Publicado: marzo 23, 2025, 9:00 am
Las ondas de calor están modificando sus patrones geográficos y temporales a causa del calentamiento global, expandiéndose hacia regiones donde antes no ocurrían y apareciendo en épocas inusuales del año. Así lo señaló Jorge Cortés Ramos, investigador de la Unidad Académica La Paz del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE).
En el centro de México, durante 2023 y 2024, se registraron fenómenos similares, aunque no en los meses tradicionalmente más cálidos como abril o mayo. Estos eventos fueron prolongados, pero no alcanzaron los umbrales superiores de temperatura máxima, aclaró el experto.
Cortés Ramos recordó que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático advierte que, a mayor calentamiento global, es esperable un aumento en la intensidad, frecuencia y duración de las olas de calor. Desde el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, donde realiza un año sabático, enfatizó la importancia de analizar los datos antes de confirmar la llegada de una primera onda de calor.
La estación meteorológica de Tacubaya, que registra la temperatura cada 10 minutos, mostró en febrero una tendencia al alza en las mañanas, indicando una transición temprana hacia condiciones primaverales. Sin embargo, las temperaturas registradas no alcanzaron los 30 grados. La máxima diaria promedio para el periodo de 1991 a 2020 es de entre 25.1 y 26.1 grados, con una máxima mensual de 30.2 y una máxima diaria de 33.3 grados.
El 2 de marzo se observaron temperaturas superiores a 40 grados en algunas zonas del país, pero en el centro de México las cifras se mantuvieron dentro de los promedios históricos. La mínima promedio para marzo es de 11.1 grados, aunque las mañanas registraron valores alejados de esta norma, según el promedio de los últimos 30 años.
Cortés Ramos explicó que la definición de una ola de calor varía según las instituciones: algunas la establecen en 30 grados, otras en 35 o incluso 40. La Organización Meteorológica Mundial la define como un periodo de temperaturas anormalmente altas que persiste por varios días o incluso meses, con máximas inusuales para la región afectada.
Destacó que la temperatura mínima es crucial, ya que noches más frescas permiten la recuperación del ambiente. Cuando las mínimas son más cálidas de lo habitual, las temperaturas altas se alcanzan más temprano y persisten por más tiempo.
Recordó la ola de calor del 1 al 7 de junio de 2016, que afectó principalmente el noroeste de México y, en especial, el centro de Sonora, con máximas diarias superiores a 35 grados. El punto más crítico ocurrió el 4 de junio, cuando las temperaturas superaron los 30 grados por la tarde y en algunas zonas de Sonora se elevaron por encima de los 45 grados. En la estación Misión del Sol, en Hermosillo, se registró una máxima de 49.4 grados, una anomalía de más de ocho grados respecto a los registros previos.
En ocho puntos del noroeste del país se detectaron anomalías cálidas superiores a ocho grados y más de 12 grados en Bahía de los Ángeles, Baja California. Este evento llevó a declarar desastre natural para los sectores agropecuario, acuícola y pesquero en el noroeste de Sonora, incorporando las temperaturas extremas como fenómeno perturbador.
Cortés Ramos subrayó que 2016 también marcó el mayor número de incendios forestales registrados entre 2010 y 2022. Ese evento histórico permitió analizar las distintas fases del ciclo de una onda de calor: origen, desarrollo, duración e impacto. Explicó que el fenómeno comenzó con regiones de flujo anticiclónico que favorecieron el calentamiento por compresión atmosférica, extendiéndose sobre una gran área.
El investigador concluyó que, en las próximas cinco décadas, eventos de esta magnitud podrían repetirse de forma simultánea en gran parte del noroeste de México.
