Publicado: octubre 3, 2025, 1:30 am
«Hemos pasado por momentos muy difíciles. Pero también nos lo hemos pasado muy bien, hemos disfrutado de grandes aventuras, y me he convertido en una mejor persona gracias al hombre con el que estoy casada». Las palabras eran de Michelle Obama en el pódcast IMO (In My Opinion), el cual conduce junto a su hermano, Craig Robinson. Respondía así a la sinceridad de su esposo, Barack Obama, que momentos antes había hecho unas declaraciones en las que mostraba una enorme vulnerabilidad emocional.
«Michelle me ha rescatado, porque he estado un tiempo en la cuerda floja», había dicho el expresidente estadounidense. La posterior declaración de amor de la ex Primera Dama dejaba a entender, por tanto, que aquella etapa más difícil del matrimonio había quedado atrás, lo que sumado a, como recuerdan desde la revista ¡Hola!, las vacaciones que habían pasado en el espectacular yate de lujo de Steven Spielberg (incluso se rumoreó que Michelle estaba saliendo con el veterano director y productor de Hollywood) de Italia, ponía punto y final a la rumorología que venía acompañándoles a ambos de unos meses hasta ahora.
Porque este 2025 ha sido sin lugar a dudas uno de los años más complicados en la vida de un matrimonio que acumula ya 33 años de casados. La vida privada de Barack y su esposa se había convertido en motivo de debate casi nacional, habida cuenta de dos momentos en los que el exmandatario había aparecido en actos públicos de especial relevancia totalmente solo, sin tener a su lado a quien ha sido su mayor apoyo, mano derecha y confidente: el funeral de Jimmy Carter y la toma de posesión del cargo de Donald Trump.
La ausencia de Michelle en la investidura del actual residente de la Casa Blanca se vio, de todas formas, más como un desplante por las políticas de Trump y las palabras que este había dedicado a su predecesor, Joe Biden. Sea como fuere, el resultado de aquellos rumores ha quedado finalmente despejado justo a las puertas de sus bodas de estaño, dado que Barack y Michelle se dan el ‘sí, quiero’ el 3 de octubre de 1992 y, a pesar de los altibajos, la pareja continúa unida.
Se habían conocido tres años antes, en junio de 1989, en Chicago. Michelle, recién graduada en la Universidad de Princeton y en la Facultad de Derecho de Harvard, había entrado a trabajar como asociada júnior de la firma en el prestigioso bufete Sidley & Austin, el cual contrató a Barack como pasante de verano. Quizá fuera el destino, si es que creen en él, pero a Michelle le asignaron ser la consejera de Barack en el despacho legal, compartiendo diversas reuniones hasta que surgió la chispa. Al menos, por la parte del futuro presidente, dado que ella, en los primeros compases de su relación, rechazó las propuestas de Barack para comenzar a salir juntos.
Finalmente, todo aquello que tenían en común pesó más que cualquier otra cosa. A pesar de las diferencias en sus infancias —Michelle criada en la zona sur de la ciudad de Illinois, Barack entre Hawái, Indonesia y, ya al cumplir la mayoría de edad, Los Ángeles—, ambos acabaron estudiando en Harvard, tenían ideas políticas afines y se estaban labrando una carrera en la abogacía. Sin embargo, si no llega a ser por una tarde calurosa de verano, quizá otro gallo cantaría.
Porque fue así, yendo a los dos a por un helado, como acabaron teniendo, tras su jornada laboral, una conversación tan animada e interesante que acabaron prendados el uno del otro. Una larga charla que todavía ambos recuerdan porque acabó en un beso que selló un amor que les volvió inseparables. Comenzaron un noviazgo tras algunas citas más, algunas de ellas con cautela de que no supiesen nada en el trabajo, y en 1991 se comprometieron, casándose al año siguiente. La primera hija de la pareja, a quien bautizaron con el nombre de Malia Ann, llegó en 1998. La segunda, Sasha, en 2001.
El matrimonio vivía holgadamente en una conocida zona de Chicago, el barrio de Kenwood, donde se mudaron en 2005 —y sigue siendo su residencia—. Aquel año, Barack se había convertido en senador de Estados Unidos y todos los focos estaban puestos en él como una de las grandes promesas del partido demócrata. Promesas que se cumplirían y que, obviamente, dio un giro radical a su vida: desde 2009 a 2017, Barack Obama haría historia convirtiéndose en el primer presidente afroamericano en los, por entonces, 233 años de vida del país —el año que viene, de hecho, será el 250 aniversario desde la firma de la Declaración de Independencia, el 4 de julio de 1776—.
Tras aquel periplo, decidieron alejarse del foco mediático, centrándose en sus hijas, en sus labores filantrópicas, en, afirman algunos expertos, allanar el camino de Michelle como posible contrincante de Trump en las próximas elecciones y en escribir. Porque quizá la declaración de amor más preclara de ellos la diese Michelle en sus propias memorias, que llevan por título Con luz propia. «A lo largo de mi vida adulta he vivido en diversos lugares. Pero, siendo sincera, solo he tenido un hogar de verdad. Mi hogar es mi familia. Mi hogar es Barack», escribió la ex Primera Dama, que dejó otras palabras que describen cómo se han mantenido 33 años juntos.
«Nuestro amor no es perfecto, pero es de verdad y estamos al cien por cien comprometidos con él. Y esta certeza, como uno de esos pianos de cola que hay en algunas estancias, se hace presente en cualquier habitación en la que entremos los dos», afirmó Michelle. Queda por saber, este viernes, si aprovecharán sus redes sociales para demostrarse, otro año más, su amor.