifras de la Secretaría de Economía, las importaciones a través del IMMEX crecieron más de 24 veces en volumen y 12 veces en valor entre 2021 y 2024. ¿Cómo explicar este crecimiento tan explosivo? ¿Hubo intervención del crimen organizado u operación de mafias internacionales? ¿Cómo es que desde el Gobierno no se tomaron decisiones para corregir un programa que se había convertido en un impulsor de prácticas que destruían la industria nacional y dañaban las finanzas públicas?
La decisión anunciada por Marcelo Ebrard es importante, pero no bastará porque estamos ante un problema complejo. ¿Qué falta por hacer? Eliminar otros mecanismos a través de contrabando técnico y avanzar en el combate al contrabando bronco. Si tomamos en cuenta las medidas recientes para la entrada de productos promovidos a través de plataformas como Temu y Shein, podemos reconocer que hay avances más claros en contra del técnico que del bronco. Testimonios dignos de todo crédito describen la llegada de barcos, la entrada de camiones o tráileres cargados de mercancía de contrabando… operaciones hormiga en los aeropuertos.
Temu, Shein, IMMEX. Hay que interpretar estas medidas como gestos hacia Estados Unidos en este lapso de 90 días de pausa en los aranceles. En la Casa Blanca esperan señales claras de que México no es el patio por el que los chinos introducen su mercancía en territorio estadounidense.
Quedar bien con el Tío Sam es importante, pero es más importante hacerlo porque nos conviene: combatir el contrabando es una manera de proteger industrias, empresas y empleos. Un mecanismo para impulsar los ingresos públicos y una de las mejores formas de hacer pedagogía desde la política pública: dejar claro que hay una diferencia entre cumplir la ley y violarla… demostrar con hechos que los que cumplen las leyes y reglamentos no están en desventaja frente a los tramposos.
El combate al contrabando es una pieza de un rompecabezas de política pública que incluye enfrentar a los grupos criminales en otros terrenos y desarrollar una política industrial en el siglo XXI. Las industrias del calzado y la cadena textil y del vestido requieren, además, un impulso para colocarse en condiciones de competir contra los mejores del mundo: capital humano, tecnología, soft power, desarrollo de marcas y formas frescas de comunicarse con los consumidores mexicanos y globales. El reto es ganar mercados internacionales pero también reconquistar el mercado nacional. El premio es enorme: tan solo en ropa y accesorios vale entre 6,000 y 8,000 millones de dólares y crece casi 5% anual.