Publicado: octubre 7, 2025, 12:30 am
La historia de Svetlana Mojsov no es única. Nació en Macedonia, pero se nacionalizó y desarrolló toda su carrera científica en Estados Unidos, como otros investigadores prometedores. Primero, en la Universidad de Rockefeller (Nueva York), donde empezó a interesarse por el glucagón, una hormona que produce el páncreas y eleva los niveles de glucosa. Después siguió su investigación en el Hospital General de Massachusetts donde sintetizó una hormona similar – péptido GLP-1 – y empezó a vislumbrar su potencial terapéutico para el tratamiento de la diabetes tipo 2 y la regulación del apetito. El siglo XX estaba viendo su fin y aún no se sabía que millones de personas en el mundo terminarían tomando estos tratamientos (agonistas de los GLP-1) como una forma fiable de adelgazar y mantener a raya la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Como otros grandes avances, Mojsov no alumbró en solitario lo que hoy se ha transformado en varios fármacos superventas. Otros tres científicos más, todos hombres, también participaron en el descubrimiento. Pero si no hubiera sido por el coraje de Mojsov, solo habrían brillado sus compañeros de investigación, reconoce a ABC la científica estadounidense tras recibir el Premio Fronteras del Conocimiento. Su contribución habría sido opacada, como el de otras científicas a lo largo de la historia. Por eso su historia no es única. ¿En qué momento de su investigación se dio cuenta de que su hallazgo era realmente era algo importante? Yo puse en marcha esta investigación porque quería desarrollar una nueva medicación para la diabetes. Yo no sabía que iba a tener una repercusión tan grande. En los 90 del siglo pasado no podíamos anticipar que también será útil para combatir la obesidad. Eso se descubrió durante los ensayos clínicos, cuando los pacientes con diabetes empezaron a perder peso. Así que sabíamos que iba a haber una nueva medicación para la diabetes tipo 2, pero no para luchar contra la obesidad. Fue una correlación entre la ciencia básica y el trabajo que habían realizado los laboratorios farmacéuticos. Usted tardó en patentar sus hallazgos. Su colega Joel Haberner no lo dudó y a usted le tocó pelear las patentes con sus abogados. ¿Qué le frenó? Bueno, la situación era bastante compleja. A mí me omitieron de esas patentes, pero yo sabía que eso no estaba bien. Así que tuve que ponerme en manos de abogados. Tardamos diez años, pero fui persistente y tuve muy buenos abogados que me asesoraron bien. No lo hice tanto por dinero como porque quería el reconocimiento de lo que había logrado. Era una situación discriminatoria. Ozempic hoy es un medicamento casi milagroso, no solo frente a la diabetes y la obesidad. También se cree que puede ser beneficioso frente al alzhéimer, las adicciones, las enfermedades cardiovasculares… ¿Lo mejor de estos medicamentos a los que su ciencia abrió la puerta aún está por llegar? Creo que ya hemos visto lo bueno. Creo que hay que entender bien la fisiología y la biología. Sabemos que el GLP-1 para que actúe tiene que estar vinculado a un receptor. Hacen falta estos receptores de GLP-1 que se expresan en las neuronas del cerebro. Y creo que por eso puede tener mucho potencial de acción. Yo personalmente no sé si va a tener un papel en la enfermedad de alzhéimer. Hay mucha investigación por hacer, pero eso solo lo sabremos en el futuro. Me temo que hay que esperar. Estos fármacos funcionan casi como una navaja suiza ¿Es solo porque combaten la obesidad y eso resuelve una infinidad de problemas o producen otros efectos diferentes? Los efectos más positivos de estos fármacos se han visto en personas con obesidad. Sabemos que la diabetes tipo 2 desaparece al perder peso. La obesidad también genera enfermedades, hepáticas, de riñón, de corazón. Así que creo que el gran beneficio es por la pérdida de peso que genera. Lo que el GLP-1 ha demostrado por primera vez es que una única medicación puede curar varias enfermedades. Y esa es la gran ventaja. También tiene un efecto sobre los impulsos, en el deseo, y eso puede beneficiar a problemas relacionados con la salud mental, como las adicciones al alcohol, al juego o la comida. La experiencia clínica está abriendo el camino a lo que descubrió la ciencia básica. Un amigo, que tomaba Ozempic y adelgazó mucho, me dijo que lo iba a dejar porque ya no era feliz. Quería tomarse un gin tonic y sólo le apetecía agua. ¿Este tratamiento no está hecho para los disfrutones, para los que comen y beben por placer? Sí, eso es lo que dicen los que lo toman y tiene que ver con cómo actúa en el circuito de recompensa cerebral. ¿Llegará un momento en que se aconseje a personas sanas? Aunque sea solo para bajar un poco de peso y hacerlo sin esfuerzo. Son medicamentos que afectan al metabolismo y cambian muchas cosas. Si alguien es capaz de mantenerse en forma con hábitos saludables, no debería tomarlo. El médico es quien debe decidir si tienes que tomarlo o no. Por eso es importante la prescripción médica, que se venda con receta. ¿Usted lo ha probado alguna vez? No, yo no lo he probado porque no lo he necesitado. Por eso estoy en contra de cómo lo están tomando algunas personas. Si uno tiene que perder 15 kilos, que lo haga de forma saludable, sin medicación. No es algo banal, es un medicamento que altera el equilibrio general entre las hormonas de tu cuerpo. No es bueno jugar con esta medicación. Es seguro, siempre que se use bajo control médico y con la vigilancia de analíticas para determinar cómo impacta en otros parámetros. ¿Teme que dentro de unos años se descubran efectos no deseados por su abuso? Es lo que debemos averiguar ahora. Sabemos que en general es seguro, pero no sabemos cómo será la historia a largo plazo. Yo creo que va a ser seguro si se usa bajo control médico, pero todavía necesitamos tiempo. Después de Ozempic o Mounjaro ha empezado una carrera en todos los laboratorios para conseguir una pastilla que evite los pinchazos y consiga mayores pérdidas de peso. ¿Este es el objetivo a más corto plazo? ¿O qué es lo mejor que está por llegar? Soy muy optimista, creo que llegarán medicaciones mejores. Hay muchos ensayos clínicos y, de hecho, el problema es cómo mantener el peso perdido. Porque, claro, si dejas de tomarlo, vuelves a ganar peso. Debemos averiguar cómo podemos evitar ese efecto rebote y no volver a engordar. Está claro que van a hacer falta otras medicaciones para conseguirlo. Y creo que el mundo académico y las farmacéuticas están trabajando para ver qué otro componente se puede utilizar. Y luego, el segundo problema es evitar la pérdida muscular. Esto es muy serio con la gente mayor, porque tú necesitas los músculos para sujetar tus huesos. Cuando uno toma estas medicaciones, es importar hacer un seguimiento médico, consumir mucha proteína para la biología del músculo y también hacer ejercicio. Tras Ozempic, el primero de la clase, necesitamos otros similares de otra generación. Las medicaciones van mejorando. ¿Tiene alguna anécdota desde que se convirtió en la ‘madre’ científica de Ozempic? ¿Su fama le precede? No, realmente no. Aunque es verdad que nunca me habían hecho tantas fotos en mi vida. En la calle nadie me reconoce pero sí por los premios y las entrevistas. Aunque estoy muy agradecida a los periodistas. Lo digo sinceramente, porque los periodistas son los que sacaron a la luz mi historia. Si no llega a ser por ustedes, la ciencia me habría olvidado. Además gracias a la prensa se fomenta la ciencia, la buena ciencia y la necesidad de financiarla. Siempre que hablo con ustedes reivindico la necesidad de hablar de ello, especialmente ahora en Estados Unidos, donde la ciencia se está deteriorando. Se espera que la Academia Nobel conceda su galardón a los científicos que como usted contribuyeron al hallazgo. Pero ustedes son cuatro y solo se premia a tres personas por una misma contribución. ¿Cómo se resolverá este dilema? Bueno eso es un problema de la Academia Nobel, no mío.