Publicado: octubre 29, 2025, 5:30 am
Quizá nunca se vaya a borrar la etiqueta de nepobaby, pero nadie podrá dudar de que está luchando contra ella con todas sus fuerzas y a base de papeles y trabajos que nada hagan recordar —quizá a lo sumo que comparte con su madre un especial gusto por los tatuajes, dado que ya tiene más de una quincena— que es hija de dos actores tan poderosos en la industria hollywoodiense como Melanie Griffith y Don Johnson, que es nieta de la mítica Tippi Hedren y que ha tenido durante muchos años de padrastro a Antonio Banderas. Dakota Johnson lleva desde su infancia queriendo ser un nombre propio.
Nacida en Austin, en el estado de Texas, el 4 de octubre de 1989, la intérprete vivió su infancia lejos del mundanal ruido de Los Ángeles, entre Aspen y Woody Creek, en Colorado, lugar este último donde incluso trabajaba en un comercio local en el periodo estival y en el que aprendió toda clase de experiencias, desde encender fogatas a disparar armas, montar a caballo o conducir en motocicleta.
Pero al cabo sus padres acabaron mudándose a la Costa Oeste cuando se divorciaron, en 1996, y con ellos fue su hija, a quien ya por entonces le habían diagnosticado ADHD (trastorno por déficit de atención con hiperactividad, del que todavía se medica), había estudiado con un tutor en casa y que acabaría cambiando de colegio en múltiples ocasiones.
De la escuela comunitaria de Aspen fue a Escuela Santa Catalina de Monterrey, un internado únicamente para chicas, ya en California, y de esta, al comenzar la secundaria, a la escuela privada New Roads en Santa Mónica. Por aquel entonces ya le estaba interesada en la danza —lo que demostró en su papel en Suspiria—, en la actuación, que sus padres le desaconsejaron hasta que fuera mayor de edad, y en el modelaje, donde comenzó muy joven, en una sesión de fotos para Teen Vogue y que con el tiempo se ha convertido en otra de sus profesiones, habiendo trabajado para firmas de zapatos, de gafas, de ropa íntima femenina o siendo musa del director creativo de Valentino y anteriormente de Gucci, Alessandro Michele.
Justo después de graduarse del bachillerato, en septiembre de 2007, salió a la luz que la joven había ingresado en un programa de rehabilitación. Aunque se especuló que podía deberse al consumo de sustancias, ella misma aclaró que había sido debido al acoso escolar que había sufrido en dos escuelas a las que asistió donde sus compañeros la increpaban por lo que salía en prensa. Ella ha llegado a admitir que si dedicaba el tiempo a dibujar en clase era porque allí se sentía una «extraterrestre».
Fue en aquella época en la que comenzó a fumar, vicio que consiguió superar, a practicar yoga y a asistir a terapia, lo que a día de hoy sigue siendo una constante en su vida, ya que ha hablado abiertamente de que ha sufrido depresión. A superarlo, eso sí, también le ayudó su familia, a la que se siente muy unida, siendo varios de sus tatuajes referencia a todos ellos. Uno, en particular, se lo hicieron igual ella y su hermana Stella del Carmen. «Cuando mi familia se casó con Antonio, también nos casamos con España», ha llegado a asegurar sobre su amor por nuestro país, a pesar de que no ha conseguido acabar hablando en español fluidamente, sí que lo entiende.
Pero, consciente de cómo es el mundo al que se quería dedicar, había de poner todos sus esfuerzos en convertirse en actriz y no en ser «la hija de», algo que le demostró la vida al no ser aceptada en la prestigiosa Escuela Julliard de Nueva York. Su madre, al ver su empeño, le hizo estudiar clases de actuación con el profesor, actor, productor y guionista Tom Todoroff. Dakota, por su parte, tomó varias decisiones vitales, como el hecho de no tener redes sociales, lo cual solo cambió a raíz de la pandemia y a convertirse en productora tras fundar la compañía TeaTime Pictures en octubre de 2019.
No es lo único en lo que ha invertido sus esfuerzos, ya que en noviembre de 2020 se convirtió en inversora y codirectora creativa de Maude, una marca de bienestar sexual. Lo cual nos lleva al 29 de septiembre de 2018, cuando forma parte del Global Citizen Festival, un certamen en el que da a conocer el número de teléfono para la campaña #SheIsEqual, que ofrece apoyo a víctimas de abusos sexuales. Dada la cantidad de gente que había llamado, decidió crear y presentar el pódcast The Left Ear, en el que daba a conocer testimonios de mujeres que habían sufrido acoso o abuso sexual e intentaba concienciar a través de dichas experiencias.
No es la única causa que ha apoyado a lo largo de su vida, llegando a donar dinero para un refugio de caballos que iban a ser sacrificados en Pantelaria, una isla de Italia, y llevándose uno con ella a Estados Unidos. Asimismo, ha apoyado a Planned Parenthood, una organización abortista —la más prestigiosa de su país—, al proyecto Action in Africa, del que se convirtió en embajadora, o a los movimientos Time’s Up o Defund the Police. Amén de haber ayudado económicamente a la defensa legal de mujeres víctimas de acoso y desigualdad en Hollywood, vistiendo de negro en una gala de los Globos de Oro o asistiendo a la Marcha de las Mujeres de 2017 en Los Ángeles.
