Publicado: marzo 4, 2025, 9:00 pm
Cada 8 de marzo, el mundo conmemora el DÃa Internacional de la Mujer. Sin embargo, es importante recordar que esta fecha no es una celebración, sino una jornada de reflexión y reivindicación de derechos. Lejos de los mensajes de «feliz dÃa» y las flores que muchas mujeres reciben, lo que realmente debe ocuparnos es la lucha por la equidad de género, la eliminación de la violencia y la garantÃa de derechos fundamentales que, a pesar de los avances, siguen siendo negados o vulnerados en muchas partes del mundo.
El origen del 8 de marzo se remonta a diversas luchas obreras y feministas que marcaron la historia. Uno de los eventos más emblemáticos ocurrió en 1908, cuando 129 trabajadoras textiles murieron en un incendio en Nueva York tras declararse en huelga por mejores condiciones laborales. También se recuerda la marcha de mujeres en Rusia en 1917, que fue clave para el reconocimiento del derecho al voto femenino. En 1977, la ONU hizo oficial esta fecha como el DÃa Internacional de la Mujer, consolidándolo como un momento de reflexión sobre los avances y las deudas pendientes en la agenda de género.
Año tras año, muchas mujeres recibimos mensajes de felicitación, flores o pequeños obsequios el 8 de marzo. Sin embargo, este gesto minimiza el verdadero significado de la fecha. No se trata de un dÃa de celebración, sino de memoria y lucha. En lugar de felicitar, lo que realmente importa es reflexionar sobre los desafÃos que seguimos enfrentando las mujeres en el mundo y trabajar activamente para generar cambios estructurales.
Hablar del DÃa de la Mujer implica reconocer la brecha salarial que sigue existiendo, la sobrecarga de responsabilidades de cuidado, la violencia de género que persiste y la necesidad de polÃticas públicas que garanticen condiciones justas para todas. Felicitar sin comprometerse con estos cambios es quedarse en la superficie de un problema mucho más profundo.
A pesar de los avances en materia de derechos humanos, las mujeres seguimos enfrentando múltiples formas de discriminación y violencia. En muchos paÃses, aún se les niega el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, se les excluye de posiciones de poder y siguen siendo vÃctimas de feminicidios, acoso y explotación laboral. Según datos de ONU Mujeres, al menos una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Esta cifra alarmante demuestra que la lucha por la igualdad de género sigue siendo una necesidad urgente.
La equidad de género no es solo un asunto de mujeres; es una cuestión de derechos humanos que debe involucrar a toda la sociedad. La participación de los hombres en la erradicación de la violencia y en la construcción de una sociedad más justa es fundamental. No basta con «apoyar»; es necesario cuestionar y transformar los patrones culturales que perpetúan la desigualdad.
Uno de los principales reclamos del movimiento feminista ha sido la igualdad de oportunidades en el ámbito laboral. La brecha salarial de género sigue siendo una realidad en la mayorÃa de los paÃses, y las mujeres enfrentamos más dificultades para acceder a posiciones de liderazgo. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, la paridad salarial aún tardará más de 130 años en alcanzarse si no se aceleran las medidas para garantizar equidad.
Además, muchas mujeres enfrentamos obstáculos adicionales como la falta de licencias de maternidad adecuadas, la discriminación por embarazo o la imposición de dobles jornadas laborales, ya que, además de sus empleos formales, asumen una carga desproporcionada de trabajo doméstico y de cuidados.
El trabajo de cuidados de niños, adultos mayores y personas con discapacidad sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres. Este trabajo, en la mayorÃa de los casos, no es remunerado ni reconocido socialmente, lo que limita las oportunidades de muchas mujeres para desarrollarse en otros ámbitos.
Las polÃticas públicas deben enfocarse en redistribuir estas responsabilidades. Acciones como la creación de redes de cuidado infantil accesibles, permisos de paternidad equitativos y programas de apoyo para personas cuidadoras son clave para avanzar hacia una sociedad más justa. Mientras las tareas de cuidado sigan considerándose «naturales» para las mujeres, la igualdad de género seguirá siendo un objetivo lejano.
El DÃa Internacional de la Mujer no es una fecha para regalar flores ni para felicitar, sino para cuestionar, debatir y exigir cambios. Es un dÃa para recordar a todas las mujeres que han luchado y siguen luchando por sus derechos, y para comprometerse activamente con la construcción de un mundo más equitativo.
Para que la igualdad de género sea una realidad, es necesario que las polÃticas públicas, las empresas y la sociedad trabajen en conjunto. La educación en equidad, la erradicación de la violencia de género, la mejora de las condiciones laborales y la redistribución de las tareas de cuidado son solo algunas de las acciones urgentes que debemos priorizar.
Este 8 de marzo, en lugar de felicitaciones, demos espacio a la reflexión y al compromiso. Porque la lucha por la igualdad no es un dÃa, es todos los dÃas.
*La Dra. Claudia Ivett Romero-Delgado es académica de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana.
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