Publicado: noviembre 21, 2025, 10:00 am

Cada 21 de noviembre, desde 1957, se rinde homenaje a las y los estudiantes universitarios venezolanos que, en ese entonces, se rebelaron contra el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez y sufrieron las consecuencias de la represión.
Las dictaduras suelen llevarse mal con las universidades porque el pensamiento cuestiona la imposición armada.
Históricamente, la sangre universitaria se ha regado por toda Venezuela para la defensa de tres reivindicaciones básicas: el pasaje preferencial estudiantil, el comedor y las becas.
En 2025, cuando el mundo se encuentra en la encrucijada de lo que implica la tecnología, esos tres derechos siguen en la agenda estudiantil.
Durante las gestiones de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, el Movimiento Estudiantil ha vuelto a conseguir una buena barrera, donde la violencia ha sido uno de los protagonista principales.
El Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) cifra en 143 los fallecidos en cuatro meses de movilizaciones; la mayoría, de menos de 30 años de edad.
Al menos 68 estudiantes, entre ellos 22 menores de edad, murieron en el contexto de protestas entre los años 2013 y 2024, la mayoría a manos de agentes de la fuerza pública y agrupaciones paramilitares («colectivos»).
También el número de estudiantes detenidos arbitrariamente y acusados de delitos como terrorismo e incitación al odio es dramático.
En la actualidad, muchos de estos derechos en las universidades se han visto mermados. Las becas están centralizadas por el chavismo, a través del sistema; los comedores funcionan con lo que pueden y muchos estudiantes no cuentan con los ingresos para transportarse a las universidades, especialmente si las distancias son muy largas.
Nota completa en Provea
