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El lanzamiento masivo de satélites amenaza con arruinar la mayoría de las fotos tomadas desde el espacio

Publicado: diciembre 3, 2025, 12:00 pm

El número de satélites artificiales en la órbita baja terrestre (LEO) ha crecido exponencialmente en los últimos años. Si en 2019 había 2.000 artefactos girando alrededor de la Tierra, hoy ya son 15.000 debido especialmente a la reducción de los costes de lanzamiento. La mayoría pertenecen a grandes constelaciones, como Starlink de SpaceX , del multimillonario Elon Musk, e incluso puede verse a simple vista en el cielo nocturno. En el futuro serán muchos más. La demanda ante la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de EE.UU es tan alta que más de medio millón de satélites podrían estar cruzando el cielo a finales de la década de 2030. Estos satélites proporcionan internet global y otros servicios, pero suponen un problema para los observatorios terrestres, al cruzarse en su campo de visión y arruinar las imágenes científicas con destellos y líneas brillantes. Musk dijo en su momento que la solución pasaba por impulsar los telescopios en el espacio, pero se equivocaba. Un estudio llevado a cabo por el Centro de Investigación Ames de la NASA en California (EE.UU.) concluye que la astronomía espacial también está en peligro por la contaminación lumínica. El informe, publicado este miércoles en la revista ‘Nature’, estima que, si se cumplen las previsiones en cuanto al número de artefactos en órbita en la próxima década, una de cada cuatro imágenes del Hubble se verá contaminada por las luces de esos satélites, impidiendo la visión de los objetos celestes captados. Peor aún lo tendrán telescopios espaciales como SPHEREx de la NASA, dedicado al estudio del origen y la evolución del universo; el propuesto ARRAKIHS de la ESA, liderado por el Instituto de Física de Cantabria (IFCA) para estudiar la materia oscura y la formación de galaxias; y el planeado telescopio Xuntian de China, que buscará exoplanetas y la materia y la energía oscuras. Situados en órbitas de entre 400 y 800 kilómetros, todos se consideran esenciales para estudiar el universo pero, según el estudio, el 96% de su trabajo resultará arruinado. Los satélites reflejan la luz del Sol. Cuando uno es captado por un telescopio, deja un rastro brillante que puede estropear la observación y hacer que la imagen no sirva para nada. Ocurre incluso si el rastro no pasa directamente sobre el objeto que se está observando. Y los satélites son excepcionalmente brillantes en el infrarrojo, debido a la emisión térmica de sus componentes electrónicos. Esto dificulta la detección precisa de objetos distantes, como galaxias o asteroides. «Son datos muy preocupantes», afirma a este periódico David Galadí, coordinador del grupo de trabajo Icosaedro (Impacto de las constelaciones de satélites en detectores de radio y ópticos) de la Sociedad Española de Astronomía (SEA) e investigador de la Universidad de Córdoba. «Esta inflación de satélites se está instalando sin haber evaluado para nada el impacto ambiental y sobre otras actividades humanas, como la astronómica», afirma. El investigador considera que la contaminación lumínica solo es uno de los problemas que generarán estas megaconstelaciones. «Estos satélites que dan servicios de internet se colocan en la órbita terrestre baja, por debajo de los 1.000 km, por lo que todos acaban volviendo a la atmósfera, desde el Sputnik 1 a los de Starlink. Cuando reentran a gran velocidad se desintegran, depositando en la estratosfera toneladas de aluminio y otros metales que afectan negativamente a la capa de ozono y que tienen consecuencias desconocidas para el calentamiento global. Es un problema serio en el que nadie piensa y son las empresas lanzadoras las que deberían hacerse responsables«, sostiene. Jorge Hernández Bernal, investigador en el Laboratorio de Meteorología Dinámica, en la Universidad de la Sorbona – CNRS (Francia), considera que, además de amenazar las observaciones astronómicas, las megaconstelaciones también degradan el patrimonio cultural que es el cielo nocturno y ponen en peligro el uso pacífico y común del espacio al aumentar el riesgo de un Síndrome de Kessler (choques de objetos en cascada en el espacio). «El problema con las megaconstelaciones de satélites es, como otros problemas de nuestra civilización (la crisis climática, ecosocial y de recursos, la deriva belicista…), simplemente un síntoma de un sistema socioeconómico fuera de control que, con sus ansias irracionales de crecimiento hacia ninguna parte, nos arrastra hacia el colapso», dice al Science Media Centre España (SMC) . Para mitigar el impacto de los satélites en la astronomía, los investigadores proponen limitar las órbitas de los satélites a altitudes más bajas, lo que haría que fueran menos brillantes. Esto podría reducir la cantidad de luz reflejada hacia los telescopios. Además, piden mantener un archivo actualizado de las órbitas de los satélites y sus posiciones exactas para poder predecir sus trayectorias y evitar que los telescopios apunten hacia áreas donde hay muchos artefactos en el camino. Igualmente, proponen desarrollar mejores soluciones orbitales para los satélites, lo que permitiría una mayor precisión en la predicción de sus trayectorias y podría ayudar a corregir los rastros de satélites en las imágenes. La Unión Astronómica Internacional (IAU) también ha emitido recomendaciones para los operadores de satélites y la industria espacial, como limitar la reflectividad de los satélites o minimizar los destellos causados por los cambios de orientación de las naves. Si no se toman medidas, buena parte de las observaciones astronómicas podrían quedar arruinadas.

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