Arie Pinsker tenÃa 14 años cuando llegó a Auschwitz , en mayo de 1944. Con la edad, algunos de sus recuerdos se fueron disipando, como una pesada bruma, pero otros permanecieron vÃvidos y elocuentes. «Agárrate a mi abrigo!» , siguieron resonando con precisión en sus oÃdos las últimas palabras de su madre, que ocupaba sus manos con las dos hermanas más pequeñas mientras descendÃan del vagón de tren, en el que habÃan viajado de pie durante los últimos cinco dÃas. Aunque apretó la mano cuanto pudo, aferrando el tejido, la multitud de 4.000 deportados y los inevitables empujones cortaron ese último lazo con quienes nunca más volverÃa a ver vivas. También conservó el nÃtido recuerdo del momento en el que… Ver Más