Publicado: noviembre 25, 2025, 11:30 pm
La posible paz en Ucrania entra en sus momentos más decisivos con cuatro partes implicadas: el país invadido, Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea. Cada uno mira las negociaciones desde un punto de vista diferente. Kiev tiene cierta prisa, y las conversaciones de estos días en Ginebra han servido como una nueva toma de contacto, mientras Moscú no cede, Trump quiere apretar a Zelenski entre ultimátums y avisos y la UE espera poder sentarse en la mesa y tener cierto poder de decisión sobre su propia seguridad.
Pero la pregunta clave es: ¿qué quiere cada parte y en qué punto están las negociaciones?
El pacto propuesto ha pasado de 28 puntos a 19, sin que siga sin estar muy clara su autoría. EEUU dice que el inicial fue suyo, pero con aportaciones solo rusas, después en las conversaciones en Ginebra, y con matices europeos y ya la participación ucraniana la hoja de ruta se redujo de forma considerable. Pero el choque sigue estando en dos elementos: la cesión de Ucrania para Rusia de parte del este del país y la reducción drástica de sus fuerzas armadas, además de la hipotética entrada futura del país en la OTAN. Kiev considera que ha habido «avances importantes», aunque queda todavía mucho camino.
Ucrania es el eslabón más importante. El secretario del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Rustem Umerov, ha apuntado este martes que se está trabajando para celebrar «lo antes posible» una nueva reunión entre ambos en la Casa Blanca. La idea es que el pacto llegue antes de que acabe este mes. Pero Kiev no modifica su planteamiento: nada de ceder territorios y nada de que Rusia u otros decidan su futuro como parte de la Alianza Atlántica. Ahora, Zelenski entiende que el tiempo ya juega en su contra, sobre todo en la medida en la que ha perdido el apoyo de EEUU y la UE y el resto de aliados europeos no pueden reemplazarlo del todo, aunque en estos momentos, proporcionalmente, su respaldo sea superior.
Además, Ucrania ahora mismo cuenta con unos 800.000 efectivos militares, más otros tantos en la reserva (estos últimos desplegados desde el inicio de la invasión rusa) y el plan incluye que podría reducirse a 600.000 el número total, algo que Kiev tampoco acepta. Europa cree que si eso pasa el país quedaría «desprotegido».
¿En qué podría ceder Ucrania? No está del todo claro, porque las concesiones más importantes parece que se hablarán en Washington en el cara a cara entre Zelenski y Trump. Lo cierto es que la postura maximalista incluye que Donetsk y Lugansk pasen a control ruso y sean una zona desmilitarizada, es decir, prácticamente dejar el territorio con las líneas del conflicto que hay ahora mismo; Zaporiyia y Jersón tendrían que ser devueltas a Ucrania. En general, Moscú controlaría en torno al 20% de Ucrania. Si ese es el escenario, Kiev no ganaría nada. De lo que no se habla, por ejemplo, es de la recuperación por parte de Ucrania de la península de Crimea, anexionada ilegalmente por Moscú en 2014.
Después está Estados Unidos. La Casa Blanca juega a ser árbitro, pero ha inclinado el tablero en favor de Vladimir Putin. De hecho, puso el plan sobre la mesa solo con aportaciones rusas. Donald Trump quiere que la guerra acabe ya porque estratégicamente no le interesa Ucrania, y por eso ha dejado de destinar recursos para Kiev. No ha acelerado tanto las negociaciones como hizo respecto a Gaza, y además ha jugado al despiste: primero dio un ultimátum a Zelenski para aceptar su fórmula y días después aseguró que esa no era «la última oferta». Washington quiere centrarse en otros frentes; Ucrania no está en el top de la agenda de Trump, y eso debilita a Kiev.
Rusia no cede, por su parte. La modificación del pacto con aportaciones europeas no gusta a Moscú, que insiste en que si bien todas las partes pueden aportar, sus premisas siguen igual: que la OTAN no se expanda, es decir, que se mantenga sin Ucrania, controlar el este y mantener Crimea. A grandes rasgos ese es el plan de Putin, consciente de que sobre el terreno sigue teniendo mucha ventaja y ahora, a la vez, parece tener a Estados Unidos cada vez más de su lado. Moscú no tiene prisa, Kiev sí, y eso es otra gran ventaja para el Kremlin.
Con todo, Europa espera su momento para poder participar. Si Ucrania es el eslabón más importante de la cadena, la UE parece el más débil. Europa, en realidad, es quien paga. Según datos del Instituto Kiel, en 2025 -es decir, desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca- se observa un giro drástico en el reparto de la ayuda a Ucrania: mientras Estados Unidos reduce sus nuevas asignaciones a apenas 4.800 millones de euros, Europa eleva su contribución hasta unos más de 49.000 millones. Este cambio no da espacio a la UE en la mesa de negociaciones, porque no se hace notar. Se ha vuelto reactiva, matizando el plan de Trump y retocándolo hasta hacerlo inasumible para Rusia. Europa quiere que esa hoja de ruta decaiga, pero no tiene herramientas para hacerla caer directamente.
El objetivo final es que, idealmente, el 2026 arranque con acuerdo de paz. A Ucrania se le resquebrajan los apoyos sin EEUU, Trump quiere pasar página y Europa no tiene suficientes recursos, pese a haber sostenido con creces un buen apoyo para Kiev durante más de tres años. Quien no teme nada es Moscú, que espera desmontando lo que no le viene bien y controlando los tiempos junto a la Casa Blanca. Lo que parece quedar claro es que si bien queda mucho por negociar, el espacio para hacerlo ya está creado. ¿Con qué conclusiones? Ya se verá.
