No solo es que se haya convertido en uno de los momentos televisivos más comentados y alabados del año, es que en redes sociales no hubo pocos que se atrevieron a definir la actuación de Amaia la semana pasada en La Revuelta, en la presentación de su single Tengo un pensamiento, que ha sido un auténtico éxito en plataformas como Spotify, como «Historia de la televisión en España».
Sobre todo, porque se ha concebido desde hace muchos años que las actuaciones musicales son un lastre para la pequeña pantalla y casi ningún programa de prime time que no esté centrado en la música hoy en día las incluye por ello. De hecho, el propio desplome de las audiencias cuando se produce la intervención de un cantante o una artista tiene un nombro propio, el efecto Phil Collins, dada su popularidad durante los años 80 y 90, que hacía que apareciese en multitud de espacios televisivos y el público prefiriese cambiar de canal o levantarse del sofá.
Pero si la ganadora de Operación Triunfo 2017 ha conseguido que se hable de ella y de su plano secuencia en el programa de David Broncano es, en gran parte, porque la canción ha calado profundamente entre sus fans. Y esto se debe a que su letra, con estrofas como «Tengo un sentimiento/ Que no me deja sola/ Pero desde que te conocí/ Y me dejaste entrar en el jardín/ De todo tu cerebro/ Este pensamiento/ Se hizo muy pequeño y explotó/ Y se transformó en toda esta canción», está rebosante de amor y cada palabra tienen un denominador común: Daniel Dalfó.
Conocido musicalmente como Daniel 2000, vino al mundo hace 30 años, en 1994, cinco antes que su pareja, en un pequeño pueblo de la comarca del Bajo Ampurdán en la provincia de Girona, Torroella de Montgrí. Aunque por ahora se desconoce cómo, cuándo o gracias a quiénes se conocieron —aunque ello no impide que publiquen y posen en redes fotografías juntos—, sí que ambos aparecen juntos en Instagram en abril de 2022, así como aquel año, en el Primavera Sound, actuaron por separado el 2 de junio en Barcelona.
Lo que es seguro, sin embargo, es que en septiembre de ese año los dos acudieron juntos a la inauguración de la nueva temporada del Liceu en la capital catalana. Por aquel entonces Amaia, de 23 años, ya lo había dejado con su anterior pareja, el actor de Paquita Salas y vocalista de The Parrots Álex de Lucas, a quien le habían presentado Los Javis, con quienes estaba a punto de rodar la serie La Mesías.
Además, su segundo álbum, Cuando No Sé Quién Soy, en el que divagaba sobre la imperiosa necesidad impuesta por la sociedad de hacerse adulta y buscar una identidad propia en poco tiempo, hacía nada que había salido al mercado. Pero David, sin embargo, también estaba dando sus primeros pasos en solitario en el mundo de la música después de varios años en un grupo.
Según explicó en una entrevista que le hicieron para la revista Acero de Metal Magazine, comenzó siendo autodidacta para aprender a pinchar, gracias a tutoriales en internet de DJ Qbert y del scratch [utilización de una mesa de mezclas y movimientos de un disco de vinilo hacia delante y hacia atrás]. «Era el niño más rapero de todo mi pueblo. Después, mis senseis [«maestro» en japonés] fueron John Heaven y Marcelo Pantani cuando era adolescente, siempre llevaba un MP3 en el bolsillo con una lista inacabable de canciones de rap español y estadounidense», explicó.
Precisamente de su unión con ellos nació Algo Más Duro, un colectivo musical que, con la incorporación de otros artistas como Yung Prado o JP Sunshine acabó convirtiéndose en el grupo Mainline Magic Orchestra, con el que precisamente tocaría en el Primavera Sound. Eso sí, aunque los inicios de su faceta como productor se remontan a 2015, su reconversión en músico de manera total y profesional, como él mismo ha confesado, llegó justo después de la pandemia.
Aunque siempre la había llevado en paralelo, su despegue como artista en solitario también llegó en aquel importante año para ambos, 2022, cuando saca su primer EP, al que titula Mutual Pleasure 004, y justo un año después, un sencillo, llamado Chillout Guru, en el que Amaia ya está presente, dado que actúa como compositora, aparece en el videoclip y, como él explica, es su voz la que se escucha en el tema.
«Es su voz cortadita. Para componer esta canción, partí de una nota de voz que me había grabado en el móvil con un ritmo hecho con la boca (risas). Lo monté en el ordenador con los sonidos que ya tiene ahora la canción y grabé unas voces de prueba que se han acabado quedando. Para el piano, nos inspiramos en una obra de Albéniz muy bonita que toca Amaia desde pequeña y la adaptó un poco. La verdad que fue muy fluido y rápido de hacer todo», explicó David 2000, que firmaba entonces por el sello Sonido Muchacho, que también se encarga de otros grandes como Sen Senra o Cupido.
Muy fan del humor y autodefinido como «amigo de sus amigos», afirma que lo que peor lleva del mundo de la música son «los paparazzis», pero que, irónicamente, lo mejor es «la fama». «Me gustaría tener una casa en el bosque con un estudio y cobrar royalties«, aseguró entre risas, así como que para él no existen los guilty pleasures [placeres culpables], pero que si tuviera que decir uno se decantaría por «un grupo español de los 2000 que se llama Las Niñas», que vio «en las stories de alguien» y le encantaron. «Me parecen buenísimas», dijo sobre las autoras del éxito Ojú.
Aunque sigue con su grupo, cree que lo próximo que sacará volverá a ser en solitario, como Daniel 2000, si bien ahora seguramente prefiera disfrutar del éxito de Amaia, dado que no solo ha participado en su nuevo disco de forma directa, sino que casi con total probabilidad habrá más canciones de amor que hablen de su actual y, visto lo visto, inmejorable relación.