María Corina Machado: El presidente Trump es un campeón en la lucha por la libertad venezolana - Venezuela
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María Corina Machado: El presidente Trump es un campeón en la lucha por la libertad venezolana

Publicado: diciembre 4, 2025, 11:00 am

María Corina Machado, bañada en flores a su paso por Mérida. Foto: Vente Venezuela

 

María Corina Machado ganó este año el Premio Nobel de la Paz por su incansable lucha para restaurar la libertad en Venezuela y derrotar al régimen autoritario de Nicolás Maduro. Observadores internacionales afirman que su partido, el Movimiento Democrático Venezolano, ganó las elecciones del año pasado por una abrumadora mayoría, pero Maduro se ha aferrado al poder. Aquí Machado, la «Dama de Hierro» de su país, escribe desde su escondite para argumentar por qué el dictador debe marcharse — y por qué el presidente Trump merece agradecimientos por su intervención.

Por María Corina Machado

Un cártel criminal ha tomado el control de mi país, y su alcance ahora se extiende a Estados Unidos.

Cualquiera que crea que esto es «solo otro régimen autoritario» está peligrosamente equivocado.

Esto es crimen organizado en el poder, armado y financiado por los enemigos de Estados Unidos.

En todo el hemisferio, los grupos narcoterroristas y los dictadores que los protegen están luchando por más control.

Debilitan a las democracias, envenenan nuestras sociedades y atacan directamente a Estados Unidos.

Esto es más evidente en Venezuela.

Mi país fue en su día el más próspero de América Latina: rico en petróleo, gas, minerales de tierras raras, agricultura y una biodiversidad inigualable.

Nación secuestrada

También fuimos una democracia orgullosa y estable que acogió a millones huyendo de la guerra y la miseria.

Todo eso se rompió cuando el Cartel de los Soles secuestró el estado hace casi 27 años.

Sus jefes, Nicolás Maduro y su círculo cercano, están acusados de crímenes contra la humanidad y otras atrocidades graves.

Gobiernan el país como los mafiosos controlan territorio: a través del miedo, la tortura y la destrucción sistemática de los pilares democráticos de la nación.

Vendieron nuestra soberanía a socios extranjeros: la Cuba de Castro, los guerrilleros colombianos, Irán, Rusia y tomaron miles de millones en financiación de China.

Silenciaron a la prensa, expropiaron propiedades, persiguieron a sus opositores y construyeron una máquina de fraude electoral diseñada para mantenerlos en el poder para siempre.

Utilizaron la migración como arma y obligaron a uno de cada tres venezolanos a huir de su tierra natal.

Y desde el principio, veían a Estados Unidos no como una potencia lejana, sino como su objetivo principal.

Como no pueden enfrentarse militarmente a Estados Unidos, lo atacan de forma asimétrica: introduciendo narcóticos en barrios estadounidenses, difundiendo desinformación para dividir a los estadounidenses, pagando a lobistas para distorsionar la política estadounidense, apoyando regímenes hostiles y desatando grupos criminales como Tren de Aragua por toda la región.

También han cedido territorio venezolano a organizaciones terroristas y a operativos iraníes, dando a los adversarios estadounidenses un refugio seguro a solo unas horas de las costas estadounidenses.

Esta red ya está desestabilizando ciudades y democracias en toda América Latina, y su alcance se está expandiendo hacia el norte.

El presidente Donald Trump entiende esta amenaza por lo que es.

Acción decisiva

Ha actuado con decisión cortando las líneas financieras del cártel, fortaleciendo la presencia estadounidense en el Caribe y ejerciendo una intensa presión sobre Maduro y su círculo cercano para que avancen a Venezuela hacia la transición que su pueblo impone.

Estas medidas defienden los intereses de ambas naciones.

Se afirma que una acción decisiva podría crear inestabilidad o provocar migración.

Pero la inestabilidad ya ha ocurrido, y la migración ya ha ocurrido.

Casi 9 millones de venezolanos han huido de nuestro país, un éxodo mayor que el de Siria o Ucrania.

Esta catástrofe es el resultado directo de una guerra que Nicolás Maduro declaró contra su propio pueblo.

El objetivo ahora es claro: acabar con esa guerra y permitir que los venezolanos regresen a casa de una vez por todas.

Otros advierten que Venezuela podría convertirse en «otro Irak o Libia» si el cártel cae.

Esa comparación se desmorona cuando consideras el hecho más importante: el propio pueblo venezolano.

Somos una sociedad unida, sin fracturas tribales ni sectarias.

Somos una nación pacífica y moderna, con una larga cultura democrática y profundos lazos históricos con Estados Unidos.

Nuestra identidad se construyó sobre instituciones, vida cívica y un espíritu abierto y orientado hacia el exterior justo lo opuesto a la estructura criminal que ha secuestrado nuestro estado.

En julio de 2024, a pesar de todos los obstáculos impuestos por el cártel, los venezolanos derrotaron a Maduro en las urnas por un 67% frente a un 30%.

Esa victoria quedó documentada a través de la tecnología, la organización cívica y una evidencia abrumadora.

La mayoría de nuestras fuerzas militares y policiales apoyan ese mandato democrático.

El pueblo venezolano ya ha ordenado una transición de poder.

El gobierno legítimo espera

La verdad es sencilla: Venezuela ya tiene un gobierno legítimo elegido por su pueblo.

Lo único que separa a los venezolanos de la libertad es un sindicato narcoterrorista que se aferra al poder robado.

Por eso las medidas de la administración Trump no empujan a Venezuela hacia el caos.

Nos llevan hacia el futuro por el que votaron los venezolanos, y hacia un hemisferio más seguro y estable.

Nuestros intereses avanzan en la misma dirección: un ganar-ganar para ambas naciones.

Una Venezuela libre transformará nuestro país de un centro criminal en la potencia energética de las Américas, un aliado estratégico para desmantelar redes narcoterroristas y una frontera extraordinaria para la inversión estadounidense en energía, infraestructuras, tecnología y agricultura.

Y en el momento en que llegue la libertad, cientos de miles de venezolanos comenzarán a regresar a casa, aliviando la presión en toda la región y restaurando la dignidad a nuestras familias.

Una Venezuela libre fortalece a América, protege el hemisferio y nos hace a todos más seguros, fuertes y prósperos.

Los venezolanos ya han hecho lo imposible.

Ahora debemos terminar lo que empezamos juntos.

Este artículo de opinión fue publicado originalmente en New York Post

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