Publicado: abril 16, 2025, 4:00 am
El gran disruptor pierde terreno. El 51% de los estadounidenses desaprueban el trabajo de Donald Trump, frente a 43% que lo aprueban, dice la encuesta de Economist/YouGov, publicada el 9 de abril. Esto representa un retroceso de 14 puntos respecto a las cifras que marcaba esta misma encuesta el 20 de enero, día de la toma de posesión: 49% lo aprobaban y 43% lo desaprobaban.
¿No les gusta The Economist o prefieren otras mediciones? El Reporte de Confianza de los Consumidores que hace la Universidad de Michigan registra una caída de 11 puntos en abril y está 30 puntos abajo del nivel que tenía en diciembre. Las expectativas se deterioran cuando se les pregunta a los estadounidenses sobre sus finanzas personales y las perspectivas en ingresos; inflación; mercado laboral y ambiente para los negocios.
Esta medición que hace la Universidad de Michigan es relevante por muchas razones, en este momento hay que destacar que es un barómetro que da seguimiento a algunos de los temas que definieron la contienda electoral. Trump ganó porque supo convencer a los electores que él tenía más capacidad para “rescatar” la economía. Se encontró con una audiencia impregnada de pesimismo sobre el funcionamiento de la economía y ávida de encontrar respuestas sencillas a problemas complejos.
Puestas en la balanza, ¿qué pesa más para los estadounidenses, la grandeza de América o los pequeños grandes temas que arman el rompecabezas de su economía personal? Según The Economist/YouGov, la principal preocupación expresada es el aumento de los precios. En segundo lugar, está el mercado laboral y la economía, en tercer sitio, el sistema de salud. El número cuatro corresponde a los impuestos y el gasto de gobierno. En el cinco, los derechos humanos y en el seis el cambio climático y las cuestiones del medio ambiente.
No es tan raro que el podio de las preocupaciones tenga en primer lugar la inflación y en tercer sitio al sistema de salud. Vale la pena recordar que a la administración Biden y a la campaña de Kamala Harris les pegó durísimo la inflación. Del Health Care, baste decir que la crisis de salud que se detonó con el COVID fue uno de los factores que le costó la reelección a Trump en 2020.
La agenda binacional que Trump está impulsando con México le otorga una enorme importancia a los asuntos de migración y seguridad. Para los estadounidenses son sus preocupaciones número siete y ocho. Esta agenda no se colocó en un lugar tan destacado del gobierno trumpista por las encuestas. No desaparecerá ni cederá su lugar a otros temas, aunque caiga al número 15 en las próximas encuestas.
¿Está interpretando bien el presidente estadounidense el tema dos? Mejor dicho, ¿está diseñando las políticas que traerán más empleo y reactivarán la economía? Los expertos más reconocidos están seguros de que Trump está equivocado, pero este empresario/político se jacta de saber más que los especialistas. Lo cierto es que, en el corto plazo, las perspectivas económicas han empeorado con Trump. El riesgo de una recesión en 2025 ha pasado de estar abajo de 25% hasta niveles superiores a 60%. Los mercados accionarios han vivido tres meses de volatilidad extrema, en buena medida, atrapados en la telaraña de incertidumbre que provocan las palabras y las acciones que emanan de la Casa Blanca.
¿Cómo reaccionarán los estadounidenses a un deterioro de las condiciones económicas, derivado del endurecimiento de la guerra comercial y otras decisiones controvertidas? Los mensajes de Trump, los llamados a no ser débiles y a confiar en una agenda caótica se dirigen a una sociedad polarizada. Su mayor popularidad está en hombres; menores de 44 años; de raza blanca y con niveles de estudios de bachillerato o menos. Es un grupo demográfico que apoya con más intensidad a Trump que hace ocho años.
El presidente tiene prisa y quiere que su agenda de cambios se realice lo más pronto posible. Esto queda claro en las primeras semanas de su segundo periodo en la Casa Blanca. No quiere que se repita lo que pasó en 2017, cuando dejó pasar el momento mágico de la toma de posesión y perdió la oportunidad de hacer los cambios de fondo que, en su opinión, Estados Unidos necesita. No es muy amigo de Mark Zuckerberg, pero sigue su mantra Move fast and break things. Eso se ve bien en una calcomanía puesta en una pick up, pero genera confusión cuando eso quiere decir romper alianzas que llevaban décadas o romper cadenas de valor de industrias estratégicas que costó mucho trabajo construir. ¿Se podrá reparar lo que está rompiendo? ¿Quién lo hará y cuándo?