Publicado: junio 23, 2017, 5:50 pm
Los controles antifraude, como: auditoría interna, gerentes, compañeros de trabajo desconfiados y los procesos antifraude, no son lo suficientemente sólidos y el problema está creciendo.
La encuesta de KPMG sobre 750 defraudadores a escala global encontró que los controles internos débiles fueron un factor que contribuyó en no menos de tres quintos de los casos de fraude.
Si se compara con la encuesta anterior (2013), se evidencia un salto considerable en la proporción de defraudadores que vieron una oportunidad en los controles débiles.
Incluso si los controles son sólidos, los defraudadores los evaden o ignoran. Se requiere de diferentes formas de detección, como informantes, otros tipos de mecanismos de denuncia, clientes y proveedores desconfiados, en especial, para vigilar a ejecutivos con demasiado poder.
Las probabilidades de cometer fraude en grupo aumentan el doble que hacerlo de manera individual. Esto se debe a que los defraudadores necesitan confabular de manera grupal para evadir controles. Por este motivo, la confabulación es una amenaza para las empresas.
Los grupos más grandes -a saber, de cinco o más personas- tienden a hacer más daño económico que los defraudadores individuales o grupos pequeños.
Los hombres defraudadores suelen confabular más que las mujeres. Estos superan a las féminas casi cinco a uno en la encuesta; sin embargo, la proporción de mujeres ha aumentado desde 2010.
Los hombres defraudadores también suelen tener un cargo mayor en
la empresa que las mujeres defraudadoras.
Frecuentemente, los grupos de defraudadores están conformados por personas internas y externas a la empresa. Un 61% de los confabuladores son personas externas o empleados de la empresa que trabajan con personas que no lo son. Algunos de estos son ex empleados.
Este punto realza la necesidad de mejorar la vigilancia a terceros, como proveedores y clientes.
La tecnología ayuda tanto al defraudador como a la empresa que combate el fraude. Casi un cuarto de los defraudadores dependen de la tecnología. En contraste, las empresas podrían hacer mucho más si utilizan la tecnología como una herramienta para prevenir, detectar y responder ante incidentes.
La principal tecnología antifraude es el Data Analytics, una herramienta que puede revisar millones de transacciones y buscar elementos sospechosos.
Sin embargo, sólo 3% de los encuestados utilizó análisis proactivos de información como herramienta antifraude para la detección de los defraudadores.
Una forma importante de fraude basado en tecnología es el fraude cibernético, el cual está emergiendo como una amenaza creciente. Muchas empresas están conscientes del asunto; sin embargo, parecen estar haciendo poco al respecto.
Las amenazas de fraude están cambiando constantemente. Las empresas necesitan realizar evaluaciones de riesgo regularmente y, según sea necesario, modificar la forma en la que previenen y detectan el fraude.
Por: KPMG
- Resumen ejecutivo de la encuesta Perfiles Globales del Defraudador.