Este próximo 20 de enero en Estados Unidos se celebra el Inauguration Day, el nombre con el que allí se denomina a la toma de posesión de un nuevo presidente. Este lunes será Donald Trump quien vuelva a hacerse cargo del poder y jure que ‘preservará, protegerá y defenderá la Constitución de los EEUU’.
Trump iniciará así su segundo y último mandato, en su caso no consecutivo, tras haber vencido a la demócrata Kamala Harris en las elecciones de noviembre. Su toma de posesión tendrá lugar en Washington, frente al Capitolio, como siempre ha sido. Fue en ese edificio donde el 6 de enero de 2021 partidarios del magnate republicano irrumpieron para impedir la ratificación de la elección presidencial de Joe Biden.
El de 2025 será un acto tranquilo, eso se espera, como no lo fue el de 2021. Biden tomó posesión como presidente número 46 de EEUU con la capital en estado de alarma y blindada. Lo estaba tras el violento asalto al Capitolio, que había ocurrido quince días antes, y por la amenaza de nuevos actos violentos de seguidores de Trump.
Una fiesta triste y tensa
No fue el hermoso y preclaro día con el que había soñado toda su vida el veterano senador por Delaware (lo fue entre 1973 y 2009). Aquel 20 de enero llegó cubierto y enrarecido por el humo de la violencia trumpista, pero también en medio de la peor pandemia en un siglo, lo que atrajo menos afluencia de público.
En realidad la investidura del demócrata fue una de las más tristes y tensas que se recuerdan. Trump y la covid habían llevado al país al límite. Biden tomó posesión en medio de una extraordinaria crisis política. El candidato republicano y ya expresidente intentó hasta el último momento anular las elecciones presidenciales de 2020. Aquello acabó en el asalto al Capitolio y en una amenaza de disturbios civiles generalizados.
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, había instado a los estadounidenses a evitar la ciudad durante la ceremonia. Instó a participar virtualmente, ante las amenazas de protestas de «facciones muy extremas en nuestro país que están armadas y son peligrosas». 10.000 efectivos de la Guardia Nacional velaron por la ceremonia, con otros 5.000 más en reserva.
Mascarillas y distanciamento
El Inauguration Day se plantea en EEUU como una fiesta, pero hace cuatro años hubo poco de todo ello. Las festividades se vieron drásticamente reducidas por los esfuerzos para mitigar posibles actos violentos cerca del Capitolio, pero también para prevenir la propagación de la COVID-19.
En la toma de posesión de Biden todo quedó reducido a su básica expresión. Se implementaron medidas de salud pública: mascarillas, controles de temperatura y distanciamento físico. La audiencia en vivo fue limitada. En el Mall de Washington habitualmente se dan cita unas 200.000 personas (Obama en 2009 reunió a 1,8 millones de estadounidenses), pero en 2021 no hubo más de mil.
El equipo del propio Biden sugirió a la nación que se siguiera la ceremonia por medios telemáticos para evitar contagios de coronavirus. Casi 40 millones de personas siguieron el acto por televisión. La CNN fue el líder de audiencia durante todo el día, mientras que la audiencia de Fox News cayó un 77% en comparación con la ceremonia de investidura de 2017 (la primera de Trump).
Donald Trump no estuvo
Pese a todo, sonó música. La Banda de los Marines (apodada «The President’s Own») tocó un popurrí de música patriótica. Así se anunció la entrada de los dignatarios. Luego interpretó Hail, Columbia (el himno oficial del vicepresidente) después de que Kamala Harris prestó juramento, y Hail to the Chief (el himno oficial del presidente) después de que Biden hiciera lo propio.
Allí estaban los expresidentes Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, junto con las respectivas primeras damas Hillary Clinton, Laura Bush y Michelle Obama. Por primera vez en más de dos décadas, no todos los jueces de la Corte Suprema asistieron. Los más antiguos optaron por no asistir para no arriesgar su salud.
Tampoco estuvieron los ex vicepresidentes Walter Mondale, Al Gore y Dick Cheney, pero sí el vicepresidente saliente Mike Pence. En cambio quien no acudió fue su «jefe», el presidente saliente. Donald Trump seguía enfurruñado en algún despacho de Mar-a-Lago o de su torre de Manhattan asegurando a todo el mundo que le habían robado las elecciones.
Lady Gaga, Jennifer López y la Biblia
El himno nacional lo cantó Lady Gaga y el líder del sindicato de bomberos de Georgia dirigió el Juramento de Lealtad, utilizando el lenguaje de signos. Jennifer López interpretó sus versiones de This land is your land y América the beautiful.
El Presidente de la Corte Suprema John Roberts administró el juramento de Biden, que lo hizo sobre una Biblia, en poder de su esposa, que ha sido de su familia desde 1893. «Juro solemnemente que desempeñaré fielmente el cargo de Presidente de los Estados Unidos y que, en la medida de mis posibilidades, preservaré, protegeré y defenderé la Constitución de los Estados Unidos. [Así que Dios me ayude.]», recitó el político demócrata.
El discurso de Biden
La Banda del Ejército tocó y la Batería de Saludo Presidencial del 3.er Regimiento de Infantería de EEUU hizo un saludo de cañón de 21 cañones antes de que Biden diera su discurso inaugural. El New York Times describió lo dicho por el demócrata como una «refutación directa» en tono al discurso inaugural de Trump (en el que este habló de la «carnicería americana»). Biden pidió que se pusiera fin a la «guerra incivil» de las culturas políticas, demográficas e ideológicas americanas a través de un mayor abrazo de la diversidad.
En el discurso, Biden habló de su oposición a la desinformación y a los políticos que tratan de sacar provecho de su militarización, en clara referencia a Trump. Condenó explícitamente la supremacía blanca que empaña el «ideal americano» establecido en la Declaración de Independencia del país, que todos los estadounidenses son iguales.
Con 78 años y 61 días el día de la toma de posesión, Biden era la persona de más edad en asumir la presidencia de EEUU. Pero ahora lo será Trump. El republicano jurará el cargo con 78 años y 220 días.