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Iñaki Lorente, psicólogo: «En diabetes, un mal comentario puede doler más que un pinchazo»

Publicado: octubre 25, 2025, 2:00 pm

La diabetes es una de las grandes epidemias del siglo XXI, una enfermedad que padecen más de 5.000.000 de personas en España y cuyo manejo diario es muy complicado. No, no se trata solo de no comer alimentos con azúcar (de hecho, se pueden comer), no es tan simple. Se trata de una condición que afecta a muchos factores, y que cada día es diferente, imposible de controlar al 100%.

A la complicación que supone intentar gestionar la diabetes, que no es tarea fácil, se le suma el estigma (7 de cada 10 personas con diabetes lo sienten) agravado en gran medida por la forma en la que nos dirigimos a las personas con esta condición. Para conocer exactamente en qué consiste ese gran peso sobre sus espaldas y, sobre todo la manera en la que podemos corregir el lenguaje para acompañar y no añadir presión, entrevistamos al psicólogo Iñaki Lorente que, además de psicólogo, sabe de lo que habla porque es una persona con diabetes (no un ‘diabético’).

El lenguaje poco empático va minando la autoestima

Una reciente campaña promovida por Abbott ha querido poner de manifiesto la cantidad de frases desafortunadas cuando nos referimos a las personas con diabetes. Lejos de ser anécdotas, este tipo de lenguaje poco empático va minando su autoestima, y la manera en la que no se sienten comprendidos. Lorente se lamenta de que «las quejas más frecuentes que escucho en consulta, y que también aparecen con fuerza en la campaña #Diabetestigma, tienen un denominador común: la incomprensión del entorno».

Muchas personas con diabetes sienten que viven rodeadas de observadores bienintencionados, siempre dispuestos a opinar sobre lo que hacen o dejan de hacer. «Y esas opiniones suelen venir envueltas en frases del tipo: ‘Tienes que adelgazar’, ‘Si te cuidaras más, no te pasaría’, ‘¿Por qué lo haces si sabes que no puedes?’… Lo curioso es que nadie las pide. Pero ahí están, apareciendo en comidas familiares, conversaciones de pasillo o cenas con amigos. Y además de ser intrusivas, son poco respetuosas«.

Aún más frustrante es cuando esos comentarios vienen cargados de ignorancia por desinformación. «La mayoría de las personas cree que sabe lo que es la diabetes… pero no. Ese tipo de situaciones, además de enfadar, agotan. Cansan porque muestran hasta qué punto la sociedad no entiende realmente lo que implica vivir con diabetes. Y por qué detrás de cada comentario hay una mirada que juzga, aunque no lo pretenda. Por eso, cambiar la mirada del entorno es tan importante como cualquier tratamiento médico».

Vivir ‘con’ diabetes, no es lo mismo que vivir ‘para’ la diabetes

Cuando llega la diabetes, parece que todo se tambalea. De repente, la vida se llena de números, alarmas, mediciones, normas… y uno corre el riesgo de que la patología se convierta en el centro de todo. Pero la vida no puede girar alrededor de la diabetes, porque entonces dejamos de vivir con ella para empezar a vivir para ella. Y eso, además de agotador, es injusto.

El cambio, como expone Lorente, empieza con una pregunta, sencilla pero muy poderosa: ‘¿Qué quiero hacer con mi vida’?’ La pregunta nunca debería ser ‘¿qué puedo hacer con diabetes?’, sino qué quiero hacer con mi vida, con mis ilusiones, mis relaciones, mis proyectos. Esa es la pregunta buena, la que te conecta con lo que te hace vibrar, con lo que te da sentido. Y justo después viene la siguiente: ‘¿Qué puedo hacer para que la diabetes no estropee mis proyectos?’

«Ahí está la clave. No se trata de negar la diabetes ni de pelearte con ella, sino de aprender a colocarla en su sitio: que ocupe el espacio que le corresponde, ni más ni menos. Que forme parte de ti, pero no te defina. La diabetes no te impide vivir. Te obliga, eso sí, a aprender a hacerlo de otra manera. Pero esa manera puede ser igual de plena, igual de libre, igual de tuya», asegura el psicólogo.

¿Cómo puedo controlar una enfermedad que es incontrolable?

Por definición, la diabetes es una patología incontrolable; por lo tanto, es absurdo hablar de control. «Mejor digamos ‘gestionar'»… igual que deberíamos decir ‘persona con diabetes’ y no ‘diabético’ (no decimos canceroso cuando alguien tiene cáncer); y hablar de niveles de glucosa fuera de rango y no de ‘mal control».

La diabetes es un sistema tremendamente complejo. En su manejo influyen multitud de variables, algunas que podemos identificar (alimentación, dosis de insulina, ejercicio, estrés…), y otras que ni siquiera conocemos o podemos medir. A este hecho se suma el que la persona con diabetes es quien toma la mayoría de las decisiones: qué, cuándo y cuánto comer; si corregir o no; si hacer ejercicio o esperar… Y lo hace muchísimas veces al día, todos los días, todas las semanas, meses, años, décadas…

«Por todo eso insisto en cambiar el enfoque: No se trata de ‘ir bien’ o ‘ir mal’, como si fuera un examen. Se trata de gestionar la diabetes lo mejor posible en el contexto vital de cada persona, sabiendo que habrá días desastrosos y otros magníficos, pero que todos forman parte del proceso. Cuando tanto las personas con diabetes como su entorno lo entienden así, la carga emocional que supone, disminuye», añade Iñaki Lorente.

El peso de la ‘culpa’ en la diabetes

«La culpa tiene un efecto curioso: te deja mirando por el retrovisor; te ancla al pasado y a la idea de que hiciste algo mal; aparece cuando alguien (los demás o uno mismo) emite un juicio sobre lo ocurrido y la ‘sentencia’ es de condena: ‘eso no deberías haberlo hecho'».

Pero la culpa no enseña, solo castiga. En cambio, la responsabilidad te pone en movimiento. «Por eso suelo proponer cambiar el ‘es mi culpa’ por ‘es mi responsabilidad’. La culpa te deja encogido; la responsabilidad te permite crecer. Con una mirada hacia atrás no vas a mejorar la glucosa, pero con una mirada hacia adelante sí puedes mejorar tu manera de cuidarte»

«La diabetes ya pesa suficiente; no la hagamos más pesada»

Cada palabra cuenta. «Un comentario mal calibrado puede doler más que un pinchazo. Pero una frase bien dicha (por ejemplo, ‘cuenta conmigo’ o ‘¿cómo estás llevando esto?’) puede aliviar más que una dosis de insulina. La diabetes ya pesa lo suficiente. No la hagamos más pesada con mensajes inadecuados».

Cuando queremos a alguien con diabetes, a menudo nos sale del alma intentar ‘ayudar’, y lo hacemos como mejor sabemos: dando consejos, avisando, preocupándonos… incluso regañando un poquito (eso que decimos ‘por su bien’). «Aunque la intención sea buena, muchas veces lo que la persona necesita no es que la dirijamos, sino que la acompañemos. No hace falta adivinar ni interpretar señales secretas. Basta con algo tan sencillo y a su vez tan poderoso como preguntar: ¿En qué puedo ayudarte?»

Esa frase lo cambia todo, «porque deja claro que te pones a su disposición, que no te colocas por encima, sino a su lado, que estás ahí para lo que necesite, no para lo que tú crees que necesita. Cuando se actúa así, se reconoce que es la propia persona con diabetes quien marca el ritmo y quien nos indica cómo acompañarla. Es importante escuchar sin juzgar. Sea lo que sea que hagamos, en todos los casos, el mensaje debe ser ‘no estás solo. No tengo diabetes, pero estoy contigo«.

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