Publicado: noviembre 27, 2025, 2:00 am
El dinero no compra la felicidad y tampoco se puede comprar tranquilidad con fama o reconocimiento. De hecho, aquel cliché del empresario que no tiene tiempo para su familia, el famosos que no conoce la privacidad, o el millonario que ya lo tiene todo, es el costo del éxito. Y es que, aunque cueste creerlo, hay personas que parece que entre más logros acumulan, más lejos se sienten de alcanzar la satisfacción personal.
Así lo explica el psicólogo Tomás Santa en ‘Psicología y Mente’, lo que puede parecer una contradicción es simplemente el resultado de las emociones humanas. De hecho, según recoge el profesional existen algunas teorías de la psicología que ayudan a entender por qué la mente le juega esta ‘mala pasada’ a quienes han cosechado con esmero sus propios éxitos.
La teoría de la adaptación hedónica
La adaptación hedónica habla del proceso en el cual las personas se acostumbran o infravaloran sus logros, por lo que no sienten gratificación una vez los obtienen. Esta situación obliga a la mente a comprometerse con nuevo objetivos que genere el estímulo ausente, pero al final se convierte en un bucle que genera apatía.
Según Tomás Santa, muchos pacientes describen este sentimiento como «haber perdido el motor», pero es simplemente falta de motivación al saber de antemano que no existe recompensa emocional.
Síndrome del impostor
Este fenómeno psicológico encuentra su víctima en las personas que no se sienten merecedoras de sus logros. Se trata del temor a eventualmente ser expuestos como un «fraude», por lo que atribuyen constantemente sus éxitos a la suerte o los factores externos. En este escenario, las personas con síndrome del impostor viven con ansiedad y dudas sobre sí mismos a pesar de estar experimentando logros verdaderos.
También cabe mencionar que este fenómeno suele derivar en perfeccionismo extremo. Se establecen metas inalcanzables y se critican duramente por errores mínimos, lo que refuerza la sensación de que no son competentes.
El materialismo
Centrar la vida en los bienes materiales o el estatus compite con tres necesidades muy importantes. Por un lado, la autonomía, y por el otro la competencia y la conexión con los demás. Es decir, cuando todo gira en torno a demostrar lo que se tiene o vale no hay espacio para las relaciones profundas, ni para tomar decisiones regidas por valores propios.
Aislamiento emocional
Cuando una persona tiene mucha fortuna o fama cae con facilidad en el aislamiento emocional. Nuevamente, se relaciona con el tipo de conexiones que forman, todas muy superficiales. Se les dificulta confiar, o pensar que quienes le rodean están por lo que son y no por lo que tienen y no creen en los vínculos en los que existe una verdadera reciprocidad, por lo que se la pasan solos.
