Publicado: julio 13, 2025, 6:30 pm
Hecho el curso, y con sobresaliente, lo que venga a partir de ahora entrará en la casilla de matrícula de honor. No lo es hoy porque se ha perdido la final de Wimbledon, pero saca Carlos Alcaraz la sonrisa porque quiere profundizar en lo que significa jugar otra gran final, que no muchos lo pueden decir, y ganarse otra oportunidad de mejorar para la siguiente parada. Por el momento, se tomará unos días de vacaciones, y volverá con más fuerzas tras la desconexión, que la temporada hasta aquí ha sido muy exigente, como le recuerdan los 24 triunfos consecutivos. En estos seis meses, cinco título (Róterdam, Montecarlo, Roma, Roland Garros y Queen’s), y mucha confianza a pesar de la derrota ante Jannik Sinner en la Catedral. Este Sinner intratable que controló el encuentro casi de principio a fin. Hubo errores por parte del murciano que le servirá de acicate para volver a imponer su estilo en las pistas duras que llegan ahora. Y que lo pueden llevar a las alturas de la ATP. En 2024, tras una primera parte excepcional, aparecieron el cansancio y las turbulencias. Una nota negativo el curso pasado que, sin embargo, puede convertir en esplendor en esta. El tenis, dice Alcaraz, puede cambiar muy rápido. Ha perdido 700 puntos al entregar la corona de Wimbledon a Sinner, aferrado al trono de la ATP desde junio del año pasado. Y este ha sumado otros 1.800 por campeonar en la Catedral, después de no pasar de octavos el año pasado. Pero la verdadera carrera empieza ahora. Alcaraz levantó su segundo título en Wimbledon en la edición pasada, con lección maestra ante Novak Djokovic, y se desfondó. Primero físicamente, obligado a jugar individual y dobles con Rafael Nadal en los Juegos Olímpicos, y después en lo mental, porque costó superar el sabor agridulce de una plata que se pensaba de oro. Por eso, hubo resultados alejados de su nivel. Fue una baja en Canadá, y una primera ronda en Cincinnati con un momento de furia impropio: rota la raqueta en tres partes por la rabia de caer ante Monfils, por el cansancio acumulado, por un tenis que no perdona. Le duró el enfado hasta el US Open, resbalón en la segunda ronda ante Botic Van de Zandschulp. En total, sesenta puntos en la mochila. Lo que ayer era un paso en falso, una lección por aprender, se convierte hoy en una oportunidad de llenar el botín sin apenas esforzarse. Y para ir arañando escalones hacia la cima. Porque Sinner, que no tuvo un buen comienzo, sí brilló en la segunda parte de la temporada: cuartos de final en Canadá (200 puntos), campeón en Cincinnati (1.000) y título en el US Open (2.000). Más de 3.000 puntos que son más que los que hoy separan al español y al italiano. Pero aún hay más. Porque Alcaraz se liberó de ese mal otoño en Pekín, y ante Sinner, con el título. Aunque volvió a sufrir el desgaste anímico a partir de ahí, en la gira bajo techo, con unos cuartos en Shanghái, unos octavos en París y fuera de la Copa de Maestros en la primera fase. Huecos que tratará de rellenar en esta edición, pues es uno de los frentes en los que todavía hay margen. Se lo advertía en 2023 Juan Carlos Ferrero, que la temporada iba de enero a noviembre y no se acababa en agosto. Como ya había sufrido en 2022. «El pero de la temporada es que a partir del US Open hemos bajado un poco el nivel y en ese aspecto hay que mejorar. Estar más concentrado y ser profesional todo el tiempo. Esto son situaciones de gente de veinte años. Sabemos que están ahí y hay que ir madurando», reconducía el entrenador. Pero el pupilo aprende rápido, sobre todo si puede atacar la oportunidad de sentarse en el trono de la ATP tras un curso brillante. Fue el número 1 más joven de la historia. Y quiere volver a ser el líder de la clasificación. Tiene verano para ello.