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Afrontemos los riesgos económicos con el respaldo del Seguro

Publicado: febrero 24, 2025, 8:03 am

El ciclo de negocios post-Covid no ha dejado resquicios a la certidumbre, quizás porque fue concebido por enormes programas de estímulo fiscal y monetario para superar la recesión global de mayor calibre desde el crash de 1929. La interrupción de las economías por los confinamientos sociales y la crisis sanitaria dejaron disrupciones en las cadenas de valor, colapsos marítimos y logísticos y posteriormente, tras la invasión rusa de Ucrania, escaladas de precios energéticos. Hablamos de una espiral inflacionista desconocida en cuatro decenios y unos tipos de interés anormalmente altos y sin parangón desde los primeros años de este milenio, que se pusieron en marcha para frenar la virulencia de unos precios desbocados. En 2025 la trayectoria del ciclo económico sigue su curso, definido en gran medida por unos mercados de capital que impulsaron la confianza inversora y consumista en los dos últimos ejercicios al calor de los valores tecnológicos y de la revolución digital espoleada por la Inteligencia Artificial y la industria de los chips. Pero, como no podía ser de otra manera en este contexto global, no sin sobresaltos. El nivel de incertidumbre que ha emergido este año es todavía más elevado que el generado en el último bienio, caracterizado por un alto voltaje geopolítico y perturbaciones económicas, con señales de proteccionismo comercial y amenazas de fragmentación de la globalización. El retorno de la Administración Trump es una de las ecuaciones a resolver. A eso se suma una Europa en crecimiento plano, con una crisis de identidad en el eje franco-alemán, un consumo e inversión anémicas y cambios de paradigmas económicos a la vista por los virajes que se avecinan en las políticas económicas que desea emprender la Casa Blanca: desde subidas de aranceles que pueden desembocar en una guerra comercial, hasta rebajas fiscales de calado o desregulaciones en el sector bancario o el negocio de las criptomonedas. Todo ello, bajo fuertes deterioros de los déficits y niveles de endeudamiento históricos. En este contexto, EEUU y Europa se aprestan a vivir un 2025 con factores inéditos. Nos enfrentamos a riesgos de desacoplamiento económico, asimetrías entre sus mercados y divergencias monetarias por los distintos ritmos de dinamismo, creación de empleo e inflación. Todo ello, sin que hayan desaparecido las tensiones geopolíticas que llevaron a las empresas a modificar sus estrategias corporativas y a volver la vista hacia el seguro como el escudo sobre el que resguardarse en tiempos de incertidumbre extrema como los actuales. En este sentido, las encuestas globales a ejecutivos revelan que la confianza en la capacidad de protección de las múltiples fórmulas aseguradoras ha vuelto a arraigar en los últimos años, durante los que han tenido que vivir peligrosamente. Por eso, en tiempos de suma incertidumbre como los que nos toca vivir, el despliegue de todo el potencial del seguro en sociedades con entornos económicos complejos e inciertos resulta crucial. También lo es la instauración de una cultura financiera y del ahorro que fomente su compromiso de dar cobertura a sus tomadores frente a acontecimientos inesperados, quebrantos económicos, enfermedades o, muy en especial, para mejorar sus ingresos de jubilación. Y es que el valor del seguro es innegable y su relevancia social es todavía mayor que la que genera en el ámbito empresarial, porque su papel de prevención de riesgos (el origen del mutualismo) reporta a sus beneficiarios garantías de un futuro más confortable, pero también más certero.

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