El Mundo: Cilia Flores, la mujer de Nicolás Maduro que va siempre cinco pasos por delante de él - Venezuela
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El Mundo: Cilia Flores, la mujer de Nicolás Maduro que va siempre cinco pasos por delante de él

Publicado: diciembre 1, 2025, 8:00 am

«¡Vente Cilita! ¿Ustedes conocen a Cilita? ¡Esssso!», gritó Nicolás Maduro con todo su folclore revolucionario durante su visita a las obras del monumento al Gran Cacique Guaicaipuro en Caracas. Y para allá que fue Cilia Flores, con su sonrisa para todo y su chándal rosa para posar con la «clase obrera» en medio de la alerta roja que vive la revolución bolivariana. La primera combatiente revolucionaria, el título que se inventaron entre los dos para no suscribir aquello tan burgués y occidental de primera dama.

Por Daniel Lozano / elmundo.es

El despliegue militar estadounidense en el Caribe no ha cambiado la rutina de Cilia. Siempre servicial y atenta con su marido, que se empeña en infantilizarla a diario ante su audiencia. Un día hace una arepa para desayunar y otro le pone las medias (calcetines), siempre según el relato del mandatario usurpador. Como si fuera un florero en la vida presidencial, la versión light de la Bruja escarlata de Wandavisión con gafas, pero sin grandes superpoderes, en el cómic de Superbigotes diseñado por los asesores cubanos de Maduro.

Pero no se dejen engañar: Cilia Flores no es la dulce abuelita de 69 años (seis más que Maduro) que participa en las gestas bolivarianas y en los maratones televisivos del inquilino del Palacio de Miraflores.

Cilia Flores es un animal político, la jefa del ala civil del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el contrapunto a los militares de Diosdado Cabello. Sin ella, Maduro no hubiera llegado a lo más alto. No es casual su presencia en todas las reuniones con el alto mando político y militar, también en los viajes de sus aliados a Caracas. Cilia siempre habla y sus palabras son de peso. «Ella tiene un carácter, candela pura», aseguró Maduro una vez en televisión. Y esa vez no mintió.

ASCENSO POLÍTICO

Así fue desde sus inicios, cuando Cilia formaba parte del equipo de abogados del que Hugo Chávez disponía en su celda de Yare, tras el golpe de Estado contra el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez en 1992. Maduro era apenas un sindicalista que por su gran tamaño servía para proteger las espaldas del comandante supremo.

El presidente del pueblo quiso recordar esos momentos hace dos años en el primer capítulo de su podcast, que también retransmitía la televisión oficial. «¿Cómo fue que tú me conociste?», preguntó el «conductor de victorias», para dejar claro que aquello iba de él. «Lo recuerdo clarito, con Hugo Chávez Frías en la cárcel. En una asamblea en Catia (barrio popular de Caracas), un muchacho pidió la palabra y habló (se escucha un sonido gutural del presentador). Qué inteligente, vale. Yo pensaba igual que él», recitó casi de carrerilla la primera combatiente, quien ocupó puestos clave antes que su marido en las distintas administraciones chavistas: diputada, jefa del grupo parlamentario bolivariano, contralora (interventora) general de la República, presidenta de la Asamblea Nacional… «Efectivamente, Cilia sigue siendo muy importante, fundamental. Mientras la gran virtud de Maduro es hacerse el tonto, la gran virtud de Cilia es hacerse la modosita y la que le ríe las gracias al marido, bien distinto a lo que es en realidad. Cilia es una mujer inteligente, sabe ejercer el poder y disfruta ejerciéndolo», precisó para LOC Carmen Beatriz Fernández, consultora y especialista en ciberpolítica.

Tan poderosa y tan dura como Claire Underwood en el House of Cards caraqueño. En la oposición democrática siempre han sabido que ambas mujeres, la real y la de ficción, tienen el mismo gusto por el poder.

En un papel casi invisible, Flores da apoyo y sostén emocional a Maduro. «Ella acepta ese papel que la invisibiliza porque además no sería la primera vez que una mujer tiene las ideas, marca la estrategia, pero la cara visible es el marido. Por mucho que se empeñe Maduro, todo el mundo político sabe que ella es la cabeza pensante. Siempre está cinco pasos más adelante. Venezuela no deja de ser una sociedad profundamente machista, por lo que mantienen esa fachada de que Maduro es el hombre fuerte. Ella juega a eso porque es preferible esa posición para estar en el poder», profundizó para LOC una reconocida activista feminista, bajo anonimato.

«Flores se ha impuesto el rol de una primera dama en sintonía con el machismo ambiental de un país refractario a las ideologías liberales y progresistas. Silenciosa, discreta, dirigiendo las miradas y las cámaras siempre a su marido, incapaz de un desliz más allá de la pérdida de su dentadura en vivo y directo. Cilia es presentada por Maduro con el diminutivo de Cilita, la madre, la abuela, la consejera, el amor de su vida, la ex funcionaria policial y la mente más aguda de su entorno. Una mujer siempre discreta, seria y leal, una esfinge que oculta sus pensamientos ante las cámaras de televisión, pero que está siempre, en su cotidianidad y en los momentos más importantes donde se ha jugado su supervivencia. A diferencia del cuento de Oscar Wilde, esta esfinge sí guarda secretos que quizás nunca conozcamos», concluyó para LOC el sociólogo Gianni Finco, uno de los principales expertos venezolanos en propaganda chavista.

Más allá de su imagen pública y de su fortaleza política, Flores ejerce como una gran catalizadora de los negocios familiares. Asustado por la pérdida del apoyo popular, Maduro ordenó que se construyera una mansión en el interior de Fuerte Tiuna, la mayor instalación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) de Caracas. Al otro lado de la «frontera militar», en la zona noble de las Cumbres de Curumo, la familia Flores ha forzado la compra de las villas levantadas en esa zona privilegiada.

Alrededor de su sillón en la presidencia del legislativo, Cilita comenzó a colocar a sus familiares y amigos. Nepotismo en estado puro. Mientras fortalecía el sector civil del chavismo, su gente también salía ganando. En el primer grupo están incluidos los hermanos Delcy (vicepresidenta ejecutiva) y Jorge (negociador jefe de Maduro), además de la magistrada Carislya Rodríguez, presidenta del Tribunal Supremo de Justicia; el fiscal general, Tarek William Saab; y Elvis Amoroso, presidente del Consejo Nacional Electoral, el mismo que se vio obligado a bloquear la web de los resultados electorales del año pasado ante la goleada recibida en las urnas.

Los del segundo grupo ya forman parte de la crónica negra del país más corrupto del planeta. El bombazo estalló en 2015, cuando los famosos narcosobrinos de Cilia, Efraín Campo Flores y Franqui Flores, cayeron en una trampa de la DEA en Haití. Aprovechando las instalaciones presidenciales en el aeropuerto de Maiquetía, iban a trasladar 800 kilos de cocaína hasta Estados Unidos, a través de Honduras. Pese a la condena a 18 años de cárcel, ambos fueron intercambiados en 2022 por rehenes estadounidenses atrapados en Venezuela.

El sobrino favorito, Carlos Erick Malpica Flores, llegó a ejercer como tesorero de la Nación y administrador de finanzas de Petróleos de Venezuela (PDVSA) mientras disfrutaba de una vida de lujos. Su cese fue otra noticia bomba, pero su carrera en el mundo de la corrupción no había hecho nada más que comenzar.

En la nómina de sancionados por corrupción en EEUU también figuran los tres hijos del primer matrimonio de Cilia: Walter, Yosser y Yoswal. «No se metan con Cilia, no se metan con la familia. ¡No sean cobardes! Su único delito es ser mi esposa», se quejó Maduro en 2018 después de que su mujer también fuera sancionada por EEUU.

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