Publicado: mayo 14, 2025, 8:30 am
Alfonso de Orleans-Borbón y Ferrara-Pignatelli , un nombre asociado a la pasión por el automovilismo mucho más allá de su ilustre estirpe —es el VII duque de Galliera—, se enfrenta desde este fin de semana a uno de los desafíos más duros del mundo: el rally Pekín-París . Esta prueba, que arrancará este 17 de mayo, llevará a los participantes a recorrer unos 14.500 kilómetros en casi 40 días, cruzando desiertos, montañas y estepas a través de doce países, desde la Gran Muralla China hasta la Place Vendôme de París. Este es el último reto de un Orleans que tiene un nombre propio en el automovilismo gracias a haber dirigido el exitoso equipo Racing Engineering. Su escudería fue cuna para pilotos como Sebastian Vettel, Sébastien Buemi y Dani Clos en categorías como la Fórmula 3, las World Series y la GP2 (hoy F2). Además, ha competido en eventos tan extremos como el rally Dakar y las 24 Horas de Le Mans , donde debutó en 1994 formando equipo con Tomás Saldaña y Andrés Vilariño al volante de Ferrari 348 GT/C-LM. Se convirtió en el primer —y único hasta la fecha— trío español en competir en la conocida como la madre de todas las carreras. Ahora, a sus 60 años, vuelve a embarcarse en esta épica travesía como navegante junto al veterano piloto francés Christophe Bouchut , ganador de Le Mans, Daytona y otras grandes pruebas de resistencia. La elección del coche en el que van a competir no es casual: se trata de un Peugeot 504 Coupé V6 de 1977 , un modelo histórico que ganó el Rally Safari en 1978, famoso por su robustez y fiabilidad. Esta unidad, una de las únicas tres que existen en el mundo, fue recuperada de un museo. Este Peugeot es prácticamente un prototipo, con modificaciones en el chasis, suspensión reforzada y faros de largo alcance, diseñado para soportar las condiciones más extremas. Además, se le ha instalado un motor V6 de 2,7 litros que da unos 250 CV de potencia y un tanque de combustible de 150 litros instalado en el maletero. El rally Pekín-París es mucho más que una simple carrera. Inspirado en la histórica edición de 1907 organizada por el periódico francés Le Matin, es una de las pruebas de resistencia más extremas que revive el espíritu pionero del automovilismo, donde no se permite asistencia técnica durante el recorrido . Los equipos deben ser autosuficientes, capaces de reparar cualquier avería con las herramientas que llevan a bordo, a menudo improvisando con piezas únicas y adaptadas. No es casual que, entre piezas y recambios, lleven un equipaje extra de más de 350 kilos en repuestos, amortiguadores, chapas, tornillos, tuercas… Todo lo necesario para intentar salvar el coche y la aventura en caso de necesidad. Alfonso de Orleans y Christophe Bouchut, que se conocieron en los años 90 cuando compartieron un Porsche 911 GT2, saben que esta prueba es tanto un reto mecánico como físico. El recorrido atraviesa algunos de los parajes más inhóspitos del planeta, como el desierto del Gobi y las altas mesetas de Asia Central , donde las temperaturas oscilan desde los 40 grados a pleno sol hasta bajo cero por la noche. Con su carácter competitivo y espíritu aventurero, Alfonso de Orleans afronta esta nueva edición del rally con la misma pasión que le ha acompañado toda su vida. Para él, el Pekín-París es una oportunidad única de poner a prueba su temple y habilidad, y una forma de seguir escribiendo capítulos memorables en la historia del automovilismo. Orleans no es el único español en liza en este rally. Al volante de un Chevrolet de 1939 estarán Jorge Pérez Companc , expiloto de rallies, y su hijo Cristóbal, cuyo objetivo será el mismo que el del resto de participantes: llegar a París de una pieza.