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Así es Elke Bündenbender, la esposa del presidente alemán, quien le salvó la vida

Publicado: noviembre 27, 2025, 1:30 am

Este miércoles aterrizan en Madrid, para una visita de Estado, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, y su esposa, Elke Bünderbender. Se cierra así el círculo que comenzó hace tres años, cuando Felipe VI y doña Letizia viajaron hasta Berlín y allí se reunieron con ambos. Los reyes les recibirán con honores en el Palacio Real, y mientras el monarca se reúne con el mandatario, la reina y la primera dama mantendrán una reunión de trabajo en la embajada germana en la capital en la que conversarán y pondrán puntos en común sobre temas de igualdad y el papel de la mujer.

El almuerzo tendrá lugar en el Palacio de la Zarzuela, si bien todo está previsto para la noche, con una cena de gala en el Palacio Real, en el que será el segundo banquete de Estado en apenas un mes tras dos años sin que se celebrase ninguno. El jueves, sin embargo, será la pareja presidencial la que tenga el gusto de agasajar a los reyes con una recepción en la residencia de la embajada de la República Federal Alemana, mientras que el viernes Frank-Walter y Elke llegarán hasta Vizcaya.

Y es que en Guernica el matrimonio rendirá un sentido homenaje a las víctimas de la legión Cóndor alemana que, junto con la Aviación Legionaria Italiana, bombarderon la localidad vasca durante la Guerra Civil. Por ello mismo también visitarán el Museo de la Paz. Será pues, una visita de Estado en la que tendrá tanto peso el presidente alemán como su esposa, una mujer mucho más desconocida que su marido, a quien le debe, literalmente, la vida.

Nacida en el distrito de Weidenau, en la ciudad de Siegen —cerca de Bonn, al este del país—, el 14 de enero de 1962, Elke comenzó trabajando como dependienta tras terminar sus estudios en una escuela secundaria. Según reza su perfil oficial, más tarde se matricularía en la universidad Justus Liebig de Giessen, una ciudad del estado de Hesse, en el centro del país. Allí estudió la carrera de derecho, encontrando más tarde un empleo en una empresa de logística. Entre clase y clase, además, surgió el amor, pues fue allí donde conoció a su futuro esposo, con el que se casaría en 1995 y, un año más tarde, tendrían a su única hija, Merit.

Elke consiguió aprobar su primer examen de derecho a nivel nacional y entró al despacho de letrado público Brun-Otto Bryde, terminando posteriormente sus prácticas en la corte regional de Hannover y por último, superando con éxito sus oposiciones para ser jueza. A partir de entonces, desde el 2000, ejerció como magistrada en el tribunal administrativo de Berlín. Sin embargo, acabaría dejando su profesión para adoptar el papel de primera dama, algo que, según han puntualizado algunos medios locales, hizo más por obligación que por gusto, si bien pidió una excedencia para ocupar ese cargo, el de Primera Dama, que en Alemania, al igual que en la mayoría de los países democráticos incluyendo España, no es una figura reflejada en el reglamento jurídico.

Porque Elke Büdenbender siempre ha preferido la discreción y el hermetismo. De hecho, no fue hasta 2008 cuando cambió su rol hacia una participación más activa durante la campaña que enfrentó a su marido, candidato del partido socialdemócrata y que ya había sido ministro de Exteriores, contra Angela Merkel por la cancillería.

Y entonces llegó la enfermedad. Ambos, en 2010, estaban en puntos importantísimos de su carrera. Steinmer era el líder de la oposición y, de repente, decidió cambiar sus prioridades y mirar hacia su familia, dejando temporalmente la política activa y retirándose para estar al lado de Elke, decisión que fue aplaudida no solo por los ciudadanos sino incluso por adversarios políticos. La razón fue una conversación con los doctores, que le dijeron a Elke Büdenbender que solo tenía una forma de sobrevivir: si encontraba un donante de riñón.

La magistrada llevaba años sufriendo problemas renales, que en los últimos meses se habían incrementado, poniendo en serie riesgo su vida. Su diagnosticada enfermedad renal degenerativa precisaba de un trasplante de manera urgente. Y Steinmeier no lo dudó y de manera inmediata se ofreció a donarle el suyo. Por suerte, los doctores hicieron las pruebas pertinentes y descubrieron que era compatible. Las crónicas de aquel día afirman que incluso los periodistas presentes cuando anunció la noticia se emocionaron «visiblemente».

«La donación no es un gesto heroico ni un regalo para mi esposa. Si lo fuera, sería un regalo para los dos, porque será para poder tener más tiempo para estar juntos», afirmó el ahora presidente en televisión. Y aquel 24 de agosto, con familiares, amgos y allegados a las puertas del hospital, los cirujanos procedieron a la operación quirúrgica, que duró casi un día entero. Fue un éxito, si bien Frank-Walter se tomó un par de meses para recuperarse y cuidar de su esposa, quien poco a poco aceptó el nuevo órgano y fue mejorando.

Tras ese tiempo, tanto él como ella recuperaron su profesión en el Parlamaneto y en el tribunal berlinés. Sin embargo, tras la excedencia, Büdenbender ha asumido otros compromisos, especialmente las tareas relacionadas con la solidaridad, la beneficencia y los temas de cooperación internacional, que suelen ser la parte central de su agenda, como el hecho de ser patrona de Müttergenesungswerk, una fundación caritativa, o colaborar con UNICEF.

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