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Anatomía de la influencia rusa: así ha tejido Moscú sus redes y expansiones desde la caída de la URSS

Publicado: febrero 20, 2025, 9:20 am

Casi tres años después de que las tropas rusas invadiesen la región del Dombás, la guerra de Ucrania podría terminar en Riad: representantes de Estados Unidos y Rusia negocian desde este martes su idea de final para el conflicto en Ucrania, de forma bilateral y sin asiento, voz ni voto para Kiev ni Europa.

Sin embargo, muchos analistas especulan sobre si una paz pactada entre EEUU y Rusia podría suponer el final del orden internacional vigente desde 1945, y se preguntan qué podría impedir que Rusia se anexione otros territorios sobre los que mantiene influencia y en algunos casos tropas, desde la caída de la Unión Soviética.

Crimea, la anexión que dio origen al conflicto actual

A principios de 2014, Crimea -una península al sur de Ucrania- se convirtió en el foco de una de las peores crisis entre Rusia y Occidente desde el fin de la Guerra Fría, después de que el hasta entonces presidente de Ucrania, el prorruso Viktor Yanukóvich, fuera derrocado tras una serie de protestas a favor una mayor alianza con la Unión Europea.

La intervención de Moscú fue silenciosa y sutil: cuando las autoridades peninsulares convocaron un referendo para independizarse de Ucrania, Putin desplegó sus tropas por la península. Tras los resultados, en los que Crimea rompió lazos con Ucrania, a la que había pertenecido desde 1954, Rusia «dio a elegir a los ciudadanos» entre la reunificación con Rusia o mantener el estatus de Crimea como parte de Ucrania.

Lo que pasó después es historia: Putin selló la anexión de la península el 18 de marzo. Posteriormente, Occidente condenó la anexión ilegal del territorio ucraniano y lanzó contra Rusia la mayor campaña de sanciones internacionales que se recuerda.

La anexión del Dombás, el gran objetivo de Putin

Ocho años después, Rusia comenzaría su ofensiva militar sobre el este de Ucrania con el mismo objetivo y siguiendo la misma fórmula: reconocer las autoproclamadas repúblicas del Dombás para En total, Moscú ha tomado casi 66.000 kilómetros cuadrados de suelo ucraniano desde que comenzara la invasión de Ucrania, a los que hay que sumar los de Crimea, que llevarían a un total de 108.070 kilómetros cuadrados, el 18% del territorio.

En concreto, el Ejército de Putin se hizo con las regiones de Lugansk, Zaporiyia, Donetsk y Jersón -además de Crimea-. Para el Kremlin, estas zonas ya forman parte de Rusia y ahora, Putin espera un acuerdo con EEUU que dé validez internacional a sus pretensiones.

Bajo la sombra del Kremlin: los otros territorios ocupados de facto por Rusia

Crimea y el Dombás son las primeras y únicas anexiones territoriales rusas por la vía militar, aunque no son las únicas zonas donde Rusia mantiene influencia y presencia militar:

  • Transnistria (Moldavia): en esta región moldava, atrapada en el tiempo desde la caída de la URSS, Rusia mantiene una gran influencia política y la sombra de su presencia militar permanece tres décadas después de la caída del muro de Berlín. Pese a los esfuerzos de Moldavia por acercarse a Europa (celebrando un referéndum a favor de la adhesión a la UE el pasado mes de octubre), el largo brazo del Kremlin continúa latente en la zona.
  • Abjasia y Osetia del Sur (Georgia): tras la disolución de la URSS, estos territorios del norte de Georgia y con frontera rusa son oficialmente parte del país caucásico, pero la realidad es muy diferente. Ambos territorios son independientes de facto, y Moscú (que reconoce su autonomía desde 2008) mantiene allí gobiernos prorrusos y tropas militares. En 2008, Georgia lanzó una ofensiva militar para recuperar el control de ambas zonas, sin éxito. Las dos regiones se mantienen leales al Kremlin pese a que, oficialmente, no han sido anexionadas por Rusia.

Bielorrusia, estado «títere» de Moscú, que mantiene influencia sobre varios países ‘exURSS’

Aunque las fronteras de la Federación Rusa se han mantenido prácticamente iguales desde la caída de la URSS -al menos, sobre el papel-, lo cierto es que Moscú ha labrado desde 1992, y especialmente desde la llegada de Putin al poder en el año 2000, una red de influencia y cooperación con diferentes repúblicas exsoviéticas.

Especial mención merece Bielorrusia: el régimen de Aleksandr Lukashenko, en el poder desde 1994, se mantiene gracias al apoyo ruso. A cambio, Bielorrusia colabora ampliamente con Rusia y ha permitido el despliegue de tropas rusas y el uso de su territorio en la invasión de Ucrania.

En la misma línea se encuentran países como Armenia, Kazajistán, Armenia, Kirguistán o Tayikistán, naciones de la órbita soviética que se mantienen bajo la influencia de Moscú a través de inversiones y protección.

Rusia cuenta con su propia OTAN

De hecho, Rusia cuenta con su propia «OTAN»: la OTSC (Organización del Tratado de Seguridad Colectiva) agrupa bajo una alianza militar, con principios similares a la Alianza Atlántica, para mantener una cooperación de defensa con diferentes naciones exsoviéticas.

Actualmente, se compone de seis miembros:

  • Rusia
  • Bielorrusia
  • Kazajistán
  • Armenia
  • Kirguistán
  • Tayikistán

Aunque la alianza mantiene el principio de seguridad colectiva (si atacan a uno, atacan a todos, al igual que en la OTAN) nunca se ha llegado a invocar este principio -ni siquiera cuando Ucrania ha atacado Rusia en respuesta a la invasión-. En la práctica, la alianza militar de la OTSC ha permitido a Rusia establecer una red de bases militares en esos Estados y a combatir el yihadismo y el narcotráfico en sus fronteras de Asia Central.

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