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Apenas febrero

Publicado: febrero 3, 2025, 6:00 pm

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Navegar por febrero, para los que no celebramos nada en él, no es precisamente una calmada travesía. Primero, porque es un mes incompleto. Diferente al habitual transcurso de los días, los meses y los años al que nos tiene acostumbrados el calendario. El único lapso de tiempo que puede tener un día más o uno menos. Y también el culpable de que los años sean bisiestos o no. Todavía mucho peor: con el estigma de que justo a la mitad del mes– o casi, porque en febrero no se sabe si la mitad esté en el medio- hay que celebrar el amor. Es decir, estar enamorado y, además ser correspondido, ojalá de un amor igualitario, que siempre pague lo que debe y no te deba nada. (Por si tanto estrés no fuera suficiente). 

En los días de febrero (loco) somos más proclives a naufragar pensando en los obsequios ofrecidos y los que nunca nos regalaron; en cómo sacar de nuestro sistema las calorías de los tamales engullidos el Día de la Candelaria o a inaugurar el azote de preguntarnos por qué hemos fallado en nuestros propósitos de la dieta y el ejercicio y correr el riesgo de acabar en una depresión reflexiva que incluya preguntarnos por qué es tan cruel el Destino o en una desenfadada indolencia que no pare de decir que apenas es febrero y que en marzo volveremos a empezar. Ambas opciones seriamente perjudiciales; cual tragedia de Esquilo citadina.

Mejor baste ya de rigores, mi bien, baste (como dijo Sor Juana) y miremos a febrero de otro modo. Mítica y etimológicamente, por ejemplo. Febrero, cuyo nombre proviene del latín, se refería a las februas o februarias, jornadas donde se llevaba a cabo un Festival de Purificación en todas las regiones de la antigua Roma. En tales fechas, lavarse el cuerpo -y las culpas- con abundante agua, era la actividad recomendada y el mandato principal ya que fiestas y el mes estaban consagrados a Neptuno, dios latino de las aguas y los mares.

También se vale considerar la geopolítica. Febrero es hoy el segundo mes del año, según el calendario gregoriano, a veces con 28 y otras con 29 días, pero sepa usted, lector querido, que en otro momento hubo 30 de febrero: cuando se adoptó el Calendario Revolucionario atendiendo a los preceptos de igualdad y democracia de la República Francesa, que revolucionariamente dictaminó que todos los meses del año debían tener treinta días. Todo ello sin olvidar lo propio -ya estamos hartos de las interpretaciones francesas sobre México- considerando que el 5 de febrero de 1917, se redactó la Constitución que hoy nos rige. Además, con una agenda legislativa admirablemente plural y corta: un total de 67 sesiones, 179 votaciones, 117 resueltas por unanimidad y 62 por mayoría. Todas celebradas con un quórum legal de 122 diputados. que en la realidad de los hechos fluctuó en entre 124 y 192 por sesión. El promedio de asistencia también fue ejemplar, porque aproximadamente las dos terceras partes de los diputados llegaron puntual y cotidianamente. Y mire usted la diversidad: entre los 220 delegados –incluyendo a los suplentes– había 62 abogados, 22 oficiales de alto rango, 19 agricultores, 18 profesores, 16 ingenieros, 16 médicos, 14 periodistas, 7 contadores, 5 líderes sindicales, 4 mineros, 3 ferrocarrileros, 2 farmacéuticos, 1 actor y 31 representantes de otras profesiones, entre ellas artesanos, comerciantes y empleados.

Si todavía lo inunda el desaliento, cree que más que abril, febrero es el mes más cruel y le falta algo de letra, ciencia y arte, celebremos el hallazgo de varios personajes ejemplares que tienen mucho que ver con este mes. Todos dignos de un ensayo, un recordatorio y palabras muy bien puestas.

Nada más en el segundo día de febrero nació James Joyce, genio irlandés de la literatura y la lengua inglesa. Dos días después, apareció William Burroughs, representante de los beatniks; que en el último de sus diarios confesó:“ la gracia me llegó en forma de gato” y luego cambió a letras y lectores. El 15 de febrero nació Galileo, que descubrió la imperfección de la luna mirándola por su telescopio, el día 16 llegó al mundo Carlos Pellicer, el poeta que llenaba de sol todo lo que tocaba. El 7 de febrero nació el novelista Charles Dickens y el 10 Guillermo Prieto-poeta, periodista, dramaturgo, historiador y político liberal, diputado, uno de los principales sostenes del Plan de Ayutla y las Leyes de Reforma.

Gustavo Adolfo Bécquer, poeta español, nació el 17 de febrero, y muchos piensan que el retorno de sus oscuras golondrinas nunca fue tan popular como el “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla – dramaturgo que vino al mundo el 21 de este mes- y reclamó como nadie su indiferencia al Cielo.

¿Cómo elegir entre Miguel León Portilla y Arthur Schopenhauer si los dos nacieron en febrero? ¿Y qué vamos a hacer todos los demás -nosotros simples mortales- si tenemos que, sin naufragar, navegarlo el mes entero?

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