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El príncipe Sverre de Noruega cumple 20 años recién soltero y sin un papel claro en la monarquía

Publicado: diciembre 3, 2025, 8:30 am

Este miércoles 3 de diciembre el príncipe Sverre Magnus de Noruega cumple 20 años. Y lo hace en un momento muy difícil tanto a título personal como a nivel de la institución, por lo que se desconoce si habrá algún tipo de celebración. Porque al hecho de que el hijo del príncipe heredero Haakon y su esposa, Mette-Marit, ha vuelto a la soltería tras haber cortado este mismo martes, un día antes de su efeméride, con su pareja, se le añade un secretismo sobre su futuro que está inquietando a la ciudadanía, sobre todo cuando hoy por hoy la popularidad de la familia real escandinava no está excesivamente alta por los casos de abusos sexuales de Marius Borg y el documental para Netflix y los problemas fiscales de Marta Luisa de Noruega.

Comenzando por el terreno más íntimo, la ruptura de Sverre con Amalie Giæver Macleod ha supuesto toda una sorpresa, dado que con la joven de 19 años había iniciado una sólida relación nada más acabar el instituto. De hecho, sus caminos eran paralelos, sus mudanzas y viajes de estudio eran los mismos y, para completar el pack, ya estaba más que integrada dentro de la casa real casi como un miembro más. La consolidación de Amalie como parte de la casa de Glücksburg, de hecho, vino en un evento bastante importante: la boda de la tía de su novio, la princesa Marta Luisa, con el chamán Durek Verrett. Asistió cuando todavía era menor de edad, lo que suscitó críticas, pero al ver el amor que se profesaban ella y Sverre se acallaron.

Desde el medio noruego Se og Hør, que lleva en portada la ruptura —y que sospecha que habrían tenido problemas hace un par de semanas, dado que ella no le acompañó en el palco en el histórico partido de fútbol masculino entre Noruega e Italia en el que el combinado noruego logró la clasificación al Mundial por primera vez desde 1998—, se explicita que Amalie había entrado en la familia real de manera discreta pero con mucho futuro, a nivel profesional, de moda y en redes.

«Es normal que se informe de que la relación ha terminado, dado que fue pública desde el principio», ha declarado Ulf André Andersen, redactor jefe del citado medio. Amalie ya había incluso veraneado con los reyes Harald V y Sonia de Noruega a bordo del barco real e incluso había sido cazada, siempre discreta, entre bambalinas en algún acto de su suegra, Mette-Marit, relacionado con la literatura, una de sus grandes pasiones.

Además, había acompañado a su pareja tanto en el interior del país como en el extranjero. Así, cuando Sverre se mudó en su mayoría de edad a Trondheim, en el centro del país, para su primer trabajo, ella se marchó allí al encontrar dos puestos de trabajo en sendas galerías de arte, Galleri SG y Dropsfabrikken, como reza su LinkedIn. Y justo después los dos se marcharon a Milán, en Italia, dado que ella había ingresado en la conocida y elitista Universidad Bocconi y él seguía formándose en dos de sus pasiones, la fotografía y el cine, llegando a fundar una productora con su nombre. Vivían, además, muy cerca uno del otro: Amalie en una residencia y Sverre en un piso en el barrio contiguo.

Pero esta historia de amor parece que se ha acabado para el único nieto varón del rey Harald V y, a día de hoy, el único miembro, por generación, que podría ayudar a su hermana, la princesa heredera Ingrid Alexandra, en su futuro reinado. Una labor institucional que, sin embargo, nunca ha quedado clara del todo y en la que desde palacio se ha jugado, argumentan desde ¡Hola!, al despiste, dado que lo mismo participaba en actos de la agenda oficial como le describían no menos que como un ciudadano noruego más.

Una dualidad imposible para quien está situado en tercera posición en la línea sucesoria y con la realeza noruega entre la espada y la pared por recuperar el favor del pueblo y, en especial, el de la juventud. Por un lado, desde las fuentes oficiales todavía no se ha hablado acerca del futuro de Sverre, porque si bien hace un par de años no dudaban en afirmar que tenía que ser él quien decidiese su propio camino, a día de hoy, con su tercer hermano, Marius Borg, hijo de una relación anterior de Mette-Marit, esperando su juicio, que comenzará el próximo 3 de febrero, ahora parece impepinable que debe quedar claro si optará por la vía oficial o la vida privada.

Y es que la monarquía estuvo durante un importante periodo de tiempo falta de activos. El mismo Sverre ha tenido que acudir a eventos de la agenda real en solitario y ha estado presente en actos institucionales habida cuenta de los problemas de salud de su madre, del deseo del actual rey de reducir su participación en protocolos oficiales debido a su avanzada edad y de la incorporación de su hermana mayor tanto en el ejército como, después, en la universidad.

Un panorama a lo que no favorecía, como puntualizaron desde TV2, que Sverre estuviese en Italia buscando su propio camino vital. De hecho, el canal llegó a lanzar una pregunta que resonó en el Palacio Real de Oslo: «¿Significa esto que el príncipe Sverre no va a realizar el servicio militar?». La cuestión no es baladí, y eso se explica porque desde la monarquía todavía están buscando una respuesta que satisfaga a todas las partes. Hay que tener en cuenta que todo el mundo espera que los miembros de la realeza cumplan con las mismas obligaciones y deberes que el pueblo llano.

La idea de igualdad y de comunidad en Noruega es básica, en el sentido literal del término, en su sociedad. De ahí que al ser el primer país de Europa que introdujo el servicio militar obligatorio sin distinción de género se espere que todos los jóvenes, incluidos los miembros de la familia real, lo cumplan.

Empero, los datos contradicen la tradición: si bien la dinastía se fraguó, consiguiendo un enorme prestigio entre la ciuddanía, gracias al papel activo en las operaciones armadas de defensa nacional de Haakon VII y Olaf V, su tatarabuelo y bisabuelo, durante la Segunda Guerra Mundial, y que fue el germen de un vínculo con la vida militar de la casa real, hoy por hoy solo entre un 15 % y 20 % de las personas que oscilan de los 19 a los 47 años acaban entrando en el ejército después de las pruebas físicas y psicológicas.

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