Publicado: noviembre 11, 2025, 2:00 am
Por el Dr. Miguel Sánchez Encinas, jefe de Urología del Hospital Ruber Internacional y del Hospital Universitario Rey Juan Carlos.
Cada noviembre, el movimiento Movember recuerda la importancia de cuidar la salud masculina. Entre los temas clave hay uno que merece especial atención: el cáncer de testículos, el tumor más frecuente en hombres jóvenes de entre 15 y 35 años.
Según las últimas estimaciones de la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN) y la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2024 se diagnosticaron alrededor de 1.549 nuevos casos en España, una cifra que, aunque modesta en volumen global, impacta directamente en hombres en plena etapa vital y reproductiva.
Un cáncer que, detectado a tiempo, se cura en más del 90 %
El cáncer de testículo se origina cuando las células del tejido testicular comienzan a multiplicarse de forma descontrolada. En el 90-95 % de los casos, se desarrolla a partir de las células germinales, responsables de producir espermatozoides. Existen dos grandes tipos: los seminomas, más comunes entre los 30 y 35 años, y los no seminomas, que suelen aparecer antes, entre los 15 y 25.
El cáncer de testículo es más frecuente en hombres de entre 15 y 35 años.
Entre los factores de riesgo más reconocidos están la criptorquidia (testículo no descendido), los antecedentes familiares y el haber padecido un tumor en el otro testículo. Pero la buena noticia es clara: incluso en fases avanzadas, la tasa de curación supera el 90 %, gracias a los avances quirúrgicos y a la eficacia de la quimioterapia.
El síntoma más común: un bulto indoloro
El primer signo de alarma suele ser un aumento del tamaño del testículo o la aparición de un bulto duro que no duele. “Es importante no ignorar este cambio ni esperar a que cause molestias”, señala el doctor Sánchez Encinas. “La mayoría de los pacientes no consultan a tiempo por miedo o vergüenza, pero la detección precoz marca la diferencia”, añade.
Afortunadamente, este es uno de los pocos cánceres cuya detección depende del propio paciente: basta con realizar una autoexploración testicular mensual. El momento ideal es tras la ducha, cuando la piel del escroto está relajada. Si se percibe una zona más dura, un bulto o una sensación de pesadez, conviene acudir al urólogo cuanto antes.
Diagnóstico y tratamiento: cirugía y, en algunos casos, quimioterapia
El tratamiento inicial consiste en la extirpación quirúrgica del testículo afectado (orquiectomía). A diferencia de otros tumores, no se realiza biopsia previa: el testículo se extrae completo junto con el cordón espermático para evitar la diseminación de células tumorales.
Cuando el cáncer se detecta en fases tempranas, esta cirugía suele ser suficiente. En los casos más avanzados o con metástasis, el siguiente paso es la quimioterapia, que ha demostrado ser altamente efectiva. “Tras completar el tratamiento, la gran mayoría de los pacientes se curan. Solo un pequeño porcentaje, entre el 10 y el 15 % puede presentar una recaída durante los dos primeros años”, explica el Dr. Sánchez Encinas.
Por ello, el seguimiento es esencial: revisiones periódicas con análisis de marcadores tumorales y pruebas de imagen (TAC) permiten garantizar la recuperación y detectar a tiempo cualquier recurrencia.
En resumen, el cáncer testicular es una enfermedad que, aunque poco frecuente, tiene un pronóstico excelente cuando se detecta pronto. La clave está en la autoexploración y en la eliminación de tabúes: hablar de los testículos también es hablar de salud.
