Publicado: noviembre 15, 2025, 10:00 am
La resistencia al frío cambia con el paso de la edad, y a medida que las personas envejecen, las bajas temperaturas se sienten en el cuerpo con mayor intensidad. No se trata de un mito, sino de una realidad en la que intervienen diversos factores, indica la doctora Elise Dallas, médica de familia en London General Practice.
En un artículo en The Telegraph, Dallas desgrana seis motivos principales por los que las personas suelen sentir más frío al envejecer y aconseja cómo mantenerse abrigado para no perder temperatura corporal en los peores meses del invierno.
La primera razón que explica esta sensación más intensa del frío está relacionada con un metabolismo más lento. «El metabolismo se ralentiza con la edad debido a la disminución de la masa muscular magra y a los cambios hormonales», indica esta experta.
En concreto, «la función tiroidea disminuye, especialmente los niveles de T3 libre —una de las dos hormonas tiroideas, la triyodotironina—, lo que reduce la tasa metabólica y la producción de calor».
Esto, sumado a los cambios suprarrenales y las alteraciones en los ritmos de cortisol, pueden afectar a la termorregulación, punta Dallas. «La termogénesis, el proceso de producción de calor en el cuerpo, se vuelve menos eficiente», sostiene.
En segundo lugar, Dallas se refiere a la pérdida de músculo y grasa. «La masa muscular disminuye debido a la sarcopenia, lo que reduce la generación de calor. La grasa subcutánea también disminuye, reduciendo el aislamiento», señala.
Con el paso de la edad, la circulación de la sangre también se reduce, y ello influye en el aumento de la sensación de frío. «Los vasos sanguíneos se endurecen y la vasodilatación se vuelve menos eficaz. La circulación periférica se ralentiza, especialmente en las extremidades, lo que reduce el aporte de calor. La regulación autonómica del flujo sanguíneo también se debilita, lo que dificulta mantener la temperatura corporal», aclara.
Asimismo, las enfermedades crónicas como el hipotiroidismo, la anemia o la diabetes tampoco ayudan, según Dallas. En el caso del hipotiroidismo, «reduce la producción de calor metabólico», mientras que la anemia «disminuye el aporte de oxígeno a los tejidos, lo que reduce la energía celular y el calor». La diabetes, por su parte, «puede causar neuropatía periférica y daño vascular, lo que afecta la sensibilidad al calor y la circulación».
Por otro lado, los adultos de mayor edad también acostumbran a tomar con mayor frecuencia múltiples medicamentos, y sus efectos secundarios pueden aumentar su sensibilidad al frío. Los diuréticos «pueden causar deshidratación y desequilibrio electrolítico, lo que afecta la termorregulación», mientras que los antidepresivos «pueden afectar el control de la temperatura hipotalámica y causar vasoconstricción», explica.
A todo ello hay que sumar también que las personas mayores tienen «la piel más fina«, una «menor función de las glándulas sudoríparas», realizan «menor actividad física» y tienen una «respuesta hipotalámica deficiente» que «reducen a capacidad del cuerpo para percibir el frío y responder a él».
Para protegerse ante esta sensación intensa de frío, la doctora recomienda que «utilicen capas térmicas, incluyendo gorros, guantes y calcetines». En casa, Dallas aconseja mantener la temperatura interior «al menos a 20 ºC», un buen aislamiento de puertas y ventanas para evitar las corrientes de aire y utilizar «mantas eléctricas o bolsas de agua caliente de forma segura».
Por último, es imprescindible comer «comidas calientes con regularidad», mantenerse hidratado y estar activo en casa «para estimular la circulación», concluye.
