Publicado: noviembre 27, 2025, 11:30 pm
Amaia Romero fue una de las últimas invitadas al pódcast La Ruina, donde explicó no solo cómo ha evolucionado su carrera en los últimos años, sino también la vergonzosa experiencia que vivió junto a un amigo al intentar ir de fiesta por Barcelona.
«¿Por qué no salimos de fiesta?», comenzó a narrar la cantante, recordando la conversación que tuvo con Frede, su mejor amigo. Así, tras cenar, ambos decidieron ir a tomar unos cócteles hasta que, «de repente», tuvieron una idea mejor.
Los dos amigos tenían pensado ir a Apolo, una conocida discoteca de Barcelona donde se suelen hacer fiestas de ambiente, algo que a Amaia no le suponía un problema. «Yo pensé ‘mi público son maricones y chicas, me van a conocer seguro y me van a dejar entrar'», confesó.
Aunque su plan no fue tan bien como ella creía. «Fui a la puerta y, como estaba un poco ciega, le dije (al de seguridad): ‘Nunca suelo hacer esto, pero tú eres maricón, ¿no? Yo soy Amaia», relató la artista, provocando las risas de todos los presentes.
Sin embargo, el hombre no sabía quién era ella, por lo que todo su plan se fue por la borda. Aunque, lejos de rendirse, le intentó explicar todo: «Nunca hago esto de verdad, lo siento muchísimo, pero es que nos hemos animado y queremos entrar aquí de fiesta».
Pero de poco sirvió: «Me hice muy pequeña, pasé de ir completamente segura y me fui con el rabo entre las piernas diciéndole ‘perdón, lo siento muchísimo’. Porque no me dejó entrar y me dijo ‘si tan famosa eres, tendrás dinero para comprarte la entrada'».
Así, tras darle la razón al hombre, finalmente entró gracias a que el dueño sí que la conocía: «Fue una buena noche». Y es que a pesar del mal rato, todo se convirtió en una divertida anécdota, tan ridícula como las que suelen contar famosos y anónimos en La Ruina.
El vídeo del momento rápidamente se volvió viral en Instagram, con más de 462.000 visualizaciones y miles de comentarios riéndose de la situación. «No te puede caer mal», «el portero la puso en su sitio», «es la mejor» o «qué divertida es esta chica» fueron algunos de los mensajes más repetidos.
