Publicado: noviembre 26, 2025, 1:30 am
Directo al grano emitió una entrevista especial por este 25 de noviembre en la que Antonia Dell’Atte habló sobre su tormentosa relación con Alessandro Lecquio. A lo largo de la conversación con Marta Flich, la exmodelo reconstruyó un itinerario biográfico marcado por la violencia y el desamparo.
Dell’Atte comenzó relatando cómo se conocieron y explicó que, en aquel momento, buscaba una vida alejada de la exposición pública para «formar una familia». Recordó que le impresionaron los gestos de amabilidad de Lecquio: «Me abría la puerta, me decía que soñaba conmigo, que tenía fotos en su habitación, que nunca había visto una mujer tan guapa, que nunca había visto a una mujer que trabajaba y mandaba dinero a su familia…». De esa etapa enfatizó un sentimiento inicial de esperanza: «No estaba enamoradísima, yo estaba ilusionada».
Sin embargo, los problemas comenzaron pronto. Dell’Atte afirmó que la familia de su pareja se oponía a la unión matrimonial porque ella «pertenecía a un rango inferior». Asimismo, confesó que cuando su futura suegra supo que estaba embarazada, le dijo que perdiese al feto «dentro de un váter». A pesar de ello, recordó que entonces Lecquio la respaldaba, aunque hoy interpreta aquellas palabras como un aviso anticipado de «dónde se había metido».
La exparticipante de MasterChef revivió la «primera bofetada» propinada por el colaborador televisivo. Ocurrió cuando se negó a acompañar a su prometido a una cena debido al cansancio por los preparativos de la boda. A partir de ese momento, los episodios se agravaron, citando entre ellos una «patada de karate» mientras estaba encinta motivada por una disputa relacionada con los apellidos en la correspondencia. «Subimos arriba y empezó a maltratarme. Me rompió la nariz y me dijo que nunca jamás volvería a ser guapa«, expresó secándose las lágrimas.
La entrevistada encadenó estos recuerdos con el traslado a Milán: «Ahí empieza mi pesadilla». Más adelante, en Turín, dijo haber encontrado cierto apoyo en la familia de Lecquio: «Empieza a protegerme. Cuando me daba una paliza, yo llamaba a la madre. Lo sabían todos».
Tras el nacimiento de su hijo, organizó una reunión familiar para manifestar su intención de divorciarse. Según su relato, Lecquio llegó a amenazarla: «Él me decía que me iba a matar, a mí y a mi familia. Tengo todas las cartas».
Dell’Atte describió aquellos años como un periodo en el que rezaba con insistencia y trataba de sobrellevar la convivencia mediante tareas domésticas: «Él se inventaba cosas para enfrentarme. Yo no sabía cómo salir de eso. En Italia no se hablaba de malos tratos».
Su vida cambió al llegar a España, donde sintió que tenía más libertad. Empezó a trabajar y, en 1990, viajó a ver a su familia. Al volver, descubrió que Lecquio mantenía un idilio con Ana Obregón: «Le digo que no vuelva nunca más a casa y que se vaya con ella”. Lo vivió como una liberación: “¡Gracias, España! Soy libre».
Solicitó la separación y denunció a Lecquio por abandono del hogar y maltrato después de que él se llevase todos los muebles al domicilio de García Obregón. Pidió una manutención de 600 euros al mes para su hijo, aunque finalmente archivó la denuncia para evitar un juicio: «Pensaba que así me dejaría en paz, pero el maltratador no te deja nunca en paz».
En otro tramo de la entrevista, Dell’Atte concluyó que, con el tiempo, comprendió que parte de la prensa había jugado en su contra. «En el 2001 me harté y dije que hasta aquí habíamos llegado», dijo. Fue entonces cuando encontró las cartas en las que Lecquio mostraba arrepentimiento tras cada agresión. Esos documentos, explicó, resultaron determinantes cuando él la denunció por llamarlo públicamente «maltratador».
