Publicado: julio 9, 2025, 12:00 pm
Los nanoplásticos son partículas extraordinariamente pequeñas (de 1 a 100 nanómetros, menos de lo que miden los ácaros del polvo) que, precisamente por su tamaño, se pueden ‘colar’ fácilmente en muchos sitios, desde permanecer suspendidos en el aire que respiramos a pasar la barrera de células nuestras, instalándose en nuestros órganos . También pueden llegar a nosotros de forma indirecta, a través de la carne o los vegetales que consumimos. El problema: son tan pequeños que los científicos tienen problemas incluso para hacer estimaciones; y el problema no hace más que crecer, ya que a los desechos plásticos que se generan cada día, se suma la desintegración en partes más pequeñas de los trozos más grandes. Ahora, por primera vez, un equipo de científicos ha llevado a cabo una estimación de cuántas partículas de nanoplásticos hay solo en el Océano Atlántico Norte. Los datos no son halagüeños: un total de 27 millones de toneladas de estas partículas flotan en la franja que va desde el final del Océano Ártico al ecuador y que comprende varias costas españolas. Esto significa que existen más cantidad de esta ínfimas ‘motas’ plásticas que de macroplásticos y microplásticos en la misma zona. Los resultados acaban de publicarse en la revista ‘ Nature ‘. Los plásticos llegan al mar procedentes de los ríos. Pero no es la única vía: los nanoplásticos se depositan en los océanos también a través del aire, ya que las partículas en suspensión caen con el agua de lluvia o por sí mismos, como ‘deposiciones secas’. Allí, los plásticos más grandes se desintegran por la influencia del mar, convirtiéndose en estas nanopartículas que se sabe dañan directamente a las plantas y los animales marinos. También se depositan en los fondos, donde pueden permanecer decenas, cientos e incluso miles de años en algunos casos. Sin embargo, medir los nanoplásticos ha sido casi tarea imposible hasta ahora: solo un puñado de estudios los ha detectado en entornos marinos, centrándose en aguas costeras y en la superficie del mar. Las dificultades surgen porque los nanoplásticos son diminutos, tienen masas muy bajas, composiciones químicas diversas y se comportan de manera diferente a las partículas más grandes. Para distinguir los nanoplásticos del gran número de partículas naturales en el océano, los científicos necesitan desarrollar métodos para extraerlos de esa ‘mezcla’ marina y, después, utilizar técnicas analíticas avanzadas para detectarlos y cuantificarlos. Para hacer una estimación, el grupo liderado por Dušan Materić, del Centro Helmholtz de Investigación Ambiental (Alemania) en colaboración con científicos del Centro Nacional de Oceanografía de Reino Unido, tomaron muestras de diferentes aguas a distintas profundidades en doce paradas a lo largo del océano en 2020. La encargada fue Sophie ten Hietbrink, estudiante de máster en la Universidad de Utrech, quien estuvo un mes a bordo del buque de investigación RV Pelagia. Después, se filtraron las muestras para apartar cualquier material con un tamaño superior a un micrómetro (1.000 nanómetros) y ya en el laboratorio se continuó con el trabajo. «Al secar y calentar el material restante, pudimos medir las moléculas características de diferentes tipos de plásticos mediante espectrometría de masas», afirma Ten Hietbrink. Así hallaron que, de media, la concentración de nanoplásticos en las zonas superficiales del océano, concretamente a una profundidad de 10 metros, era de aproximadamente 18,1 miligramos por metro cúbico de agua. sin embargo, las muestras tomadas cerca del fondo marino mostraron una concentración de nanoplásticos menor, de 5,5 miligramos por metro cúbico. La peor parte se encontraba cerca de las costas, en donde la concentración subía hasta los 25 miligramos por metro cúbico de agua. Con estos resultados, Materić y sus colegas estimaron que la cantidad total de contaminación por nanoplásticos en los 10 metros superiores del agua en el Atlántico Norte es de 27 millones de toneladas, que es lo que estimaciones previas consideraban para todo el océano completo, hasta el Océano Austral (12,0 millones de toneladas de PET, 6,5 millones de toneladas de PS y 8,5 millones de toneladas de PVC). «Esta estimación muestra que hay más plástico en forma de nanopartículas flotando en esta parte del océano que en microplásticos o macroplásticos de mayor tamaño que flotan en el Atlántico o incluso en todos los océanos del mundo», indica Helge Niemann, investigador del Royal Netherlands Institute for Sea Research (NIOZ) y profesor de geoquímica de la Universidad de Utrecht. Las consecuencias de que todas estas partículas estén presentes en estas cantidades en el agua podrían ser fundamentales, enfatiza Niemann. «Ya se sabe que los nanoplásticos pueden penetrar profundamente en nuestros cuerpos. Incluso se encuentran en el tejido cerebral. Ahora que sabemos que están casi de forma omnipresentes en los océanos, también es obvio que penetran en todo el ecosistema: desde bacterias y otros microorganismos hasta peces y grandes depredadores como los humanos. Es necesario investigar más cómo afecta esa contaminación al ecosistema». En el futuro, Niemann y sus colegas también quieren seguir estudiando, por ejemplo, los diferentes tipos de plásticos que aún no se han encontrado en la fracción de 1 micrómetro o menos. «Por ejemplo, no hemos encontrado polietileno ni polipropileno entre los nanoplásticos. Es muy posible que estos estuvieran enmascarados por otras moléculas en el estudio. También queremos saber si los nanoplásticos son tan abundantes en los otros océanos. Tememos que así sea, pero eso aún está por demostrar». El investigador enfatiza que la cantidad de nanoplásticos en el agua del océano era una pieza clave que faltaba, pero ahora no hay nada que hacer al respecto. «Los nanoplásticos que están ahí nunca podrán limpiarse. Por lo tanto, un mensaje importante de esta investigación es que, al menos, deberíamos prevenir una mayor contaminación de nuestro medio ambiente con plásticos».