Publicado: noviembre 27, 2025, 2:00 pm
La demencia es en realidad un conjunto de patologías distintas, que tienen en común los procesos neurodegenerativos en los que se produce un deterioro progresivo de la función cognitiva y el tejido nervioso. Por ello, los factores que conducen al desarrollo de estas condiciones son también variados y complejos, y en muchos casos no son modificables.
No obstante, sí que tenemos evidencias de muchos aspectos que dependen de nosotros y que tienen una influencia importante en nuestro riesgo individual. Entre ellos, por ejemplo, están hábitos como el tabaquismo, la dieta que realizamos o el ejercicio físico que practicamos.
El ejercicio en etapas avanzadas de la vida reduce el riesgo
Al respecto de este último, un nuevo estudio publicado en la revista académica JAMA Network ha encontrado que en concreto las personas que desarrollan una mayor actividad física en la mediana edad y en la tercera edad son menos propensas a sufrir demencia y, más específicamente, alzhéimer, la forma más frecuente de la condición.
Según el artículo que desgrana los resultados de la investigación, las conclusiones parten del análisis de datos de 4.300 participantes recabados como parte del Estudio Framingham del Corazón, que comenzó originalmente en 1948. En este caso, los voluntarios formaron parte de la cohorte Descendientes (General 2) de entre 1971 y 1975, y tenían entre 5 y 70 años de edad.
A lo largo de aquel trabajo, se sometieron a evaluaciones de salud entre cada 4 y 8 años, según el caso. Esta vez, los autores se fijaron en tres puntos de su vida: la adultez temprana (entre 26 y 44 años de edad), la mediana edad (entre los 45 y los 64 años) y la tercera edad (entre los 65 y los 88 años).
Nunca es tarde para adoptar hábitos saludables
En base a esta información, pudieron hallar que aquellos que marcaban niveles mayores de actividad física en la mediana edad y más adelante en la vida tenían reducciones similares del riesgo de demencia en global y de alzhéimer específicamente.
Una cuestión curiosa es que no se halló ninguna relación entre la actividad física reportada en momentos anteriores de la vida y el riesgo de demencia. Aunque esto podría deberse efectivamente a que este factor durante la juventud no tenga un efecto protector en la vejez, los propios investigadores también advierten de que podría explicarse por una falta de representatividad estadística de la cohorte, ya que el número de casos de demencia desarrollados a lo largo del recorrido del trabajo fue relativamente reducido.
Sea como sea, lo que destacan es que el estudio aporta nuevas evidencias que apoyan el poder del ejercicio físico para prevenir la demencia y el alzhéimer, un extremo que ya ha venido sugiriendo un volumen importante de investigaciones a lo largo de las últimas décadas.
Más interesantemente, lo que también arrojan estos resultados es que puede que nunca sea tarde para adoptar hábitos saludables, y que incluso en etapas avanzadas de la vida pueden obtenerse beneficios determinantes para un mejor envejecimiento.
Referencias
Francesca R. Marino, ChengLin Lyu, Yuqing Li et al. Physical Activity Over the Adult Life Course and Risk of Dementia in the Framingham Heart Study. JAMA Network (2025). DOI: 10.1001/jamanetworkopen.2025.44439
