Publicado: abril 5, 2025, 6:00 am
La búsqueda del placer y la acumulación de bienes parecen marcar el ritmo de la existencia. En una sociedad donde el éxito muchas veces se mide por lo que se tiene y no por lo que se es, hay personas que viven atrapadas en un ciclo de insatisfacción constante, lo que se suma a una necesidad del bienestar inmediato que, aunque seductor, rara vez ofrece una sensación duradera de plenitud.
Ante esta situación, el doctor Manuel Sans Segarra ha irrumpido con una reflexión que desafía las ideas convencionales sobre el propósito del ser humano. A través del podcast Tengo un Plan, cuya entrevista se ha viralizado en TikTok, el médico y cirujano ha puesto sobre la mesa una cuestión fundamental: ¿qué sentido tiene la vida?
Durante su intervención, Segarra abordó la dura realidad que enfrentan muchas personas debido a circunstancias personales, desgracias o guerras. «Hay gente que tiene una vida muy triste», asegura, al enumerar traumas, deficiencias, violencia o agresividad.
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El ego y la trampa del placer efímero
Uno de los puntos centrales de su reflexión fue el papel del ego en la existencia humana. Para el doctor, vivir solo impulsado por el ego es una trampa que lleva a un ciclo de satisfacción momentánea seguido de sufrimiento. «El placer es tremendamente efímero, pasa enseguida, y le sigue el sufrimiento», manifiesta.
«Hay que buscar algo trascendente, que dé un sentido profundo a la vida», añade, al explicar que ese algo debe dar continuidad. Sin embargo, explica que el ego está diseñado para aferrarse a lo que puede poseer y controlar, lo que genera un miedo profundo a la muerte. «El ego sabe que con la muerte desaparece», insiste.
Este apego es el origen de muchas angustias humanas, ya que la vida está llena de imprevistos que escapan a nuestro control. Para el doctor, la única manera de superar la angustia existencial es conectar con una identidad que vaya más allá del ego.
«Cuando uno descubre su auténtica identidad, que es trascendente, pierde absolutamente el miedo a la muerte. No somos nuestro hacer ni nuestro tener. Somos trascendencia», asegura.
El mensaje de Segarra no pretende ofrecer respuestas fáciles, sino más bien provocar preguntas esenciales: «¿Quién soy?» o «¿A qué vengo?». Para él, la respuesta no se encuentra en la acumulación de bienes o en la satisfacción inmediata, sino en un viaje hacia la evolución personal y espiritual.