La operación Lanza del Sur - Venezuela
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La operación Lanza del Sur

Publicado: noviembre 18, 2025, 3:30 am

Para cualquier marino —por más que, en mi caso, lleve años jubilado— el poder militar que el presidente Trump ha desplegado en las costas de Venezuela resulta impresionante. Por sí solo, estaría entre las primeras naciones del mundo ordenadas por su capacidad de combate. No se trata, sin embargo, de algo tan excepcional como aparece estos días en los medios. El Gerald R. Ford es el más moderno de los portaviones norteamericanos, pero en este momento hay dos más con parecidas capacidades desplegados en otros puntos calientes del globo: el George Washington en aguas de Corea y el Nimitz en el mar de China meridional.

¿Cuál es el objetivo del despliegue de la US Navy en el Caribe? Podemos especular sobre lo que Trump tiene en mente pero, antes de hacerlo, conviene acotar con cierto rigor qué es lo que puede hacer. El Gerald R. Ford es capaz de lanzar alrededor de 200 salidas de combate al día. Es mucho, pero bastante menos de lo que hizo Israel contra Irán en su breve guerra de doce días… y ahí sigue Jamenei a lo suyo: su Guardia Revolucionaria acaba de apresar un nuevo petrolero en el golfo Pérsico.

Acompañando al Gerald R. Ford, Trump ha desplegado varios buques de combate de superficie y, al menos, un submarino. Además de dar escolta al portaviones, estas unidades disponen de misiles Tomahawk de ataque a tierra, que serían empleados para destruir los sistemas antiaéreos de largo alcance que Rusia ha entregado a Venezuela —tan poco eficaces como los que tenía Irán— antes del comienzo de cualquier posible campaña aérea, garantizando la seguridad de los pilotos norteamericanos.

Queda, por último, una unidad expedicionaria de Marines embarcada en tres buques anfibios. Se trata de una agrupación de élite, lista para el combate, pero que apenas llegará a los 3.000 efectivos, menos de una centésima parte de las tropas que fueron necesarias para invadir Irak en 2003 y una décima parte de las empleadas en Panamá en 1989.

No se puede descartar que el presidente Trump sume a estas fuerzas sus bombarderos estratégicos de largo alcance o, en un período más largo, tropas adicionales; pero le falta todavía demasiado músculo para soñar con una invasión de Venezuela, incluso si contara con el hipotético apoyo de los opositores al régimen de Maduro.

Con las cartas que tiene en el Caribe, ¿cómo quiere Trump jugar su partida? De sus propias declaraciones se desprende que intenta escalar su “guerra” contra el narcotráfico y extenderla hacia el nivel político. De ahí el anuncio de que el Departamento de Estado designará al Cártel de los Soles como una organización terrorista… y las acusaciones a Maduro de dirigirlo personalmente.

Despejado el camino político, al menos entre sus partidarios más entusiastas, ¿qué papel reserva Trump a sus fuerzas navales? Probablemente, al presidente norteamericano le encantaría volver a presumir de una operación rápida, agresiva y limpia como la de Irán. Aunque solo haya sido resolutiva en el mundo fantástico de Truth Social, ese es precisamente el mundo que le interesa a Trump. Sin embargo, el republicano debe medir mucho lo que hace, porque existe un evidente riesgo de convertir Venezuela en un nuevo Yemen y el magnate ya ha tenido suficiente con enfrentarse a los hutíes una sola vez.

Lo menos malo, para Venezuela y para el mundo, es que bajo la ilegítima presión de las armas norteamericanas se negocie un acuerdo. Pero ¿qué acuerdo? Seguramente Maduro no cederá el poder, pero quizá podría llegarse a un arreglo cosmético que permita que sobreviva el régimen dictatorial de Venezuela a cambio de concesiones políticas y económicas que Trump pueda exhibir para mantener sus infundadas aspiraciones al Nobel de la Paz y, mucho más importante, el apoyo de sus votantes. Conviene recordar que quienes le eligieron presidente hace un año quieren mano dura, pero no guerras en el extranjero.

Seguramente Maduro no cederá el poder, pero quizá podría llegarse a un arreglo cosmético que permita que sobreviva el régimen dictatorial de Venezuela a cambio de concesiones políticas y económicas

Mientras Trump, muy limitado en sus opciones, deshoja la margarita, los ciudadanos del mundo deberíamos reflexionar sobre lo que ocurre en el Caribe. La caída de Maduro y la lucha contra el narcotráfico son, indudablemente, causas justas. Pero los medios que el magnate emplea son contrarios a la Carta de la ONU y también a la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, por cierto nunca ratificada por los EE UU.

Condenar a Trump por su desprecio a todas las normas que rigen la convivencia de las naciones es necesario pero, como solución a los problemas reales del planeta, se queda muy corto. Si se siguen dando las circunstancias que propician la inmunidad de quienes nos hacen daño —como ocurre con los cárteles del narcotráfico y sus relaciones con los gobiernos corruptos que los toleran— los seres humanos nos dejaremos convencer por nuevos y quizás peores imitadores de Trump.

Es preciso que quienes pueden hacerlo revisen esas reglas antes de que puedan provocar un conflicto global… o tendremos que hacerlo después, con centenares de miles de vidas perdidas y una vez constatado el fracaso de los pueblos que hace 80 años, en el preámbulo de una Carta de la ONU que ya es poco más que papel mojado, se declararon “resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra.”

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