Publicado: diciembre 8, 2025, 9:30 am
Se cumple un año de la caída de Bachar al Asad, que gobernó Siria con mano de hierro durante 20 años después de las tres décadas de régimen opresivo de su padre Hafez. Tras 14 años de guerra civil, su régimen cayó ante el avance de yihadistas y rebeldes, y él huyó a Rusia, su aliado de todos esos años. ¿Qué país dejó atrás? Cómo toma forma la nueva Siria?
Siria tiene nuevos dirigentes. El presidente de transición se llama Ahmed al Shara, antiguo líder del grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham. Se trata de un excombatiente rebelde detenido por fuerzas estadounidenses en Irak en 2005 por sus vínculos con Al Qaeda. Sin embargo, hoy tiene el apoyo de Estados Unidos; incluso ha sido recibido en la mismísima Casa Blanca por el presidente Donald Trump.
Washington presenta ahora a Al Shara como «un líder fuerte» para la nación. A partir de ese apoyo, el nuevo líder sirio promete «reconstruir Siria como una nación fuerte». Lo dijo este lunes en un discurso desde la capital, Damasco, con motivo del primer aniversario de la caída de Al Asad. Hace una semana, Trump aseguró estar satisfecho con los «resultados» del levantamiento de sanciones a Siria.
Fue el pasado 10 de noviembre cuando el presidente estadounidense recibió a Al Shara en el Despacho Oval. Se trató de la primera visita de un jefe de Estado sirio a la Casa Blanca desde que Siria obtuvo su independencia de Francia en 1946. El encuentro se produjo después de que Washington levantara las sanciones impuestas a Damasco durante décadas.
De esa inesperada buena sintonía da prueba lo ocurrido hace unos días. El pasado 30 de noviembre, el Gobierno estadounidense informó que una operación conjunta entre su Ejército y las autoridades sirias llevó a la localización y destrucción de más de 15 depósitos de armas de ISIS en el sur de Siria.
El regreso al país
Más de tres millones de sirios han podido regresar a sus hogares en el año transcurrido desde la caída del régimen de Al Asad. Sin embargo, aún quedan numerosos desplazados internos y 4,5 millones de refugiados en países vecinos, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur).
Más de 1,9 millones de sirios que regresaron voluntariamente desde diciembre de 2024 estaban desplazados dentro del país, mientras que 1,2 millones lo estaban en naciones vecinas. Al menos 170.000 refugiados retornaron desde Jordania, unos 379.000 desde Líbano, 28.000 desde Egipto y 560.000 desde Turquía, de acuerdo con cifras aproximadas de Acnur.
Es una oportunidad única para ayudar a poner fin a una de las peores crisis humanitarias del mundo»
Los numerosos retornos marcan un paso fundamental en el proceso de recuperación de Siria, ya que el desplazamiento forzoso fue una de las heridas más profundas del conflicto y el retorno es clave para acabar con años de sufrimiento y lograr la estabilización, analizó Acnur. «Es una oportunidad única para ayudar a poner fin a una de las peores crisis humanitarias del mundo«, afirmó el alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi.
Poner paz dentro y con Israel
Para que Siria se levante de sus ruinas, necesita estar en paz, dentro y fuera. Por eso, Trump ha insistido a Israel en que mantenga un diálogo «sólido y sincero» con Damasco. De hecho, ha advertido al Gobierno israelí que nada puede interferir en el progreso de la nación árabe. «Es muy importante que Israel mantenga un diálogo sólido y sincero con Siria y que no ocurra nada que interfiera en la evolución de Siria hacia un Estado próspero», escribió Trump hace una semana en su red Truth Social.
Porque en esa frontera la paz no es un hecho. El pasado 28 de noviembre, una incursión israelí en la localidad de Beit Jinn, a las afueras de Damasco, dejó 13 muertos y decenas de heridos. Para justificarse, Israel aseguró que su operación estaba dirigida a buscar a miembros del grupo islamista libanés Jamaa al Islamiya.
Tras la caída del régimen de Al Asad hace un año, Israel envió tropas a la zona desmilitarizada de los Altos del Golán y al lado sirio del monte Hermón, donde todavía mantiene posiciones que considera esenciales para su seguridad y para la «defensa» de la minoría drusa siria. De hecho, Benjamin Netanyahu dice ahora que quiere «conservar» esos territorios ocupados. El Estado judío bombardea de tanto en tanto el territorio sirio. En los últimos meses se han producido sobre todo incursiones terrestres en las provincias fronterizas y, a veces, tan al norte como las afueras de Damasco.
Hay también un conflicto interno. Ha habido brotes de violencia religiosa en los que cientos de civiles de las minorías alauí y drusa han sido asesinados por combatientes suníes progubernamentales. Los grupos locales drusos han establecido ahora su propio gobierno y ejército de facto en la provincia sureña de Sweida.
Al tiempo, continúa habiendo tensiones entre el nuevo gobierno sirio y las fuerzas lideradas por kurdos que controlan el noreste del país. En marzo se firmó un acuerdo que se suponía llevaría a una fusión de sus fuerzas.
La urgencia de levantar la economía
Los nuevos responsables de Siria, se supone que transitorios, quieren garantizar paz y seguridad, pero ambas solo se construyen sobre la base de una economía firme. Ahora esperan los frutos de la ofensiva diplomática que iniciaron nada más llegar al poder. Visitaron los países del Golfo, pero también EEUU y Europa.
Aunque los países del Golfo han prometido invertir en proyectos de reconstrucción, poco se ha materializado sobre el terreno. La economía del país apenas se ha recuperado, a pesar del levantamiento de la mayoría de las sanciones occidentales.
El Banco Mundial estima que la reconstrucción de las áreas dañadas por la guerra en el país costará 216.00 millones de dólares. «Sin un respaldo global urgente, esta ventana de esperanza se cerrará», asegura el alto comisionado de la ONU para los refugiados.
La tóxica mochila del captagón
La nueva economía siria deberá quitarse de encima la tóxica pero lucrativa mochila del captagón. El régimen de Al Asad participó en la producción de esta anfetamina muy consumida en los países del Golfo.
Conocido como la «cocaína de los pobres», la producción de captagón se vinculó primero con el Estado Islámico y luego con el régimen de Al Asad. Ambos la tuvieron como fuente de ingresos. En 2023, se calculaba que el 80% del suministro mundial de esta droga sintética se producía en Siria. En los últimos años el país era casi un narco Estado.
