Hay apenas un par de precedentes, todos recientes y, además, todos han acabado igual: pasando por el altar. De ahí que los expertos tengan bastante claro que en este 2025 habrá boda dentro de la familia real británica. No será, en absoluto, una celebración llena de oropeles en un lugar emblemático, sino que con toda probabilidad se tratará de un enlace íntimo y privado. Y la razón detrás de esto último es que son precisamente así los novios: Samuel Chatto y Eleanor Ekserdjian.
El detalle que ha encendido los rumores de boda se está convirtiendo, irónicamente, en una tradición. Y eso que todo empezó por romper la costumbre. Todo sucede en la asistencia de La Firma a los servicios religiosos y a la misa del día de Navidad en la iglesia de Sandringham. A dichos actos solo pueden asistir, según el protocolo monárquico, las esposas y esposos de los miembros de pleno derecho de la familia real, no las parejas, por mucho tiempo que lleven juntos.
Y este año, como ya había ocurrido en dos anteriores, Samuel Chatto, nieto de la princesa Margarita, hermana de Isabel II, llegó en compañía de su pareja, Eleanor, sin estar casados. Su presencia, una presentación oficial con el resto de la familia camino de la iglesia de Santa María Magdalena, hizo que, por un momento, la atención se centrase en ellos, algo que no aprecian demasiado.
Según los precedentes, era lógico pensar que Carlos III de Inglaterra ha hecho una excepción con conocimiento de causa. Es decir, que tiene que saber que dicha pareja no se disolverá pronto. Y es que, mirando hacia atrás, ni siquiera a Kate Middleton se le permitió su asistencia cuando todavía era novia del príncipe Guillermo y no su esposa.
Tuvo que esperar hasta su boda para comenzar a asistir al servicio religioso que, hoy en día, no se perdería por nada del mundo. Pero tras ella sí que han tenido lugar dos excepciones, ambas con Isabel II todavía en el trono: la primera, en 2017, fue Meghan Markle, siendo ya la prometida del príncipe Harry; y la segunda, en 2019, Edoardo Mapelli Mozzi, que también era el prometido de la princesa Beatriz.
Sendas parejas acabaron casándose, además, unos meses después de la misa navideña, por lo que todo hace pensar que Samuel Chatto y Eleanor Ekserdjian están, como mínimo, prometidos. Que se sepa, el hijo mayor de Daniel y Sarah Chatto (la hija de la princesa Margarita) y vigesimonoveno en la línea de sucesión al trono, lleva saliendo con Eleanor Ekserdjian desde 2021.
Sin embargo, se conocían desde antes, dado que ambos coincidieron durante sus estudios en la Universidad de Edimburgo, donde los dos cursaron la carrera de Bellas Artes. De hecho, hoy viven de ello, ya que Chatto es un reputado ceramista que elabora sus creaciones con la técnica tradicional de cocción en horno de leña, mientras que Ekserdjian se acabó especializando en pintura, dibujo, cine e instalaciones artísticas enfocadas en la performance.
Es de sobra sabido que ambos prefieren mantener cierta distancia con los asuntos monárquicos, de ahí que Samuel suela pasarse mucho tiempo encerrado en su taller de la campiña de West Sussex y no suela dejarse ver en la corte. «Siempre he tenido una enorme afinidad con la creación de objetos, ya que me he pasado gran parte de la infancia elaborando paisajes imaginarios y modelos escultóricos, lo que de manera orgánica me llevó a la arcilla durante mis últimos años de estudio», confesó en 2019 al Daily Mail.
Eso no quiere decir que no tenga otras aptitudes, ya que durante la pandemia también utilizó las redes sociales para promocionarse como instructor de yoga, disciplina que practicaba con su anterior pareja, Sophie Pipe. Rompieron justo tras el confinamiento por el Covid, un desamor que le dejó bastante tocado hasta que Eleanor llegó a su vida, con quien comparte un tremendo amor por el arte, así como por la discreción.
Eleanor Ekserdjian, que también nació, como Chatto, en 1996 y tiene 28 años, es hija del historiador de arte David Ekserdjian y de Susan Moore, una reputada crítica de arte del periódico Financial Times, por lo que no asombró en absoluto que finalmente escogiera como su futuro la pintura abstracta y el arte audiovisual. También es una buena retratista y dibujante, como demostró al compartir en redes un boceto en el que representaba el rostro de Samuel.
De hecho, poco a poco se está haciendo un buen nombre en el mundillo, habiendo ya ha realizado una exposición en la prestigiosa Redfern Gallery en Londres —muestra que compartió con el que, vaticinan, su futuro marido—, así como ha explorado diversos temas en su obra, como la diáspora cultural asiática, inspirada en una residencia artística que hizo en Armenia.
Los expertos, de hecho, barruntan que, de tener la boda lugar en 2025, no la celebrarán en Westminster ni con pompa y boato, sino que puede darse incluso el caso de que se den el «Sí, quiero» en la más absoluta intimidad de una casa de campo y que la familia real británica anuncie que se han casado después de la ceremonia. Sea como fuere, la pareja está demostrando poco a poco que su amor está basado en una admiración mutua y que saben conjugar a la perfección su papel de artistas aristócratas con su labor dentro de la monarquía.